Cuando crees que respondiste las preguntas más difíciles, ella te lanza otra, la más terrible: “¿Mamá, que hay en esa cajita?”. El corazón de un país, mi niña, le respondo con inmensas ganas de llorar. Ella se acerca, me abraza. Sabe que algo feo pasa, porque se supone que los padres no lloren.
No hablé más, pero quise decirle que ahí va Fidel, que esas son sus cenizas, que esa es su bandera y su pueblo; que su familia está destruida; que el rostro de Dalia, su esposa, es el rostro del dolor más hondo; y que el saludo marcial de Raúl al despedirlo es el compromiso en estado puro.
Quise explicarle que el Comandante en Jefe de la Revolución regresa a Santiago de Cuba por la mismísima columna vertebral de la nación, que regresa victorioso, escoltado de nuevo por palomas; quise anunciarle que se reunirá con Martí, con Maceo, con Céspedes, con su queridísimo Frank…
Quise contarle que Cuba lleva cuatro días llorando, con banderas a media asta y un silencio ensordecedor; que sus hijos se niegan a decirle adiós y lo asumen eterno; que más de un millón de agradecidos se reunieron en la Plaza de la Revolución, la Plaza de Fidel, ahí donde tantas veces nos convocó. Quise darle detalles de la noche anterior, cuando ella dormía tranquila y la Plaza se convirtió en una inmensa torre de Babel, donde se escuchó ¡gracias, Fidel! en todos los idiomas.
Hubiera querido hablarle de su isla, esta isla minúscula y bendecida que parió hombres colosales como Martí y Fidel, hombres que se dieron por entero a la Patria, que situaron a este país en la órbita latinoamericana y mundial, que amaron un ideal y se fueron a pelear por él, que sufrieron todo tipo de injurias, que fueron y son amados.
Quise decirle que vive en un país inmenso, que es parte de un pueblo hermoso, un pueblo agradecido que llora y se crece, que no olvida, que cumple sus promesas y que seguirá, como terco Granma, sobreviviendo a todas las olas.
Quise hablarle de mi confianza en que la muerte de Fidel es impulso, es convocatoria a seguir construyendo lo extraordinario, a juntarnos todos en un abrazo por encima de las diferencias, a concentrarnos en lo que verdaderamente importa y decide.
Quise decirle muchas cosas que he dejado en pausa para cuando acumule más años. Por lo pronto sabe que un corazón va recorriendo Cuba de una punta a la otra. Y una niña de cinco años bien conoce que sin corazón no es posible la vida, que palpita en medio del pecho, que basta poner la mano para sentirlo y que de él emana lo mejor. No sabrá qué son las cenizas de un ser humano, pero sabe que su país sigue con vida.
Yirmara
4/12/16 19:06
Leticia, hermosa crónica, como todas las que escribes... desde el corazón... Ahí va el corazón de Cuba... no se me ocurriría mejor respuesta. Y Fidel transita por la columna vertebral del país...
María Hernández León
2/12/16 20:22
GRACIAS ... GRACIAS Leticia..... MUY PROFUNDA crónica, inmenso lo que nos emite sentir Fidel, el Amor que nos dió se devuelve en mucho más amor a él, su ejemplo .... SEGUIR ADELANTE DE SU MANO ... ES EL FUTURO ... !!.
Jorge
2/12/16 17:29
Regreso de saludar a Fidel, vengo triste.
Lupe Pérez
2/12/16 15:29
Gracias cubana!
Jorge
2/12/16 14:32
Anoche escuché parte de esta cronica por la televisión en voz de Cristina Escobar, me costo encontrarla, había problemas con este sitio parece. Muy linda, quizás por eso envidio a los periodistas. Ahora me dispongo a saludar a Fidel, pasa dentro de un rato por Holguín, se me estruja el corazón. Gracias Leticia.
Ana
2/12/16 11:09
Hermosas palabras Leticia, algún día las usaré para explicarle a mis hijos qué pasó en Cuba en estos días tristes, y creo que tu hija es privilegiada de tener alguien que le explique algo tan triste de una forma tan bonita porque yo no soy una niña pero solo con tu frase "el corazón de un país" ha disminuído la inmensa tristeza que siento al saber que en esa cajita está un gigante como Fidel, desde ahora cuando la vea pensaré en eso: tiene el corazón de mi Cuba libre y revolucionaria
Yissy Bravo
2/12/16 9:08
Al igual que tu hija, Leticia, mi niño, Álvaro, de la misma edad, al ver los ojos llenos de lágrimas de su madre en la mañana del sábado 26, me preguntó: ¿qué pasa? Ha muerto Fidel, le dije, y con esa inocencia que solo un niño puede tener, me dice, con gran optimismo: Pero él se levanta, porque ama mucho a los niños.
Traté de explicarme lo inexplicable, quizás en el círculo en el que cursa su preescolar, quizás con su abuelo, diputado de la asamblea nacional, no lo sé en verdad, cómo llegaron a él esas palabras, lo que sé es que me dio ánimo. Dejé de pensar en la niña que fui, llena de añoranzas por verle un día de frente y besar su rostro bordeado de esa icónica barba, y comencé a reír, pues evidentemente, no se ha ido, sigue en nosotros, por siempre.
ana
2/12/16 8:57
Lety, bello y emocionante como todo lo que escribes. Anielito también me sorprendió, me dijo el sábado en la mañana, mamá por qué lloras?, yo le explique brevemente y me dijo; no llores, yo seré Fidel para ti.
Agustín
1/12/16 13:33
LITICIA: Muy enternecedor ese trabajo, bello, te felicito por aportar patriotismo a estos días de luto.
Elena
1/12/16 13:32
No sé cómo lo hace, periodista. A vece spienso que usted es familia de Fidel y Raúl porque sus palabras brotan del alma de tal manera que me parece que son sus tíos o algo asi. Pero yo no soy nada, solo una cubana que ama a su Patria y siento casi igual con Ud., no puedo evitar que me broten las lágrimas, asi que de alguna manera siento entonces que todos los cubanos somos familia de Fidel, Gracias, Leticia.
Leticia
1/12/16 14:00
Gracias por los comentarios, no llevo la sangre de esa estirpe, soy una cubana más que como ustedes está dolida, un abrazo
sachiel
1/12/16 9:44
Se vuelve a apretar el pecho, cuando se leen estas cosas.... Hubo quien no lloró ni sábado ni domingo, pero ayer, antier, se desbordaron mucho más, y asi es como el dolor se multiplicó y se sigue compartiendo.
El peri
1/12/16 9:22
Han sido hermosas todas las crónicas tuyas que he leído... Describen el lado humano de un pueblo que sufre, que llora, que tiene el pecho abierto y sin ganas de latir por la muerte de su Gigante.
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