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domingo, 22 de diciembre de 2024

El Caribe y los desafíos del cambio cimático (+ Infografía)

La VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe pone sobre la mesa nuevas iniciativas de cooperación para enfrentar este riesgo en una de las regiones más vulnerables al cambio climático...

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 01/06/2016
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El cambio climático y sus efectos han dejado de conjugarse en futuro y constituyen una realidad para miles de personas en varias islas del Caribe.

Más de tres mil indios de la etnia Guna, que habitan en unas 360 islas de Panamá, han tenido que trasladarse a la masa continental porque el océano se ha tragado su hogar. Se estima que en los próximos años los más de 35 000 integrantes de esta tribu tendrán que abandonar los islotes y reubicarse tierra adentro, cambiando incluso sus tradiciones culinarias.

Otro tanto ha ocurrido en Cuba, donde el programa nacional de reordenamiento costero reubicó instalaciones estatales y particulares fuera de la franja costera, con el propósito de proteger las dunas y la vegetación natural, para que esta actúe como barrera ante la sobrelevación del mar, la cual, según estudios gubernamentales, para 2050 pudiera afectar un centenar de asentamientos.

ESPECIALMENTE VULNERABLES

Cerca del 70 % de los 40 millones de habitantes del Caribe viven en lugares cercanos a la costa, lo que unido a las características económicas y naturales convierten a esta región en una de las más vulnerables del mundo ante fenómenos asociados al cambio climático, como el incremento de las temperaturas, el retroceso de la línea de costa y el desarrollo de eventos hidrometeorológicos extremos como los huracanes, sequías y El Niño Oscilación del Sur (Enos).

Los Estados del Caribe, la mayoría de ellos insulares, presentan dependencia económica de las exportaciones de recursos naturales y una red de infraestructura precaria muy sensible a los fenómenos climáticos. Igualmente, por su ubicación geográfica, están influenciados por áreas bioclimáticas críticas como la Cuenca Amazónica, el bioma coralino del Caribe, los humedales costeros y frágiles ecosistemas montañosos.

Un informe de la Oficina Regional del Programa de las Naciones Unidas para la Población (PNUMA) permite dibujar un retrato futuro de muchos de los países antillanos.

En el caso de la salud, se percibiría un aumento de las enfermedades transmitidas por insectos y roedores, el agua, los alimentos, las respiratorias y la desnutrición, como resultado de la producción de alimentos o por interrupciones en los canales de distribución.

El informe también señala que 3 % de los bosques de manglares de Cuba se perderían con una subida de un metro del nivel del mar. Se prevé que semejante aumento podría ocasionar el colapso total de los humedales y manglares de Puerto Royal, Jamaica, debido a que este sistema ha demostrado poca capacidad para migrar en los últimos 300 años. Un aumento de 50 cm del nivel del mar podría resultar en la pérdida del 60 % de las playas en algunas zonas de Granada.

ESTRATEGIA CONJUNTA

Las previsiones científicas del cambio climático para el Caribe ya son una realidad, lo que ha obligado a los gobiernos de la región a establecer programas y políticas para la adaptación a este fenómeno y mitigar sus efectos.

Quizás uno de los instrumentos más abarcadores en este sentido son las medidas adoptadas por los miembros de la Asociación de Estados del Caribe (AEC) en la VI cumbre de esta organización con sede en México, la cual promueve estrategias de colaboración regional para la prevención de desastres.

En dicho plan de cooperación se incluye una plataforma de información territorial geoespacial a fin de contar con datos confiables y oportunos en un área geográfica que ha sido azotada por más de un centenar de huracanes en las últimas dos décadas.

El tema volverá a la mesa de discusión política en la VII Cumbre de la AEC que sesionará en La Habana del 2 al 4 de junio, esta vez con un mayor énfasis en el establecimiento de mecanismos regionales de cooperación para mitigar los efectos de los desastres naturales y avanzar en la investigación conjunta de este fenómeno.

La necesidad de unir voluntades y recursos para enfrentar el cambio climático pasa no solo por la necesidad de gestionar con eficiencia los recursos económicos y humanos de estos países en vías de desarrollo, sino también por lograr una mayor concordancia y fuerza en la colocación del tema en la agenda de discusión global, donde las naciones más poderosas (y las de mayores responsabilidades en el cambio climático) no asumen las obligaciones que demanda la comunidad internacional y los protocolos como el de Kyoto, y recientemente el de París.

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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles


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