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sábado, 21 de diciembre de 2024

Cuba-EEUU, una relación de película

El cine cubano y norteamericano constituyen focos cinematográficos que han surcado caminos diferentes…

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 09/08/2016
2 comentarios

La relación entre el cine cubano y norteamericano se remonta a más de cien años atrás. En la actualidad se trata de dos focos cinematográficos que han surcado caminos diferentes. Mientras el gigante norteamericano controla alrededor del 85 % del mercado mundial, en la isla caribeña se defienden estéticas menos comerciales, como el movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano y el Cine Pobre.

Antes de 1959 el paisaje cubano y la música local sirvieron, en no pocas ocasiones, de telón de fondo para producciones norteamericanas, las mismas que luego inundarían las salas oscuras de la Mayor de las Antillas. Luego de 1959 esa relación tuvo un distanciamiento, como resultado, fundamentalmente, de la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno estadounidense.

Los espectadores cubanos siguen asiduamente las películas “Made in Hollywood” y también hay un público que disfruta de otras estéticas como las que defiende el Festival de Sundance. Sin embargo, en las salas oscuras norteamericanas no es tan asidua la filmografía cubana, aunque determinadas producciones, como el caso de Fresa y Chocolate, lograron bordear ese muro de silencio.

Se han producido visitas de cineastas desde uno y otro lado, muestras de películas e intercambios profesionales. Los festivales de Sundance, de Nueva York y del Nuevo Cine Latinoamericano, así como la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, han sido escenarios de esos encuentros.

En el nuevo contexto del proceso de normalización de relaciones entre ambos países, el cine ha servido como puente de intercambio y acercamiento cultural entre los dos pueblos. Megaproducciones como Transformers y Fast and Furious han tenido a La Habana como set de rodaje, aprovechando la nueva coyuntura política para convertirse en las primeras producciones norteamericanas en Cuba de forma directa después de 1959.

Ahora que está de moda la capital cubana, son varias las estrellas que han llegado hasta aquí para tener una sesión de fotos en la Habana Vieja, mientras que crece el flujo de productores y cineastas procedentes de los EE.UU., interesados en conocer los entresijos del cine nacional y los avatares de su industria.

En ese contexto, un nuevo punto de giro se ha confirmado con la inauguración oficial de la Cuba International Network (CIN), la primera empresa estadounidense autorizada a operar en la isla para ofrecer equipos y servicios orientados a la producción audiovisual.

La compañía fue creada por Barry Pasternak, una figura con más de 30 años de experiencia en el negocio del audiovisual en los EE. UU., ganador de un Premio Emmy. El también productor fílmico declaró a la prensa: “El potencial de Cuba como destino para el cine y la emisión televisiva es uno de los más prometedores en el mundo hoy. Cuba añade una nueva dimensión para el cine y la industria de la difusión televisiva, en aras de entregar un contenido auténtico sobre un país que atraviesa una transición cultural y económica emocionante en una locación tropical”.

La llegada de esta compañía al ámbito cinematográfico cubano coincide con el creciente interés de productores extranjeros por utilizar a la isla como locación. Roberto Smith, presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos señaló recientemente en una entrevista concedida al diario Juventud Rebelde que: “Cuba siempre ha sido una opción muy cotizada para producciones extranjeras, que hasta el momento han sido casi siempre europeas. Junto al clima, los atractivos naturales y la belleza de nuestras ciudades: los productores extranjeros encuentran un talento artístico y técnico de muy alta calificación, una elevada capacidad de organización y ese ambiente cálido y hospitalario que nos distingue.

“Ahora, como parte del proceso de normalización de relaciones con los Estados Unidos, y a partir de la filmación de algunas escenas de Rápido y Furioso 8 en La Habana por la Universal Pictures, pudiese comenzar a serlo también para producciones norteamericanas”.

En esta realidad que ya nos rodea, el mayor reto de los cineastas cubanos no será tecnológico, sino cultural, porque será un contexto no pocas veces adverso para defender la identidad nacional, escapando de lugares comunes y miradas que pretenden convertir nuestras circunstancias y originalidad en una postal turística.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles

Se han publicado 2 comentarios


Yunier betancourt
 8/9/16 0:39

Espero que las escenas de aca en Cuba sean largas y no tan cortas como comentan que seran.

Ronal
 9/8/16 17:15

Es interesante el artículo, considero que lo mas importante radica en el último párrafo, es una realidad que lo adverso radica en mantener la identidad cultural, precisamente porque el gigante norteamericano controla alrededor del 85% del mercado mundial y Cuba no se compara con ello. Como dije al principio, es nuestra identidad y los valores que defendemos lo que enfrentará esta maquinaria cinematográfica, donde no todo será color de rosa, sino otra arista por donde los antivalores capitalistas buscarán la manera de penetrar nuestra cultura y desintegrar el país. Pues como dijo Barry Pasternak "Cuba añade una nueva dimensión para el cine y la industria de la difusión televisiva, en aras de entregar un contenido auténtico sobre un país que atraviesa una transición cultural y económica emocionante en una locación tropical". Defender los valores en el cine cubano y no los intivalores que muchas veces tenemos en la cotidianidad, es un estrategia de inteligencia. Es decir defender nuestra identidad, cultura y valores.

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