Hay quienes dicen que la culpa es de los cuentos de hadas, de las lindísimas historias que nos “venden” como la más “real de las realidades” desde que nuestro tamaño ni siquiera levanta una cuarta del piso. Historias con finales siempre felices, besos apasionados y susurros a la luz de la estrellas; son casi siempre las primeras que nos hacen pensar en la posibilidad de encontrar una pareja “para toda la vida”.
Después, con el tiempo y algunos descalabros de por medio, aprende uno que la vida es mucho más que príncipes azules o princesas encantadas, que la vida real entraña retos y mayores sacrificios, y que en cuestiones del amor nadie puede considerarse portador de una verdad única, descifrable.
No faltan entonces las anécdotas de quienes gritan a los cuatro vientos que la persona ideal no existe; que las medias naranjas siempre terminan siendo ácidas, incompatibles; que la rutina opaca el brillo; que el tiempo se roba los mejores besos, los mejores sueños… Dicen, dicen… y de tanto decir, a veces uno termina por tomarle demasiado miedo al amor maduro, al amor “eterno”.
Por suerte, también son numerosas las experiencias del otro bando: desbordadas de amaneceres, sollozos estremecedores, miradas donde sobran las palabras…; pero, sobre todo, vividas por hombres y mujeres reales, capaces de hacer feliz al más mortal de los mortales aunque a veces dejen escapar frases ríspidas, incoherentes.
Porque el amor, aun sin el manido “y vivieron felices para siempre…”, también suele ser extraño, inexplicable, suspicaz, maravilloso, incomparable…; capaz de enfurruñarnos unas veces con la misma facilidad que otras nos pone de “melcocha”. Porque, a ciencia cierta, ¿qué es eterno? ¿Cuánto tiempo es “para siempre”?
No sé ustedes, pero yo —lo confieso— no creo tener la respuesta exacta para ninguna de esas interrogantes. Prefiero amar sin pensar tanto en plazos, en años marcados por el calendario, en fechas preconcebidas, en anillos de compromiso y notarios de por medio…; sin dejar de ver magia y complicidad cada vez que vamos de vuelta a las esencias. No sé ustedes, pero yo, no sé amar de otra manera.
Ana M
26/2/14 16:26
El amor es lo más lindo del mundo, se siente hasta en lo más sencillo, un gesto, un beso, una mirada. Todos amamos algo o a alguien o a muchos, como yo. Muy buen artículo, Yaima.
Adolfo
14/2/14 16:20
Siempre el amor lo relacionamos con un beso, y por qué no, pero cuando uno tiene esta edad que yo tengo, 63, aprecia mucho más, aunque siempre lo haya hecho, una llamada telefónica, un cariño, una mirada dulce, un roce de nuestros cuerpos, estoy de acuerdo con el autor, mi matrimonio falló a los 27 años, pero fueron lindo dentro de los pesares, tuvimos dos hijos y hoy estoy sólo, pero siempre al tanto de a quien puedo amar, no por un día, no por un beso o por el sexo, es por el breve o el inmenso tiempo que la vida me de, de poder amar y sobre todo para mi, ser amado.
Yaimara
14/2/14 14:45
Yo amo a mi neni llindo y lo amaré para toda la vida, con el amor no puede la distancia .Felicidades a Cubahora en este día.
Chino G
14/2/14 14:36
El próximo 29 de abril mi esposa y yo cumpliremos CUARENTA AÑOS de relaciones, lo que creo es más meritorio al haber comenzado con 18 ella y 22 yo, muy jóvenes. Hay quienes me han preguntado cómo ha sido posible y despues de una concienzuda reflexión al respecto no me queda más que decir que todo ha sido obra de la CASUALIDAD. No encuentro otra explicación al haber encontrado tan temprano la persona exacta, la mejor amiga, la mejor compañera y mi amante. No le rindo homenaje hoy porque llevo 14536 días haciendolo. Solo desearía que todos fueran víctimas de una casualidad tan linda.
Amanda Tamara Sandoval Manriquez desde FB
14/2/14 9:48
Cuando el Amor es verdadero dura para toda la Vida.... Viva El Amor !!!
Soraya
14/2/14 9:34
Lindas fotos. Felicidades a todos en éste día tan especial.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.