“El Periodismo tiene que tener de ciencia y de arte”, me dice Juan Marrero, uno de los nombres que más ha marcado la historia del periodismo revolucionario cubano, pero que, con infinita modestia, lamenta no poder seguir viviendo, si de aprender más se trata.
Aunque confiesa que llegó a esta profesión con el sueño de convertirse en un cronista deportivo, la vida lo colocó frente a disímiles caminos que, si bien no lo apartaron completamente de esta meta, contribuyeron a hacer de él el periodista que es hoy. Marrero fundó junto a un grupo de avezados colegas la agencia de noticias Prensa Latina y, posteriormente, el periódico Granma, también cubrió el vuelo al cosmos del cubano Arnaldo Tamayo, acompañó a Fidel por diversos de sus viajes por América Latina, desarrolló una investigación periodística que brindara respuestas al brutal asesinato de Manuel Ascunce Domenech y fue testigo y protagonista de importantes acontecimientos de nuestra historia.
“Creo que desde que me inicié en esta profesión comencé acercarme a la ética. Luché para enfrentar el Periodismo que había antes del Triunfo de la Revolución, que de ético no tenía nada. Era un periodismo mercantilista, sensacionalista, que apelaba más bien a las emociones y carente de los valores que nos enseñó José Martí, porque el Periodismo no se puede ver apartado de la sociedad en la que uno vive”, asegura Marrero, quien dirige la Comisión Nacional de Ética de esta organización.
Luego de una larga trayectoria en el Periodismo, Marrero continúa impulsando las necesarias transformaciones que necesita la prensa cubana, para responder cada vez más a las demandas de la sociedad actual.
Para él, Periodismo es sinónimo de veracidad, un principio que me cuenta aprendió de Fidel, quien defendió ese principio desde que se inició en la lucha revolucionaria. “Tenemos que utilizar la verdad como arma fundamental de nuestro combate, porque es lo que puede unir, mover y cohesionar a la genteen determinada tarea. La verdad a veces es dura, pero al mismo tiempo la mentira no va a ninguna parte, la mentira es un arma que utilizan los que quieren dominar el mundo”.
“Nosotros hacemos un Periodismo revolucionario, porque cambiamos todo lo que había anteriormente, pero no hemos llegado al periodismo revolucionario que tenemos que hacer. Si no hacemos un periodismo que analice, que polemice, que debata, que cuestione y critique constructivamente, pero sin dejar de señalar donde están los problemas y quienes son los que tiene que responder por él, no se resolverán los asuntos. El periodismo tiene que ser estético, tiene que usar un lenguaje de altura, pero tiene que educar y orientar”.
EL DESAFÍO DE LA ÉTICA EN LA PRENSA DE HOY
En 1986,Marrero fue elegido miembro de la Presidencia de la UPEC, y más tarde, en 1993, seleccionado vicepresidente de la organización y presidente de la Comisión Nacional de Ética. No ha sido tarea fácil la de conducir el respeto y amor por los valores de una profesión que en Cuba ha bebido de la ética de grandes como Félix Varela, José Martí, Rubén Martínez Villena y otros que harían la lista interminable.
Según explica Marrero, a partir del Congreso de la UPEC de 1993 comenzó a aplicarse el Código de Ética de la organización. Anteriormente, solo existían principios éticos, pero no un código con su reglamento, que estableciera losprincipios básicos y, al mismo tiempo, las figuras que constituían violaciones de la ética profesional.
“Ese Código de Ética es el mismo que sigue vigente hoy, pero con modificaciones en los posteriores congresosadeterminados artículos, hoy adaptados a las nuevas realidades que vivimos y soportes que han aparecido”, aclara.
Entre 20 y 25 casos son llevados anualmente ante una Comisión de Ética por infracción de alguno de sus artículos. Entre las faltas más frecuentes, Marrero enumeró la violación de las normas informáticas y el plagio.
Entre otros de los principales conflictos que enfrentan la prensa y los periodistas cubanos hoy, Marrero citó la falta de protagonismo de muchos profesionales en la búsqueda de noticias, así como la existencia de un excesivo verticalismo en la conducción de la dirección de los medios.
“Hoy se piensa demasiado qué hacer, un periodismo que se haga sin dinamismo no es periodismo”, alerta con sabiduría.“Si no cambiamos no vamos a poder hacer el periodismo que necesita el país, y no digo para acompañarlo, sino para ser actores dentro del proceso”.
“El sueño y la intención y el anhelo de hacer un periodismo revolucionario no bastan, hay que ver si están funcionandolas estructuras, si hay que modificarlas, creo que hay que modificar muchas cosas en la gestión informativa de los medios”, asegura.
Al referirse a problemas existentes hoy como la escasa exclusividad de los medios y la excesiva repetición de las mismas noticias en uno y otro espacio, consideró que esto responde al manejo de un criterio de uniformidad. “Periódicos que salen con la misma foto, eso da una pobreza increíble. Antes había determinados contenidos que se publicaban en todos los periódicos, pero eran pocos, hay una centralización de la información que también está perjudicando al periodismo, conspira contra la variedad de los medios y su perfil, porque Trabajadores no debe ser igual a Granma, ni este diario debe ser igual a Juventud Rebelde”.
Además, Marrero apuntó el enorme desafío que enfrentan los jóvenes blogueros, periodistas y tuiteros y la necesidad de hacer coherentes nuestras maneras de pensar en todos estos espacios, sin dobles discursos.
“El Código de Ética considera una manifestación de no ética el triunfalismo, de esos casos yo todavía estoy esperando el primero que sea presentado ante una Comisión de Ética y nuestro Periodismo está lleno de manifestaciones de triunfalismo. El periodismo no puede ser triunfalista. Este es un mal que hay quedenunciar y combatir, y esta es una batalla que tenemos que ganar entre todos: periodistas, directivos y ciudadanos”.
Lucía
19/3/14 16:24
Gracias por la entrevista Maria del Carmen
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.