Del profe Gerardo —como cariñosamente le dicen— escuché hablar por primera vez después de una visita de nuestro equipo de prensa al estado de Barinas, hace ya algunos meses. Me contaron anécdotas que, a su vez, él contó; me hablaron de su cariño al tratar a sus colegas, especialmente a los más jóvenes; del respeto con que escucha a todos y es escuchado, de su sabiduría y amor infinito por lo que ha hecho durante toda su vida.
Supe entonces que con 85 años era el más longevo de los colaboradores cubanos en Venezuela y que vestía con orgullo hace más de 60 años la bata blanca que lo identifica como miembro de ese ejército de compatriotas nuestros que durante décadas ha brindado sus servicios y formado a miles de médicos y especialistas de la salud de nuestro país y de otras partes del mundo.
En cuanto tuve oportunidad volví a la tierra natal del Comandante Chávez y allí lo encontré, en la Coordinación de las Misiones Sociales, siempre sonriente, rodeado de quienes lo buscan para aprender, compartir experiencias y escuchar consejos. Tras la presentación me dijo que en unos días regresaría a la patria.
Horas después, el profe Gerardo recibió, durante un encuentro entre colaboradores cubanos y autoridades del Estado en una comunidad de extrema pobreza, el Sello “16 de abril”, que otorga la Misión Médica cubana en Venezuela a quienes con su trayectoria destacada han aportado y entregado lo mejor de sí a favor de los más necesitados en ese hermano país.
Fue allí y entonces que entablamos una conversación que me acercó aún más a este a este hombre apenas unos días antes mereció la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
—¿Cuántos años lleva ejerciendo la medicina?
—Imagínate, 60 años ya de graduado, pero ejerciendo, desde que cursaba el segundo año, asistiendo a los salones de cirugía desde 1954.
"Soy de los que nos quedamos después del triunfo de la Revolución, más o menos tres mil. Yo había regresado de un curso en Estados Unidos y ocupé una plaza de médico interno en el hospital Calixto García".
—Además de cirujano ¿siempre fue docente?
—En esa época ese era el único gran centro docente universitario del país y ahí comencé a impartir clases; después, en 1967, estuve en Camagüey una larga temporada y esa fue una gran misión, una gran escuela como docente para mí. Pero he tenido la posibilidad de estar en 22 países, en muchos congresos y encuentros, intercambiando experiencias, saberes sobre cirugía.
—¿Otras misiones importantes?
—Estuve con la primera misión médica que fue a Nicaragua después del triunfo de la Revolución Sandinista.
—Y ahora, ¿por qué Venezuela?
—Ya casi no opero, soy más que todo asesor, profesor, consultante, pero sentía que algo me faltaba, que tenía que venir aquí antes de retirarme y me dio mucha satisfacción cuando me confirmaron que vendría.
"Me siento muy ligado a Venezuela, estuve en muchos congresos aquí, me alegré mucho y pregunté, por disciplina, si había límite de edad y me dijeron que no.
"En Venezuela he sido asesor en la docencia, no en la parte asistencial, como si sucedió en Nicaragua, pero hace mucho de eso. Hace poco estuve en Nuevitas, Camagüey y operé muchísimo, pero aquí vine como docente, aunque si hiciera falta, opero".
—¿Cuántos alumnos ha formado en su carrera? ¿Cuántas vidas ha salvado?
—No sabría decir. Una vez intenté escribir, enumerar la cantidad de operaciones, pero me rendí, es demasiado. Y los médicos de gran significación que fueron mis alumnos son mi mayor orgullo. Aquí mismo en Venezuela me he encontrado con muchos médicos prestigiosos que tuve la honra de que fueran alumnos míos.
—¿Qué significa el título de Héroe del trabajo de la República de Cuba?
Es la honra más grande que he recibido. Fue el primero de mayo. Estaba aquí, me mandaron a buscar y me dijeron: “Hay un estímulo para usted de 10 días; debe ir a Cuba”. Yo más o menos me lo imaginaba porque sabía que me estaban proponiendo, pero cuando llegué a La Habana me enteré que me habían otorgado esa condecoración.
El primero de mayo me llevaron a la tribuna y estuve muy cerca de Maduro, de los Cinco Héroes y después de eso, por la noche, fue la condecoración. Imagínate que tuve el honor, la satisfacción grande, de que me la entregara el compañero Machado Ventura. El y yo fuimos compañeros en el Calixto García como cirujanos en la misma sala. Cuando me puso la condecoración le dije: “Esto es lo más grande que me ha pasado a mí en mi vida y sobre todo, que sea usted quien me la imponga”. Me quedé sin palabras.
EL TRABAJO ES LA MAYOR RECOMPENSA
Para este cubano, héroe de estos tiempos —que luego supe también es miembro correspondiente extranjero de la Sociedad Venezolana de Cirugía y ostenta la Orden “Francisco de Miranda”—, no son los cargos, nombramientos o títulos los motivos que lo impulsan a entregarlo todo. Tampoco el cansancio, los tropiezos de la vida, ni los achaques de la edad son obstáculos para seguir trabajando y aportando.
Luego de la conversación, el profe Gerardo me regaló un abrazo y nos hicimos una foto de recuerdo. Antes, refiriéndose a los más jóvenes, me dijo:
Que vivan enamorados de su profesión, que hagan todo lo humanamente posible para cumplirla bien. Si son médicos, que se mantengan actualizados, se entreguen sin límites donde quiera que estén; que hagan por sus pacientes lo mismo que quisieran que hicieran con ellos. Y lo principal, que trabajen mucho, mucho, que eso no le hace daño a nadie; al contrario, el trabajo es la mayor recompensa.
Leandro Frigoli
19/7/15 9:10
Hermosa nota, felicitaciones que nos permitas acceder a experiencia tan linda de vida. Que inspiran y llenan los corazones de humanidad para los médicos de otros lares. Salú y gracias por la nota.-
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