El lugar de encuentro fue justo al final de la calle F en el cruce con 29. Katia Cárdenas Jiménez, directora de Gestión Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) me comenta que le ha sorprendido la gran asistencia de personas, al punto de que ya se han agotado las entradas para la visita al Castillo del Príncipe, en El Vedado habanero.
Realmente se presentaron a este Andar por el Sistema Defensivo de La Habana Colonial (III) representantes de todos los grupos etarios: niños, adolescentes, jóvenes, adultos y hasta abuelos con sus bastones dispuestos a conocer, de primera mano, todo cuanto puedan aportarles a su acervo cultural el Museólogo Antonio Quevedo Herrero y su equipo de especialistas de los Museos Arqueológicos de la Dirección de Bienes Patrimoniales de La Habana, encabezado por Jesús Ignacio Suárez Fernández y Jorge Ernesto Echeverría.
El recorrido por El Príncipe fue organizado por el equipo de arqueología de la Empresa de Restauración del Patrimonio, la Unidad Presupuestada Patrimonio Cultural OHCH y su Dirección de Gestión Cultural como parte del Proyecto de verano Rutas y Andares para descubrir en familia.
Fue esta la tercera ocasión en que el público accedió de manera masiva al Castillo, desde que el 20 de agosto de 2022, más de 150 personas transitaron por las áreas de la Fortaleza lo cual demuestra el interés de la familia cubana porque se restaure esta obra que formó parte del segundo sistema defensivo de La Habana.
Desde hace dos años un grupo de historiadores y arqueólogos está profundizando en la historia del Castillo fortificado donde actualmente se realizan excavaciones arqueológicas. Según explicó Quevedo Herrero existen varios proyectos con vistas al futuro aprovechamiento del inmueble:
“Por lo pronto queremos establecer aquí un área temporal donde recibir a los visitantes hasta que la obra se pueda restaurar. Se piensa rescatar la Fortaleza a partir de pequeños proyectos de colaboración y con el apoyo de escuelas especializadas. Recuperarlo era uno de los sueños del Doctor Eusebio Leal, después de haber concluido la recuperación del Castillo de Atarés, en el año 2019.
“Este sitio pudiera ser un Museo de los sitios arqueológicos y a la vez recibir proyectos de la Dirección Municipal de Cultura de Plaza de la Revolución y otras obras de tipo social acordes con los intereses de la OHCH. Lo principal es recuperar el Castillo. Es una obra titánica porque se trata del sistema defensivo más grande después de La Cabaña”.
UN POCO DE HISTORIA
En la página de Facebook Museos Arqueológicos de La Habana se cuenta que cuando los ingleses sitiaron La Habana, los españoles pudieron comprobar la necesidad de fortificar la Loma de Aróstegui, nombrada así por haber pertenecido a don Agustín Aróstegui y Loynaz. Allí se erigió el Castillo del Príncipe, denominación dada en honor al Príncipe de Asturias, heredero del trono de España y que más tarde reinó como Carlos IV.
La construcción del Castillo se inició en 1767, bajo la dirección del ingeniero Agustín Crame, quien utilizó los diseños hechos por el ingeniero Silvestre Abarca. Lo sustituyó Luis Huet, quien realizó modificaciones a los trazos del diseño original y fue el máximo responsable de las obras.
Con el relevo de Huet por parte del brigadier Joaquín Casavieja, en 1785, se les da continuidad a los trabajos y no es hasta 1792, con el nombramiento del ingeniero director Cayetano Paveto, que se logra el impulso decisorio para la terminación de las obras arquitectónicas en enero de 1797, como plantea Antonio Ramos Zúñiga en su libro “La ciudad de los castillos: fortificaciones y arte defensivo en La Habana de los siglos XVI al XIX”.
Su designación principal, dentro del sistema de defensa, era resguardar el acceso por tierra desde el oeste de La Habana. La ubicación en una altura y el abrupto escarpe de la Loma de Aróstegui, le dieron la característica particular de auténtico vigía. Estaba estipulado que a menos de un kilómetro de esta obra de avanzada del frente terrestre no podía haber ningún tipo de construcción.
Jacobo de la Pezuela lo describió así: “Es un pentágono irregular con dos baluartes (San Carlos y San Felipe), dos semibaluartes (San Silvestre y San Luis) y un rediente. Magníficos fosos, vasta galería, aspillerada para fusilería en la contraescarpa, camino cubierto y dos excelentes revellines y galerías para minas. Tiene alojamientos embovedados (a prueba de bomba) para numerosa guarnición; almacenes, aljibe y todas las oficinas necesarias para una defensa indefinida. La artillería se compone de unas sesenta piezas de todos los calibres con una guarnición de más de novecientos hombres […]”.
Al Castillo, con su novedosa planta en forma de pentágono, se le construyeron dos revellines (obras de avanzadas): el de Santiago y el de San Vicente, el más grande compuesto por tres niveles: los dos primeros fueron utilizados como almacenes de pólvora y proyectiles de artillería y el último, dotado de una amplia explanada y parapeto, estaba compuesto por troneras para el emplazamiento de cañones.
Dentro del Príncipe había espacio para pabellones, capillas y la Casa de Gobierno. En el Castillo se alojaban las unidades élites, bien preparadas para la defensa de la capital. Su jefe ostentaba el rango de Gobernador y tenía determinadas prerrogativas para tomar decisiones importantes.
Bajo el gobierno español en este recinto estuvieron presos, entre otros, Fermín Valdés Domínguez, Rafael María de Mendive, los hermanos Gaspar y Diego Agüero; Domingo de Goicuría, Luis de Ayestarán y Moliner y los estudiantes de Medicina que sobrevivieron al fusilamiento del 27 de noviembre de 1871.
La fortificación se mantuvo como obra defensiva hasta 1898. Cuando se produce la intervención norteamericana se utiliza como Cuartel y lugar de almacenamiento. A partir de 1903 acoge al Presidio Nacional y en 1904 comienzan a entrar los primeros presos hasta que en 1928 se construye el Presidio Modelo en la Isla de la Juventud.
Durante el gobierno de Gerardo Machado, y hasta 1958, deviene Cárcel de La Habana. Se mantiene como reclusorio hasta principios de la década del 70 cuando pasa a ser sede de la Unidad de Ceremonias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (hasta aproximadamente 2016 o 2017).
ALGUNAS CURIOSIDADES
Una tarja da cuenta del nacimiento en áreas del Castillo del campeón mundial de ajedrez José Raúl Capablanca Graupera (19 de noviembre de 1888-8 de marzo de 1942), cuyo padre era el comandante del ejército español José María Capablanca.
Algo poco difundido, al decir del historiador Suárez Fernández, es que el arquitecto paisajista francés Jean Claude Nicolas Forestier presentó un proyecto, que no llegó a materializarse, de levantar una escalinata para acceder al Castillo, por la intersección de la Avenida de los Presidentes y Zapata, con varios niveles donde se emplazarían esculturas en bronce alusivas a los próceres de la Guerra de Independencia. Frente a la entrada del Castillo se iba a construir una especie de balcón, con visuales hacia la avenida Carlos III.
Afirma el historiador Avelino Couceiro que al declararse, el 16 de noviembre de 1979. La Habana Vieja como Monumento Nacional, con todo su sistema militar, el Castillo del Príncipe fue incluido en esa categoría. El 14 de diciembre de 1982 la Unesco declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad a la zona histórica de La Habana junto a su sistema de fortificaciones para la defensa de la ciudad. El Príncipe fue inscripto en el Índice del Patrimonio Mundial con el Numero 27.
MOMENTOS DEL RECORRIDO
Al acceder a la Plaza de Armas, el fotógrafo Néstor Martí, apostado a lo lejos sobre la azotea de uno de los edificios, nos pide a todos los presentes que nos agrupemos en el centro de la Plaza alrededor de la inscripción que reza: “Cárcel de La Habana, 1935” para inmortalizar ese instante mediante los lentes de su cámara.
Luego de transitar por un camino lleno de hojas secas y tamarindos bajamos al foso sin agua del Castillo. Apreciamos las labores de excavación en el sitio y los hallazgos arqueológicos de objetos utilitarios de vidrio y cerámica, entre otros materiales.
Finalmente accedimos al túnel perimetral aspillerado, de unos dos metros de ancho, que concluye en un sistema de galerías de minas, actualmente clausurado por las labores de restauración. El diseño del túnel constituye un exponente de los cambios ocurridos en los sistemas defensivos durante el siglo XVIII, determinados por los progresos de la artillería, advierte el historiador Suárez Fernández.
Es ya mediodía y arrecia el calor. Todos estamos cansados y sedientos luego de más de dos horas de mucho ajetreo pero nos sentimos felices por haber tenido el privilegio de formar parte de este Andar por el Sistema Defensivo de La Habana Colonial. Como retribución a quienes lo hicieron posible aplaudimos en señal de agradecimiento y luego de despedirnos de los arqueólogos e historiadores emprendemos el camino de regreso a casa.
Rosa
1/8/23 14:02
No sé si será cierto pero recuerdo haber escuchado conversaciones cuando era adolescente que esa fortaleza fue convertida en prisión y lugar de ejecuciones después del 1ro de enero del 59 , recuerdo personas mayores que comentaban que acudían a visitar a sus familiares presos en "el principe", así decían y otros mencionaban "fusilamientos" en ese lugar. Qué bueno que sea convertido en museo.
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