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viernes, 27 de diciembre de 2024

La guerra, la paz, la ONU y el Papa

Cómo la historia de violencia que vive el mundo puede cambiar en el próximo minuto…

José Armando Fernández Salazar en Exclusivo 22/09/2015
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En este mismo minuto seis personas han muerto en el mundo como consecuencia de un conflicto armado. Así ha sido desde hace milenios.

Cuando la humanidad aún era adolescente, sus hombres de valor alzaban la vista al cielo y rogaban a sus dioses que guiara su espada en la batalla. En aquel entonces los sacerdotes bendecían ejércitos y no pocas veces se acometían campañas bélicas amparadas en justificaciones religiosas.

Mucho han cambiado las fronteras del mundo durante estos siglos en los que la beligerancia generalmente fue el motor de la historia. Pero de entre las cenizas de uno de los más grandes holocaustos humanos, la Segunda Guerra Mundial, en octubre de 1945 surgió la Organización de Naciones Unidas (ONU).

La nueva entidad internacional, en un principio integrada por 51 países, era una continuidad de la malograda Sociedad de las Naciones, y en ella los seres humanos depositaron su esperanza para que no se repitieran las imágenes de los campos de concentración nazis o los ríos de sangre en las afueras de Stalingrado.

El mantenimiento de la paz es la principal razón de ser de la ONU; sin embargo, desde su propio nacimiento tuvo que solventar numerosas crisis derivadas de las tensiones de la Guerra Fría, el colonialismo, el terrorismo y la intolerancia. Para “hacer su trabajo” la entidad internacional tiene la potestad de desplegar fuerzas pacificadoras, establecer sanciones económicas y comerciales, pero sobre todo, crear espacios de diálogo diplomático para las partes en conflicto.

A pesar de sus esfuerzos, la ONU no ha podido detener conflagraciones como las que sacuden el Medio Oriente y en no pocas ocasiones fue un instrumento de los países más poderosos para intervenir en otras naciones. Los expertos coinciden en que esta situación hace imperativa una reforma institucional de la organización, con el ánimo de hacerla más democrática y efectiva.

Y si antes los hombres valerosos buscaban en sus dioses la fuerza para la batalla, hoy sus oraciones claman por la reconciliación.

Ese cambio en el espíritu de las plegarias fue resumido por el papa Francisco, máximo representante de la Iglesia Católica, cuando expresó: “Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la doblez. Para todo esto se necesita valor, una gran fuerza de ánimo”.

No muy lejos de esa línea de pensamiento estuvo el mensaje que envió al mundo Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, a propósito de la celebración este año del Día Internacional de la Paz, el 21 de septiembre, en el que dijo: “Exhorto a todas las partes beligerantes a que depongan las armas y establezcan un alto el fuego a nivel mundial. A ellos me dirijo para decirles que pongan fin a la muerte y la destrucción y creen los espacios necesarios para una paz duradera”.

Ahora más que nunca aparece una comunión entre estas dos grandes instituciones y nada mejor que sea a favor del cese de los conflictos planetarios. La confluencia va más allá de las declaraciones o los encuentros diplomáticos. El papa se convertirá en el primer sucesor de Pedro en hablar en la Asamblea General de Naciones Unidas el próximo 25 de septiembre, donde ha anunciado que exhortará a los gobernantes a reforzar su rol para minimizar los conflictos armados.

La ONU espera reforzar su credibilidad con el apoyo del Sumo Pontífice, quien ha señalado que sus mensajes van mucho más allá de los más de mil millones de católicos que existen en el orbe. En ese sentido, Ban Ki-moon declaró recientemente que “la visita del papa Francisco a las Naciones Unidas se produce en un momento de desafío y esperanza. Mientras el mundo lucha para hacer frente a los conflictos, la pobreza y el cambio climático, el papa es una voz importante en favor de medidas urgentes para proteger a las personas y a nuestro planeta”.

En este mismo minuto seis personas han muerto en el mundo como consecuencia de un conflicto armado. Así ha sido desde hace milenios, pero la historia puede cambiar en el próximo minuto.


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José Armando Fernández Salazar

Para mí no hay nada mejor que estar con los que quiero, riendo y escuchando a los Beatles


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