Aún cuando al escribir estas líneas todavía se estaba votando en Alaska por los candidatos a la nominación demócrata y republicana para las elecciones presidenciales de noviembre próximo, todo indica que la tan codiciada jornada del supermartes electoral favorece las aspiraciones de Hillary Clinton y Donald Trump.
De manera que si bien todavía queda mucho por andar para conocer a los finalistas por los demócratas y los republicanos, al menos en la votación de este primero de marzo en doce Estados de la Unión, la balanza se inclinó favorable a los aspirantes ya mencionados.
La Clinton, con un discurso que habla de mejoras sociales, inclusión y reformas en el sistema político, se impuso por el momento a Bernie Sanders, su oponente por la nominación demócrata.
Sanders por su parte hace gala de ideas y proyectos que dice están encaminados a revolucionar desde los cimientos a la sociedad estadounidense, y a establecer un gobierno que combata la actual tiranía de las minorías opulentas.
Mensaje que, dicho sea de paso, ha calado en amplios segmentos juveniles y entre la gente más humilde, al punto de otorgarle importantes cuotas de respaldo.
Mientras, del lado contrario, el multimillonario Donald Trump, con una controvertida imagen que pretende ofrecer un “rostro novedoso y explosivo” al conservadurismo republicano, dejó atrás, entre otros, al aspirante Marco Rubio, un conocido fundamentalista de origen cubano, para acentuar el dolor de cabeza que su inusitada aceptación está causando entre el tradicional liderazgo republicano.
Con una proyección que mezcla ácidas críticas al denominado “stablishment” político norteamericano, la anuencia al Ku Klux Klan y al supremacismo blanco, y planes de hacer pagar a México la edificación de un muro sobre la divisoria común para evitar la llegada de ilegales a los Estados Unidos, el magante Donald Trump se ha convertido en un peligro para su propio partido, según indican importantes figuras republicanas.
Tal es así que ya algunos de sus correligionarios le denominan el Frankestain que puede sepultar a la entidad política que le dio alas.
De hecho, no pocos republicanos han manifestado públicamente que temen la retórica torcida de Trump y que no votarán a su favor de ser el candidato presidencial electo.
Mientras, las tensiones entre los demócratas no son menos. La puja Clinton-Sanders no se espera concluya luego de este supermartes, con la agravante, según analistas, de que la ex primera dama “enfrenta una investigación federal acerca del sistema de correo electrónico privado que empleó durante su desempeño como secretaria de Estado”, un asunto, prosiguen las mismas fuentes, “que siempre está al borde de volverse una pesadilla y que podría dañar seriamente su candidatura, y a la cúpula de su partido.”
No obstante, y según una encuesta publicada por la cadena televisiva CNN este propio martes, por el momento los demócratas vencerían con relativa holgura a los republicanos en un posible duelo por la presidencia frente a Donald Trump.
En el caso de Clinton la cifra sería de 52 por ciento de sufragios favorables contra 44 por ciento de su oponente, mientras que Sanders sumaría 55 por ciento de boletas positivas y Trump 43 por ciento.
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