Quién duda que el comercio internacional encierra un gran potencial para mejorar los niveles de vida de la población y la prosperidad de las naciones, como también enriquecer mucho más a las trasnacionales (sí, no olvidemos este detalle).
Permite a los países ampliar sus mercados y acceder a bienes y servicios que de otro modo no estarían disponibles a nivel nacional, y como resultado de ello el mercado se vuelve más competitivo, en algunos casos u ocasiones con precios atractivos.
Si un país importa más de lo que exporta, tiene un déficit comercial, y entonces podría verse en la necesidad de pedir prestado a otros Estados o instituciones para pagar sus importaciones adicionales.
Según los expertos las naciones con altos niveles de importaciones necesitan aumentar sus reservas de divisas para pagar aquellas, lo que puede afectar al valor de la moneda nacional, la inflación y los tipos de interés.
Si importa menos de lo que exporta, tiene un superávit comercial, en tanto las exportaciones ayudan a las empresas nacionales a obtener una ventaja competitiva, pues aprenden a producir una variedad de bienes y servicios que se demandan en todo el mundo.
Pero que una empresa sea capaz de producir todos los elementos de un producto en su país de origen y ya terminado lo exporte, no es lo más ocurrente pues en la actualidad ello solo representa alrededor del 30% del comercio de bienes y servicios.
La mayoría del comercio (70%) es en realidad en partes intermedias, componentes y servicios que forman segmentos de cadenas de valor globales (CGV); de manera que el proceso de producción de bienes a menudo se difunde en muchos países, con diferentes elementos que se llevan a cabo siempre que las habilidades y materiales necesarios estén disponibles a un costo y calidad competitivos.
Es indudable que el comercio mundial permite aumentar la productividad al ampliar la división internacional del trabajo; fomentar el crecimiento económico impulsado por las exportaciones al facilitar el acceso a los mercados extranjeros; y que afianza la seguridad económica al ofrecer a las empresas alternativas externas valiosas cuando se producen shocks negativos.
ENTRAN EN JUEGO LAS CADENAS GLOBALES DE SUMINISTROS
Según el Licenciado Faustino Cobarrubia Gómez, Jefe del Departamento de Comercio e Integración del Centro de Estudios de la Economía Mundial (CIEM), las cadenas globales de suministros impactan de manera notable en la economía mundial.
Al comparecer recientemente en la Mesa Redonda Informativa de la radio y la televisión cubana, dijo que el 80 por ciento del comercio mundial se articulan alrededor de ellas.
Controladas por las grandes trasnacionales, estas cadenas juegan un rol de subordinación a las políticas de esas grandes compañías, en tanto la participación de los países subdesarrollados ocurre en las fases de ensamblaje de productos o de fuerza de trabajo, pero el centro de poder y las mayores ganancias siguen estando en los tradicionales países desarrollados, subrayó el experto.
Lo cierto es que el impacto de la pandemia de la COVID-19, la guerra en Ucrania y el conflicto hegemónico comercial entre Estados Unidos y China, por citar algunos fenómenos, han incidido de manera significativa en la configuración de las tendencias comerciales.
En opinión de expertos e instituciones las perspectivas del comercio siguen siendo inciertas en un contexto de continuas tensiones geopolíticas y preocupación por la inflación, los elevados precios de las materias primas – especialmente de la energía, los alimentos y los metales – y la arriesgada combinación de elevados tipos de interés y deuda pública.
Un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), de a finales del
2022, advirtió entonces que más de la mitad de los países menos adelantados y otros de renta baja se encontraban en situación de alto riesgo o ya en dificultades de endeudamiento.
Los actuales niveles récord de deuda mundial, unidos a los elevados tipos de interés, seguirán afectando negativamente a las condiciones macroeconómicas de muchos países, advertía el documento.
Incluso aunque durante la pandemia, el comercio y las cadenas de suministro se volvieron vitales para aumentar la producción y la distribución de suministros médicos, en particular las vacunas, no podemos olvidar que las transnacionales farmacéuticas se enriquecieron mucho más a costa del dolor humano, de las necesidades o demandas de no pocas naciones.
Estaban a la orden del que mejor pagara y se hizo más profunda y dramática la brecha entre países ricos y países pobres, aunque gestos solidarios de naciones como Cuba también prevalecieron.
Como resultado de las tensiones geopolíticas, de las políticas proteccionistas, de la inestabilidad económica y, más recientemente, de los desafíos planteados por la pandemia de COVID-19, hoy día la crisis global del comercio, un fenómeno de creciente preocupación, se caracteriza por la disminución del intercambio comercial a nivel internacional.
La crisis no solo afecta a las economías nacionales, sino que también tiene implicaciones profundas para la cooperación internacional, el desarrollo sostenible y el bienestar global, aseguran economistas.
EL COMERCIO UN CAMPO DE BATALLA POR LA HEGEMONÍA
De acuerdo con Faustino Cobarrubia Gómez la economía mundial está experimentando el peor desempeño en las últimas tres décadas y estamos al borde de un proceso de estanflación, un fenómeno en el que se combina la inflación, el desempleo y el estancamiento económico, acotó.
Este fenómeno, recordó, fue evidente en la década de
1970, pero en este momento es novedoso y se combina con los resultados de la pandemia, el conflicto en Ucrania y la interrupción de las cadenas de suministros.
También el investigador del CIEM subrayó que nos hallamos ante una especie de transición geopolítica en términos de hegemonía. “Estamos viendo un desplazamiento de Occidente hacia Oriente, lo cual representa un terremoto en la economía mundial”.
Advirtió a su vez que se está produciendo un proceso de globalización más regionalizado, “con bloques como la Unión Europea, donde casi el 70% del comercio se realiza entre ellos. Otro caso es América del Norte, con Estados Unidos, Canadá y México, o el bloque asiático, con China a la cabeza”.
En opinión de otro experto del CIEM, el Doctor en Ciencias Jonathan Quirós Santos, aunque se aprecia este fenómeno de “globalización más regionalizada” desde el punto de vista discursivo, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio (OMC) siguen defendiendo el libre comercio.
“A pesar de las crisis actuales, lo deseable (para tales instituciones) es volver a los cauces del neoliberalismo, del liberalismo comercial, y, por tanto, se están cuantificando las medidas que afectan al libre comercio”.
Como diría Faustino Covarrubia lo cierto es que el comercio es un campo de batalla por la hegemonía, “donde todos luchan por controlar los actores tecnológicos y económicos del futuro. Por un lado, tenemos a China, mientras que por el otro está Estados Unidos con sus aliados”.
En este sentido, su colega Jonathan Quirós señaló que como parte de esa guerra no se puede olvidar cuánto tiempo pasó para que China lograra integrarse a la OMC.
Aún así el gigante asiático es el primer comerciante mundial de bienes; desde
2010 es el principal productor mundial de productos manufacturados, que son los más dinámicos en el comercio y el año pasado, China registró la mayor cantidad de patentes de propiedad intelectual.
Tal cual hemos visto, como resultado de las tensiones geopolíticas, de las políticas proteccionistas, de la inestabilidad económica y del impacto de la COVID-19 la crisis global del comercio está presente en nuestros días, y ojalá las perspectivas dejen de ser inciertas.
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