¡Un rollo de alambre con púas no puede costar más que una vaca!, le dijo con asombro y angustia el ganadero Gelacio Fiol a Noel Otaño, reportero del telecentro Islavisión, cuando potrero adentro este periodista constató los altos precios de los insumos, uno de los problemas que en el Municipio Especial Isla de la Juventud impiden avanzar más y mejor en la producción de leche y carne.
Según el entrevistado, ese recurso les cuesta a ellos unos 114 pesos en MLC, lo cual en moneda nacional equivale de 11 mil a 13 mil pesos, a la vez que no pocos vaqueros pineros también se quejan del no pago de la divisa y del dinero correspondiente al sobrecumplimiento de las entregas, en un territorio donde apenas se logran 7 mil 500 litros, de los 12 mil que a diario demanda el consumo social local.
En realidad son diversas las preocupaciones de muchos productores cubanos en torno a disimiles dificultades, y hay conciencia de que el país atraviesa uno de sus momentos más críticos en cuanto a insumos, fertilizantes y combustibles, debido a las limitaciones financieras. Por supuesto, ello gravita en la producción de viandas, hortalizas, granos, cárnicos, frutales y demás alimentos.
El propio ministro de la Agricultura, Ydael Pérez Brito, ha señalado que el 2021 fue uno de los peores años de la última década en la producción de bienes y servicios agropecuarios, a causa del recrudecimiento del bloqueo, de la pandemia, de la crisis económica y de las desviaciones o errores presentes en la implantación del ordenamiento monetario.
LAS PRIMERAS TRANSFORMACIONES TRAS EL TRIUNFO DE LA REVOLUCION
Por diversas etapas ha transitado este sector a partir de 1959 cuando, por ejemplo, con la promulgación de la Primera y Segunda Ley de Reforma Agraria se entregaron grandes cantidades de tierras a los campesinos, y el mayor porcentaje de las mismas pasó a manos del Estado.
Poco después el país se trazó como estrategia la diversificación de la agricultura, con el objetivo de reducir la dependencia del azúcar, sustituir importaciones y diversificar las exportaciones, pero a principio de los años 90 la pérdida de relaciones comerciales con el campo socialista condujo a que la producción de alimentos colapsara debido a la no entrada a Cuba de fertilizantes, pesticidas, tractores, piezas y petróleo.
A partir de ese momento, y bajo el impacto del bloqueo norteamericano, Cuba reorientó su agricultura y nuevos volúmenes de tierras fueron entregadas en usufructo a personas y entidades estatales, en tanto un fuerte impulso recibieron también la agricultura orgánica y la agricultura urbana y suburbana, y el movimiento cooperativista.
No obstante las positivas transformaciones que en comparación con la etapa previa al triunfo de la Revolución ha tenido Cuba, en cuanto a mejoras de las condiciones de vida de los campesinos y la entrega de tierra, este sector no ha escapado de múltiples problemas subjetivos y objetivos, que aún impactan en los rendimientos y por consiguiente en los precios mayoristas y minoristas.
Pero no podemos olvidar que los cambios asociados al campo también lo son en el orden social, cultural, de las comunicaciones, en fin, de intentar mejorar la vida de sus pobladores, muchos de ellos en zonas alejadas y montañosas. El Plan Turquino es una prueba de tales esfuerzos y realizaciones.
EL PRODUCTOR AGROPECUARIO COMO CENTRO DE LAS ATENCIONES
Como bien explicó en el programa televisivo Cuadrando la caja el Doctor en Ciencia Ernel González, decano de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología, de la Universidad de La Habana, a las dificultades con la calidad de las tierras se une el insuficiente índice de aprovechamiento de las existentes, debido a la carencia de recursos para explotarlas, y la alta ociosidad de un grupo de ellas.
Citó además, como otro fenómeno actual, el de la migración hacia formas de trabajo urbanas lo cual, aunque no solo ocurre en Cuba sino a nivel mundial y es consecuencia del propio desarrollo, obliga a buscar incentivos adicionales para lograr mantener la fuerza agrícola en el campo e incrementar los niveles de productividad, también bajos.
Hace un lustro, recordó en el programa el propio experto y académico, de cuatro millones 474 mil 800 trabajadores que tenía el país, había en la agricultura 833 mil 300, es decir, el 18,6 %, en tanto la cifra de mujeres andaba por los 123 mil 500. Este segmento hoy sigue desempeñando un papel importante en el sector agropecuario, junto a los jóvenes y a quienes aún en edad de jubilación se mantienen aportando desde el surco.
Actualmente hay más de 400 mil productores y “es muy importante seguir incorporando más, que tengan menos trabas, más acceso e ingresos”, ha señalado el Ministro de la Agricultura, además de insistir en la necesidad de que los productores agropecuarios sean la base fundamental de todas las atenciones.
“Ese eslabón es el que de verdad tenemos que proteger. Ahí es donde se concretan las cosas”, acotó el 22 de febrero, en su comparecencia televisiva de la Mesa Redonda Informativa.
MUY POCAS TIERRAS PRODUCTIVAS
Pero a su vez el suelo, un recurso importante para la producción agropecuaria -y el sustento de la biodiversidad- en Cuba ha sido de los menos cuidados, lo cual incide en su degradación y pérdida de la capacidad productiva.
Datos oficiales indican que solo el 23.2 % de las superficies agrícolas tiene categorías productivas (I y II) y el 76.89 % se consideran poco productivas, pero independientemente de las condiciones climáticas, topográficas y edafológicas existentes, ha habido un inadecuado manejo y explotación por el hombre y eso entraña un gran desafío hoy.
- Consulte además: Cuba: agricultura sostenible y soberanía alimentaria
Según el Master en Ciencias Dagoberto Rodríguez, de la Dirección de Suelos y Fertilizantes del Ministerio de la Agricultura (Minag), en el 71% de la superficie del país impacta la erosión, en tanto por la salinidad están afectadas 1,0 MM de hectáreas (ha), por salinización o sodicidad el 15% de la superficie agrícola, por compactación el 24%; por bajo contenido de materia orgánica o fertilidad el 70% y por acidez hay perjuicios en dos millones 292 mil ha.
En aras de mitigar o atenuar esta situación, desde el 22 de enero de 2022 entraron en vigor las nuevas disposiciones jurídicas para la implementación de la Política sobre la conservación, mejoramiento, manejo sostenible de suelos y uso de los fertilizantes.
Según Juan Carlos Prego, vicepresidente primero de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), un elemento que nos distingue es que la tierra es patrimonio de la nación y, por tanto, no hay mercado de ese recurso natural.
Aclaró que por ello sobresale la propiedad estatal y cooperativa, en tanto, por otro lado, son varias las formas productivas o modelos de producción, que incluyen al usufructuario, al campesino privado.
Aunque considera que no estamos más allá de una Tercera Reforma Agraria, al no ser solo con vistas a buscar mecanismos que hagan producir la tierra, para el Doctor en Ciencia Ernel González no deja de resultar significativo el paso a formas no estatales de gestión del referido recurso natural, un bien nacional y propiedad del Estado, sin dejar de reconocer la que es propiedad de los campesinos.
63 MEDIDAS PARA DINAMIZAR LA AGRICULTURA Y REDUCIR LAS IMPORTACIONES
Lo cierto es que las importaciones de alimentos ascienden cada año a unos dos mil millones de dólares, por lo que no podemos darnos el lujo de que en una tarea de alta prioridad como la entrega de tierra en usufructo haya demora por trámites burocráticos, tal cual afirmó en espacio dominical del canal Caribe el Licenciado Pablo Orlando Pérez, presidente de la Cooperativa Frank País, de Güira de Melena.
La urgencia de contar con un nuevo Modelo de gestión para el sector agropecuario determinó entonces contar con un Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, y en sintonía con los retos de hoy se pone el conocimiento y la ciencia al servicio de la producción de alimentos, se promueve la intersectorialidad, se fortalece la estrategia de desarrollo territorial, y se descentralizan y dan mayor autonomía a los municipios, como eslabón indispensable para el avance de la nación.
Y precisamente el paquete de 63 medidas dirigidas a dinamizar la agricultura se entroniza con todo lo anterior, pues da respuesta a problemas estructurales, organizativos y productivos, del uso y tenencia de la tierra, y de carácter financiero, además de apuntar a la reducción de las importaciones.
En esencia, tales acciones pretenden alcanzar los mayores rendimientos, beneficiar a los productores, eliminar trabas burocráticas, fortalecer la empresa estatal socialista e incrementar sus áreas productivas, sin olvidar el aporte de los restantes actores económicos, del movimiento cooperativo y campesino, pues en no pocos cultivos son los que mayores producciones aportan.
Una diversidad de actores hay dentro de la agricultura cubana, en la que las cooperativas en general -encabezadas por las de Créditos y Servicios- aportan el 80 % de los volúmenes de alimentos, sin ser propietarias de la mayoría de las tierras, precisó el moderador de Cuadrando la caja, el Doctor en Ciencia Rafael Montejo, decano de la Facultad de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de La Habana.
Por eso un aspecto que resalta, y sobre el cual se pone especial atención, es el impago a los productores, situación que se ha tratado de enmendar durante años sin resultados positivos aún, tal cual se demostró en ese espacio televisivo con el reportaje desde la Isla de la Juventud.
NO SE ESTÁ CRUZADO DE BRAZOS
A raíz de anunciarse que en ese programa se trataría el tema de las transformaciones y desafíos en el campo cubano, en las redes sociales un cibernauta llamado rebelde opinó el 14 de septiembre que una agricultura sin tractores, combustibles, fertilizantes químicos u orgánicos, sin mano de obra, sin regadíos, es una utopía.
Indudablemente como hemos señalado esas y otras carencias gravitan hoy sobre el sector agropecuario, pero en honor a la verdad el país ni sus instituciones, ni los propios productores individuales y estatales están cruzados de brazos.
La máxima dirección de la Revolución, encabezada por el Presidente Miguel Díaz-Canel, y desde los territorios los gobiernos locales, dan seguimiento a los programas afines a la alimentación del pueblo, a justas preocupaciones de la población como los desabastecimientos de placitas y agromercados y los altos precios, y ante estos desafíos se buscan alternativas.
El miembro del Buró Político y vicepresidente de la República de Cuba, Salvador Valdés Mesa, ha señalado que en tiempos de crisis económica y escases hay que poner los recursos donde más se produzca; por ejemplo, en los llamados polos productivos.
Incluso entre las 63 medidas aprobadas -y en el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional- aparecen como un pilar los territorios, el fortalecimiento de las estructuras municipales, la descentralización de un grupo de empresas en aras de que su nivel de actividad responda a la localidad.
En la Mesa Redonda del 22 de febrero último, el ministro de la Agricultura señaló que se está trabajando en el sistema empresarial con la reducción de ocho mil indirectos, ya hay cinco mil que han pasado a tareas más directamente vinculadas con la producción.
“Hemos reducido también más de 560 UEB (Unidades Empresariales de Base) para no tener tantos eslabones indirectos, en tanto las OSDE (las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial) van a reducir un 70% de su plantilla indirecta”.
Recordemos además, que se cuenta con una red de centros científicos dedicados a las investigaciones agrícolas, sobre todo relacionadas con la obtención de nuevas variedades, medios cultivos, protección de suelos, y adaptación al cambio climático, entre otras.
La alta capacidad de los recursos humanos, ya sean investigadores o técnicos, formados en el país es una de las fortalezas con que cuenta el sector.
El protagonismo de la ciencia y la innovación, de la informatización y la comunicación son también pilares en las transformaciones que hoy tiene la agricultura cubana, nuestros campos, en su perenne desafío por dar alimentos para el pueblo.
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