Grandes Ligas tiene un serio problema con el tiempo. Los partidos son cada vez más extensos y esto aleja a los fanáticos de los estadios, los televidentes pierden la atención y cambian el canal y los anunciantes prefieren colocar su dinero en otras disciplinas supuestamente más atractivas. Ante este nada agradable escenario, la organización decidió que debía introducir cambios en el juego, con el objetivo de acortar la duración de los desafíos.
En 2018, el tiempo promedio de un juego de nueve entradas fue de tres horas, cinco minutos menos que en la temporada anterior, pero 36 minutos más que un juego normal de 1976.
Entre las opciones que se me ocurren para que los partidos de Grandes Ligas no excedan las tres horas aparecen: a) acortar la duración de los entre innings; b) reducir el tiempo desde la “llamada al bullpen” hasta que el relevista realice el primer envío; c) introducir la regla del KO a partir del séptimo inning y d) implementar quizás la regla IBAF en los desafíos que vayan a extrainnings.
Estas propuestas pudieran ser realmente efectivas, pero no creo que ni siquiera se hayan estudiado por MLB y el Sindicato de Jugadores. Por supuesto que la principal demora está en el tiempo que tarda un equipo desde que concluye su turno al bate hasta que pasa a la defensa; pero estos minutos son “sagrados”, porque es el espacio para los anuncios publicitarios. Los acuerdos con las cadenas televisivas son esenciales para la salud económica de las franquicias, así que a nadie se le ocurriría acortar en 30 segundos ese tiempo, porque eso significaría, en una larga temporada, varios millones de dólares menos en el presupuesto. Impensable.
Sucede algo parecido con los cambios de lanzadores. En la era de la sabermetría, de los equipos sin lanzadores abridores definidos y de un uso cada vez mayor de los relevistas, pues lógicamente los partidos duran más. ¿Por qué no agilizar los cambios de lanzadores? La explicación a esa pregunta está en el párrafo anterior. “Esta llamada al bullpen ha sido patrocinada por Budweiser. ¡This Bud is for you! Vamos a un corte y regresamos”. Si añadimos seis o siete cortes…por equipo, entonces hagamos la cuenta matemática.
Las últimas dos propuestas también ayudarían a agilizar los partidos. El KO ya se ha aplicado en el Clásico Mundial y en el llamado “béisbol internacional” se ha empleado por décadas. La regla IBAF pudiera ser más polémica, pero terminaría por imponerse. ¿Recuerdan el tercer partido de la Serie Mundial 2018, que se extendió a 18 innings y más de siete horas? Solo los que pagaron miles de dólares para ver el desafío en el Dodger Stadium y los comentaristas de la televisión lograron resistir ese maratón. Aplicar una alternativa en los extrainnings no es “matar el espíritu del juego”, sino buscar una solución a un problema real.
Pero no. Grandes Ligas ya identificó al “culpable” de las más de tres horas de duración de cada partido: el tiempo que tarda el lanzador en realizar los envíos. Genial, simplemente genial. Para solucionar esto, la organización comenzó a aplicar en el entrenamiento de primavera un reloj que marca los 20 segundos con los que cuenta el pitcher para realizar su próximo lanzamiento. En esta “fase experimental” no hay penalidades para el infractor, pero está previsto que, una vez transcurridos los dichosos 20 segundos, el árbitro detenga al pitcher y agregue una bola al conteo.
En Ligas Menores ya se aplica este reloj y en las Mayores pudiera extenderse en un futuro no lejano, aunque Grandes Ligas dice que preferiría alcanzar un acuerdo con el Sindicato. Ese acuerdo no creo que vaya a concretarse; pero la organización tiene la potestad de incluir la modificación. Poco, muy poco influirá este reloj.
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