Qué Las Tunas iba a ganar era cuestión, cuanto más, de días. No llegó a tanto. Este viernes completaron la séptima barrida en finales de la Serie Nacional y alzaron en la mismísima casa de los máximos ganadores históricos, su segunda corona. Y apúntelo: vienen más.
Se dijo que la semifinal entre Las Tunas y Matanzas era una final adelantada. Después que los Leñadores se deshicieron por primera vez de los Cocodrilos en una serie de postemporada, arremetieron con los Leones como mismo hicieron con los Tigres avileños: los barrieron en cuatro juegos.
El propio Guillermo Carmona, mentor de los Azules, en la conferencia de prensa del jueves admitió, sin decirlo, obvio, que al playoff le quedaba poco. Pidió al final la palabra para agradecer a sus muchachos. Intuía que no iba a tener más las cámaras de la tv y tantos periodistas juntos para emitir ese elogio. Era, entre líneas, un “a esto no le queda mucho”.
Este viernes se consumó el triunfo. Desde antes de comenzar el partido se veía la superioridad emocional de los tuneros, por mucho que los organizadores crearon un ambiente propicio para reanimar a los Leones.
Del juego en sí, hay poco que decir. Por lo menos Yasiel Santoya y Yordanis Alarcón sacudieron sendos jonrones con los cuales la final no se fue sin el batazo más espectacular.
Así y todo, es la discusión del título en series nacionales con menos bambinazos en la historia, según los archivos del estadístico Benigno Daquinta.
Hasta ahora la marca era de tres en la serie nacional 36 (1996-1997), salidos de los bates de los pinareños, Daniel Lazo, Omar Linares y Yosvani Madera ante el picheo de Villa Clara.
Dos años antes, en otra final entre esos mismos equipos sacaron 22 pelotas (13 de Pinar y 9 de Villa Clara), lo que representa récord.
Los palos de vuelta entera sucedieron ahora en los últimos innings. Con la situación dada con las pelotas Teammate por su poco bote y calidad, algunos en el palco de la prensa ironizaron que las mejores estaban en el fondo de las cajas.
Ojalá no volvamos a un playoff con tan pocos palazos. Esas conexiones son espectáculo en sí.
La victoria dejó varias huellas: el debut a lo grande de Abeisy Pantoja como director después de 14 años como parte del colectivo técnico.
Al término del juego agradeció a todos los mentores que participaron en su formación y en especial mencionó a Pablo Civil y a Carlos Martí con quien trabajó en la pasada Liga Élite.
«Con Pablo estuve hasta que me entregó el equipo y de Carlos aprendí mucho el año pasado, con ambos fui campeones. Este triunfo es para ellos también», dijo entre elogios y llamadas telefónicas para felicitarlo.
En un gesto que no pasó desapercibido, tras el saludo con el rival vencido fue corriendo a reverenciar a los aficionados congregados por la banda de primera base, cerca del banco de los Leñadores, entre quienes estaba su familia también.
“Este éxito es para ellos, esa gente vino desde Las Tunas a apoyarnos, y debemos recompensarlos por ese acompañamiento”, comentó.
De sus atletas, dijo que no había nombres por encima de otros. Todos fueron importantes de una manera u otra.
También significa el adiós glorioso de Dánel Castro como jugador. Reiteró que cuando complete los 2500 jits en la Liga Élite cuelga el bate. Se va a extrañar, aunque algunos dentro del equipo dicen medio en broma, medio en serio, que Dánel no se va, que seguirá siempre con ellos.
Y si hay un nombre que se robó el show fue el pícher Kenier Ferraz, ganó la mitad de los juegos del plantel. No perdió ni uno, y ese balance de 6-0 le mereció imponer un récord y compartir otro.
Dejó atrás el 5-0 de varios en un playoff y se abrazó a Yosvani Torres como el más ganador con seis.
“Quién me iba a decir a mí que iba a poner una marca en series nacionales, e incluso que empataría un récord de Yosvani Torres, uno de los grandes del picheo cubano”, confesó a Cubahora.
Su actuación confirmó el consenso entre prensa y Comisión Nacional de Béisbol para otorgarle el premio a Jugador Más Valioso de la postemporada.
Las Tunas es un campeón merecido, justo. Lideró la fase preliminar y ganó 12 de 14 juegos en la postemporada con par de barridas incluidas.
Industriales hizo lo que pudo, que no fue mucho ante un oponente superior en toda la línea. Se entregó en exceso durante cuartos de final y semifinal ante Sancti Spíritus y Santiago de Cuba, respectivamente.
Al menos regresó a la final y llenó el inmenso Latino. Hay juventud, sobre todo en el picheo, para soñar en grande.
Vienen los festejos y con ella las reflexiones. Esta postemporada dejó lecciones. De ellas, escribiremos próximamente.
Andrés
14/8/23 15:57
Así se hace hermano, así se hace. Honor a quien honor merece.
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