Ana Fidelia Quirós y el doble orgullo de las deportistas

No resulta imprescindible ser un experto en deporte para conocer la historia de Ana Fidelia Quirós. Tampoco para hablar de sus hazañas en las pistas, de su sencillez y entereza, o de sus triunfos en la vida.

En ella se resumen valores que hacen especiales a las féminas de esta tierra. Desde su trayectoria se pudiera ilustrar todo aquello que les convierte en seres especiales, capaces de sobrepasar cualquier límite, y que siempre debería estar presente, más en una fecha tan significativa como el Día Internacional de la Mujer.

En la subcampeona olímpica y dos veces reina mundial de los 800 metros abundan cualidades para la sana “envidia”, que le han convertido en un ícono dentro y fuera de la Isla.

«Soy una mujer orgullosa de mi condición, de que me reconozcan en mi país y fuera por todo lo que he conseguido», comenta Ana Fidelia convocada por JIT para compartir lo que significa ser referente en una sociedad comprometida con ampliar derechos de las mujeres.

«Como mujer he tenido que hacer grandes sacrificios para lograr todos mis resultados, superar muchos obstáculos dentro y fuera del deporte, pero me ha hecho muy feliz haberlo conseguido, y por haber contado con mucho apoyo», reconoce con evidente felicidad.

Convertirse en un pilar del hogar, ver crecer a Karla Fidelia y Alberto Alejandro a la par de conseguir tantos éxitos deportivos fue asumido por la llamada Tormenta del Caribe como el principal reto que le puso la vida.

«He podido lograr esto por el empeño, con dedicación y sobre todo la disciplina que siempre me propuse. También por el respaldo de mi familia, de los entrenadores y de mi pueblo, que siempre me inspiró para seguir adelante, porque implicaba un doble esfuerzo, un sacrificio inmenso.

»Para ser mujer y deportista se necesita una gran determinación. Debemos sobreponernos a la alta intensidad de los entrenamientos, para luego asumir un importante rol en el hogar, atender a la familia, la educación de los hijos y en mi caso combinado con los deseos de superación, de estudiar una carrera universitaria. Ya estamos hablando de un esfuerzo triple…», asegura mientras repasa aquellos tiempos.

«Sin quitarle mérito a los hombres, creo que cuando las mujeres alcanzamos buenos resultados en lo que hacemos cobra un mayor significado. La relevancia para la familia, para el pueblo se multiplica, porque saben reconocer que hemos sido capaces de superar no pocos obstáculos, más allá de los necesarios pasos que se han dado para impulsar la igualdad de género en todos los ámbitos de la sociedad», añade también satisfecha por las tantas muestras de cariño que sigue recibiendo a diario.

Ana Fidelia considera que todas las niñas deberían en algún momento vincularse al deporte por su capacidad para educar y forjar el carácter. «Incluso, aunque no aspiren a llegar al alto rendimiento, les pediría que no perdieran la oportunidad de practicarlo. El deporte forma el carácter, da disciplina, constancia, enseña a superar adversidades y eso en general sirve para siempre», afirma.

Sin esa disposición para superar cualquier adversidad, Ana Fidelia no hubiese sido capaz de reponerse al accidente doméstico que pudo costarle la vida. Solo gracias a su constancia y determinación regresó a la alta competición para volver a brillar.

«Siempre digo que tenemos muchos ejemplos en Cuba de mujeres guerreras, que nos inspiraron, y no solo me refiero al sector del deporte. Para mi formación siempre tuve como guía lo que hicieron antes Celia, Vilma y la madre de los Maceo, esa Mariana que todos admiramos. Me he visto siempre como mujer deportista inspirada en esas mujeres», confiesa.

A Ana Fidelia le distingue también su carisma. Su presencia irradia dulzura y a la par fortaleza. Quienes le conocen terminan seducidos por la transparencia de sus sentimientos, el compromiso con la defensa de las más nobles causas y ese inconfundible orgullo de representar al deporte de la Isla en el mundo. Pero sobre todas las cosas, por ser referente de la mujer cubana.