Nos íbamos a poner ya el imaginario kimono. Y sentarnos frente a la computadora. Lo planificado era escribir de algunas buenas noticias del judo cubano. Y entonces llegó una muy mala. ¡La muerte de Estela Rodríguez! Tenía solo 54 años de edad…
El fallecimiento, el pasado domingo, la sorprendió víctima de un paro respiratorio, en el Hospital Clínico Quirúrgico Joaquín Albarrán, en la Avenida 26, en La Habana, donde se encontraba ingresada por afecciones asociadas a la diabetes.
Uno de los que se pronunció enseguida fue el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su cuenta de Twitter.
“Comparto dolor de la familia deportiva cubana ante el repentino fallecimiento de la gran Estela Rodríguez, nuestra primera campeona mundial de Judo. Mis condolencias a familiares y amigos. #Cuba llora su partida”.
Y así mismo es… Cuba llora su partida.
Otro de los muchos que opinaron, utilizando la misma red social, resultó el presidente del Instituto Cubano de Deportes (Inder), Osvaldo Vento, quien expresó que con profundo dolor, la entidad que dirige pierde a una de sus atletas imprescindibles.
“Más que los lauros olímpicos y mundiales que le encumbraron como judoca, fue una cubana comprometida con la obra que le permitió brillar. Condolencias para familiares y amigos”.
Y así mismo es… se le recordará no solo por sus medallas.
A muchos de los que la conocimos lo primero que recordaremos, más allá de sus éxitos sobre los tatamis, sus ascensos a los podios de las competencias más importantes, fue su alegría, sonrisa permanente, y verdadera modestia.
Pero tenemos que recordar algunas preseas (en 72 kilogramos y la Categoría Abierta): primera campeona mundial de judo de Cuba, en Belgrado 1989; plata en el de Barcelona 1991, y bronce en el de Chiba 1995; plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y Atlanta 1996; una de los cien mejores atletas de Cuba del siglo XX…Y todo siempre con una sonrisa y modestia.
SUEÑOS
La idea inicial, la cual debimos modificar, era comenzar diciendo que unos días antes el judo cubano, luego de algunos momentos no tan felices, se había dado una buena sacudida.
Y lo decimos, valga el recordatorio, porque se lograron un par de medallas en una competencia de altísimo nivel como lo es un Grand Slam, en este caso el de la ciudad turca de Antalya.
¡Una de ellas fue de oro! La alcanzó Iván Silva, de la división de los 90 kilogramos. Un dato: desde 2013 había competido en 17 Grand Slam, incluso con cuatro ascensos a los podios. Pero lo de ahora, usando un término beisbolero, fue como un jonrón con las bases llenas.
Las comparaciones, y los recordatorios, son imprescindibles en el deporte, y por eso salió a relucir que más fuertes que los Grand Slam son nada más que los Juegos Olímpicos, los Campeonato Mundiales, y los Máster…
Y ahora “vamos a descubrir el agua tibia”: Iván Silva le mandó otra vez al mundo, y a sí mismo, un mensaje contundente: es un candidato de fuerza para alcanzar una medalla en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Pero en Antalya hubo otra alegría prometedora (¿la podemos incluir también en los sueños de cara a París?): Andy Granda, de la división de más de 100 kilogramos, terminó en el cuello con una de las medallas de bronce.
Granda llegó, se sacudió el polvo, y se enroló en el Campeonato Nacional, celebrado una vez más en la ciudad matancera de Cárdenas, donde terminó con lógica medalla de oro y la distinción del mejor judoca.
Los técnicos decidieron darle un descanso a Iván Silva, teniendo en cuenta el desgaste que tuvo en Antalya.
Llegamos al último párrafo. A la hora de quitarnos el imaginario kimono. Pero antes queremos hacerle una nueva reverencia, desbordada de respeto, a la inolvidable Estela Rodríguez…
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