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sábado, 5 de octubre de 2024

La batalla por México

El izquierdista Andrés Manuel López Obrador aparece como favorito en las presidenciales de julio...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 19/04/2018
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Andrés Manuel López Obrador-Elecciones-México
el discurso de López Obrador cala entre quienes confían cada vez menos en políticos que hasta ahora han sido incapaces de lidiar de manera positiva con los temas de inseguridad, corrupción y mafias del narcotráfico. (Foto: Pedro Pardo)

El próximo 1.o de julio los mexicanos elegirán a su próximo presidente, en una liza en la que el izquierdista Andrés Manuel López Obrador aparece como favorito aunque, por las características de la política en ese país, podrían apartarlo mediante un proceso fraudulento en su tercer y último intento por el cargo.

Las campañas electorales, iniciadas el pasado día 30, están en pleno auge con la presentación de los programas de gobierno, en lo que se observa una alta polarización entre las agrupaciones tradicionales y el surgimiento de alianzas para tratar de ganar la residencia Los Pinos, ahora en manos del impopular Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En la contienda, y luego de elecciones primarias, quedaron para disputar la Primera Magistratura, además de López Obrador (42 % de intenciones de voto) —quien formó para este año la coalición “Juntos haremos historia”—, Ricardo Anaya Cortés (32 %), el oficialista José Antonio Meade Kuribreña (26 % ,y la independiente Margarita Zavala (13 %). Estas son las opciones que presenta el cuadro electoral a los cerca de 90 millones de votantes convocados por el Instituto Nacional Electoral (INE).

Será una maratón este proceso en el que la población de 30 de los 32 Estados del país seleccionará nueve gobernadores, incluyendo el de la Ciudad de México, 500 diputados y 128 senadores a nivel nacional. También ese día se elegirán Congresos y presidencias municipales. Más de 12 millones de jóvenes de entre 18 y 23 años acudirán a las urnas por primera vez.

¿QUIÉNES SON LOS CANDIDATOS MÁS FUERTES?

Aunque es conocido que las encuestas en América Latina son poco confiables, el favorito, en este mayo, es López Obrador, fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) quien aparece con más del 40 % de los posibles votos a favor para ganar la Primera Magistratura, casi 15 % por encima de su más cercano rival y con un 79 % de posibilidades de que se cumplan las predicciones.

“López Obrador está rompiendo su techo (…) está creciendo de una manera que no esperábamos”, comentó el fundador de Parametría, Francisco Abundis.

La encuesta de Parametría fue realizada a 800 personas entre el 23 y el 28 de marzo, y tiene un margen de error de 3,5 puntos porcentuales, según la firma.

Conocido como AMLO por las iniciales de su nombre, López Obrador anduvo la senda hacia la presidencia en 2006, pero en un resultado que fuerzas políticas califican de fraudulento perdió frente a Felipe Calderón. En su segundo intento, en 2012, con el Movimiento Ciudadano, tampoco ganó. “Si pierdo, este será mi último intento”, aseguró el ex gobernador de Ciudad de México.

Mantenerse en el primer lugar de la preferencia pública es uno de los grandes retos ahora para este político nacido en Tabasco.

La población mexicana —de acuerdo con los continuas movilizaciones populares por escándalos de corrupción, asesinatos de periodistas y figuras del espectro político nacional, secuestros, desapariciones y narcotráfico— se muestra hastiada de los partidos tradicionales, como el PRI, y el Acción Nacional (PAN), los dos colosos que se intercambian la presidencia nacional, pero que usarán todas sus armas para impedir la asunción del izquierdista.

Cuando López Obrador no encontró instancias partidistas que reflejaran sus verdaderos ideales, según explicó, fundó el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que lo catapultó con su programa inclusivo y contra la corrupción al primer lugar de las intenciones de voto.

Apoyado por disidentes de partidos tradicionales que al parecer ven hundirse el barco, algunos sectores sociales temen que los grupos empresariales destruyan en la práctica las buenas intenciones de este político, que ya lidió con esa clase cuando regenteó la alcaldía de Ciudad de México entre 2000 y 2005.

En un reciente discurso, AMLO refirió que su gobierno dejará de ser una fábrica de nuevos ricos, porque no habrá oportunidad de hacer negocios al amparo del poder, y se encaminará al desarrollo de sur a norte con la puesta en práctica de proyectos para retener a la población en sus pueblos.

Señaló que él lidera un movimiento amplio, plural, incluyente. Si la izquierda es ser honestos y luchar por los débiles, somos de izquierda. Si luchamos por la igualdad y la honestidad, como hacemos, somos de izquierda, destacó el ex gobernador que, si gana, tendrá un camino preñado de piedras lanzadas por corruptos, narcotraficantes y la oligarquía a lo interior; y a Estados Unidos en el exterior.

Sorprende el alza obtenida por MORENA. El PRI está activo en la política mexicana desde hace 89 años, y su tradicional rival, el PAN, 78, ambos con el evidente descrédito de sus políticos.

MORENA, en cambio, apenas tiene cuatro años de fundada y ha ganado una fuerza notable, especialmente entre los sectores menos favorecidos de una sociedad que se siente humillada por sus dirigentes y por el gobierno de Estados Unidos y su presidente Donald Trump, quien pretende construir un muro para separar las fronteras de los dos países e impedir la migración hacia el norte con la actual movilización de miles de sus soldados.

Las élites económicas y los medios atacan de continuo a López Obrador, quien ha logrado una alianza con otras agrupaciones políticas, incluso de derecha, lo cual sorprende a analistas, al igual que los otros tres candidatos con sus adeptos.

Acusaciones tan poco creíbles como que convertirá a México en otra Venezuela —también blanco de los medios privados mexicanos— y que implantará un régimen autoritario son publicadas para crear confusión entre el electorado, justo en una nación donde el gobierno central está maniatado por las oligarquías nacionales y las humillaciones del presidente norteamericano.

Estados Unidos, muy pendiente del futuro mandatario, trata de instalar una matriz de opinión sobre la injerencia de Rusia a favor de la izquierda mexicana. Pero lo que más influiría en el electorado es el temor a deportaciones masivas con un gobierno que no sea del agrado de la primera potencia mundial.

Empero, a pesar de la andanada de críticas en su contra, a estas alturas de la campaña electoral, el discurso de López Obrador cala entre quienes confían cada vez menos en políticos que hasta ahora han sido incapaces de lidiar de manera positiva con los temas de inseguridad, corrupción y mafias del narcotráfico.

Para AMLO, y así se ha pronunciado, los problemas de México no son electorales, sino estructurales y sistémicos, por lo cual, para analistas, solo reformas en la Constitución Nacional o la sustitución de la actual podría cambiar este país, algo que, con certeza, no permitirá la Casa Blanca, que cada vez aprieta más las tuercas en el orden económico con la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado con el fronterizo vecino y Canadá.

En segundo lugar aparece Ricardo Anaya Cortés, del PAN, el más joven de los postulados y el menos experimentado en política, señalado por sus vínculos con el lavado de dinero del narcotráfico. Se alió en las elecciones primarias con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento Ciudadano para eliminar de la candidatura del PAN a la ahora independiente Zavala, ex esposa del presidente Calderón.

En una carrera meteórica, Anaya devino en 2014 como presidente del PAN, tras ejercer como Diputado Federal en el Congreso Nacional. Es muy conocido por el apoyo brindado a la reforma energética de Peña Nieto, que abrió las puertas a la inversión privada en el sector petrolífero y en consonancia la elevación de los precios de la gasolina. Este candidato, con sólidas relaciones en Estados Unidos, se ha enfrascado en una pugna con Meade, tratando de eliminarlo del favor público para ocupar como mínimo el segundo lugar para enfrentarse a López Obrador.

El postulado por el partido de gobierno apostó por Meade, a quien expertos le auguran pocas posibilidades de despegarse del tercer lugar que ostenta en las encuestas de opinión. Al parecer le tocó la candidatura más fea, pues aunque posee experiencia política (fue secretario en la presidencia de Calderón y lo continuó siendo bajo el gobierno de Peña Nieto, el desprestigio del PRI es de tal magnitud que Peña Nieto ocupa los índices más bajos de aprobación en la historia mexicana.

Meade, quien ha ocupado las carteras de Energía, Hacienda, Desarrollo Social y Relaciones Exteriores, tiene la carga de mostrarse como un priísta para ganarse el voto duro de los seguidores tradicionales de la agrupación y de los pesos pesados del Partido, pero tampoco puede acercarse a Peña Nieto.

Margarita Zavala, quien tiene pocas posibilidades de situarse en los primeros lugares de las encuestas, se presenta como independiente, (al igual que otros 283 aspirantes para diferentes cargos) luego de que en el rejuego político fuera apartada por Anaya, pero reunió un millón de firmas que la avalaron ante el Instituto Nacional Electoral. Esta mujer fue la única a la cual no detectaron rúbricas falsas en el apoyo.

Es este el contexto en que se efectúan las elecciones presidenciales en México, observadas de cerca por América Latina y Estados Unidos. Los dos modelos de país propuestos por los candidatos unen en un mismo saco a Anaya, Meade y Zavala, con la continuidad del caos en que viven los mexicanos y, en la acera opuesta, AMLO con su otra visión de moralización, reformas y descentralización del poder.

No puede olvidarse el dominio que posee la llamada narco-política en México. Los cárteles del narcotráfico brindan su apoyo a la extrema derecha en las elecciones nacionales y ahora se observa también la coacción en los municipios que, aunque estén a favor de la izquierda y el cambio, impiden a la población el acceso a las urnas.

Si gana AMLO nadie duda de que Washington hará lo imposible por destronarlo del gobierno con la mayor rapidez posible. Le tocará la responsabilidad de negociar el TLC, mantener la posición del no pago del muro que pretende imponer Trump al país y enfrentar los grandes problemas internos de corrupción, inseguridad y violencia imperantes.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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