La solicitud de respaldo al Fondo Monetario Internacional (FMI) para paliar la crisis económica argentina demuestra que el presidente derechista Mauricio Macri mintió para ser elegido y ahora enfrenta un abismo por el cual caen sus promesas y el futuro de un país que explotó en 2001 por su endeudamiento con ese organismo financiero.
Congratulado por su amigo de décadas y líder de la Casa Blanca, el magnate Donald Trump, por su acercamiento al FMI, el anuncio sobre un préstamo urgente de 30 000 millones de dólares a ese ente financiero tiene en ascuas a la población argentina que espera, porque ya lo vivió, un mega-ajuste neoliberal en corto plazo.
Otras felicitaciones llegaron de la nación norteña. También el subsecretario del Tesoro de Estados Unidos para Asuntos Internacionales, David Malpass, ofreció su “rotundo respaldo” a la lista de “reformas orientadas hacia el mercado” que le fueron presentadas en Washington por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
Aunque Macri quiera enmascarar su fracaso con “la carga pesada que era más que la supuesta” de su antecesora Cristina Fernández, la realidad es que, por su fracasada política, desde el pasado 25 de abril el peso argentino inició una devaluación en picada debido a la fuerte subida de tasas en Estados Unidos y la consecuente fuga de capitales hacia ese país.
La situación económica hizo mella de manera inmediata en el sector político, económico y social de la nación suramericana y obligó al gobierno de Cambiemos a pedir rescate al FMI y otros organismos multilaterales para aliviar el terremoto financiero.
Este lunes, la moneda argentina retrocedió de nuevo un 7.59 % frente al dólar en la apertura de mercados, con una cotización de 25 por uno, y nada indica que iniciará una subida.
Es decir, Macri y su fracasada agenda económica metieron a Argentina de nuevo en las garras del FMI a sabiendas de las exigencias de ese organismo, del cual salió en 2006 —se supuso entonces de manera definitiva—, luego de que el mandatario izquierdista Néstor Kirchner pagara la deuda de 9000 millones de dólares contraída con el ente financiero mundial.
EL SUEÑO DE LA DERECHA SE VINO ABAJO
Cuando ganó la presidencia hace dos años, el ex gobernador de Buenos Aires prometió la entrada de grandes capitales para reducir la inflación y lograr un alto crecimiento, creación de empleos, reducción del déficit fiscal, altas cifras de dinero para obras públicas, entre otros items. Pensaba que obtendría un gran financiamiento productivo y una expansión de las exportaciones.
Durante el primer año de gobierno, las previsiones de Macri no se cumplieron y vendió a la opinión pública la idea de que las buenas noticias llegarían en los dos siguientes semestres, pero solo se observaron mínimos resultados positivos.
Decretos presidenciales que le evitaron pasar por el Congreso Nacional impusieron desde sus primeros meses en la Casa Rosada la suspensión de casi 300 mil empleos en el sector estatal, subida escalonada hasta un 130 % en las tarifas de agua, luz y gas y otras artimañas que, al final, lo condujeron a las puertas del FMI, organismo que cobra muy caro sus préstamos y profundizaría las políticas neoliberales en Argentina.
La muestra del fracaso de Macri se observa en las calles. Reaparecieron en las grandes ciudades los mendigos que habían desaparecido durante los 12 años de los gobiernos Kirchner-Fernández, al igual que las ollas de comida en las calles para paliar el hambre.
Las protestas populares contra la hecatombe social provocada por un gobierno capitalista son lideradas por los grandes sindicatos y movimientos sociales, repitiendo escenas casi olvidadas en la tierra del tango.
RECORTES PROFUNDOS
En entrevista a la multinacional TeleSur, los economistas Andrés Asiain y Hernán Letcher coincidieron en que habrá recortes sociales mucho más profundos que los ya aplicados por los tecnócratas de la Casa Rosada.
Asiain recordó que Macri basó su plan económico en el endeudamiento externo y la atracción de capitales extranjeros especulativos como medio de acceso a dólares. Recordó que la subida de las tasas de interés en marzo por la Reserva Federal de Estados Unidos obligó al Banco Central argentino al alza de tasa de referencia de 27.25 % a 30.25 % para evitar la retirada de fondos de inversionistas extranjeros, lo cual no ocurrió.
Ambos enumeraron los problemas estructurales de la economía porteña a, entre otras causas, la apertura a la importación sin condiciones globales para hacerlo, la eliminación del control de capitales y las retenciones a la soja, uno de los principales productos de exportación.
La inestabilidad en la tasa de cambio, opinaron, llevó a una corrida del dólar, lo que demostró que las medidas del principal banco del país para evitar el alza y fuga de capitales que no cesan resultó un fiasco.
Asiain precisó que “de concretarse el acuerdo con el ente financiero la economía y el sistema financiero argentino se hundirán y dejarán una enorme deuda que no pagarán los ricos” sino la clase trabajadora.
Para el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, que el gobierno de Macri “pida salvataje al FMI es muestra del proyecto de recolonización que vive el país. El FMI, dijo en las redes sociales, fue y siempre será pérdida de soberanía: más pagamos, más debemos y menos tenemos”.
En una breve intervención pública hace pocos días, Macri aseguró que “lo peor ya pasó”, obviando que en realidad está por venir, e improvisó justificaciones que no aplacan los temores de una población que vio a principios de este siglo secuestrado su dinero en los bancos por orden del presidente Fernando de la Rúa, quien escapó de la ira popular en un helicóptero plantado en la Casa Rosada.
El mandatario explicó que siempre habría un gradualismo en los ajustes, lo cual incrementó las críticas de la derecha más reaccionaria que le cuestiona la lentitud de las medidas neoliberales.
El macrismo, en tanto, se defiende como puede y atribuye la actual crisis económica al gigantismo del Estado y la endeblez del sector privado, lo que solo aceptan sus seguidores acomodados que no sufrirán las privaciones, mientras no cesa en sus diatribas sobre lo que llama “el populismo” de los Kirchner.
Para algunos analistas, la futura negociación con el FMI conlleva una nueva frustración para los argentinos.
El rechazo absoluto al acuerdo con el FMI fue anticipado por las encuestas previas a la negociación. Entre el 75 % de los consultados que rechaza el convenio figura la gran mayoría de los votantes del presidente Macri.
Este remake de la crisis del 2001 amenaza de nuevo a los argentinos, que vieron alejarse el peligro cuando Kirchner pagó la deuda con el Fondo. Incluso, algunos funcionarios de ese ente declararon sentirse sorprendidos por la petición de Macri.
Si acepta, el FMI no tendrá compasión con Argentina. La suma pedida llegará a cuenta gotas para evitar su rápida conversión en divisas fugadas al exterior. Es muy posible que le conceda el conocido stand bay de las tres variantes crediticias.
Cada dólar del crédito que pudiera entrar será auditado de manera rigurosa por los expertos del FMI, quienes acostumbran desembarcar cada trimestre para revisar su inversión y exigir —al menos siempre ha sido así— mayores ajustes.
En cualquier escenario, la experiencia vivida por Argentina indica que la economía del país partió rumbo al precipicio con las ensoñaciones capitalistas del multimillonario Macri, quien no tendrá pérdidas en su fortuna personal pues su dinero está a buen recaudo en el exterior.
Nor1
23/5/18 15:40
la repetidisima frase se pone de manifiesto; los pueblos que no aprenden las lecciones de la historia sufren las consecuencias de repetir los mismos errores. ahora tienen que esperar que alternativas le ponen las siguientes elecciones presidenciales. si se dejan llenar los ojos por el brillo del neoliberalismo y si a Cristina la dejan llegar nuevamente a aspirar a la presidencia.
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