Nada me hace reír más que los discursos en las redes para negar la diversidad humana e intentar encasillar a todas las personas en apenas un par de categorías siempre antagónicas, al estilo de la simplificada fórmula de “buenos y malos” que emplean en los dibujos animados de Disney.
Por estos días he escuchado muchas de esas lides apasionadas sobre temas muy diversos, desde progreso vs naturalismo hasta las preferencias por gatos o perros como compañía hogareña, pero la más atractiva para mis radares de Celestina fue el debate entre matrimonio y “soltería”, como si el primero fuera la muerte de una vida de libertad y autorrealización.
Fíjense que escribo lo otro entrecomillado, porque entre quienes lo practican hay una variedad tan grande que hasta risa da en algunos casos, como aquellos que lo defienden como estado civil perenne, aunque convivan con la misma pareja por décadas, y en algunos casos, además de cama, techo y comida compartan hijos y un sinnúmero de historias, tremendas o cotidianas, sin las cuales su vida sería pura amnesia.
- Consulte además: Una palabra
¿Qué sabe de soltería a estas alturas ese tipo de personas? Muchos de esos casos llegan a entender su verdadero estado conyugal el día que necesitan probar a la sociedad sus derechos patrimoniales, y allá van testigos, fotos y papelitos guardados para que tres ajenos en un tribunal de Familia reconozcan su unión de hecho con carácter retroactivo y le den un documento para validar ante quien corresponda su legítimo poder sobre los bienes y males adquiridos en tantos años de no-matrimonio.
También hay “solteros” cuyo trasfondo emocional es un profundo miedo al compromiso con la vida de otras personas; gente que no se siente capaz de amanecer día a día con alguien que envejece o coge catarro, ni compartir tendedera en jornadas de lluvia y Sol, y mucho menos sacar cuentas para sostener un hogar, balancear gustos y necesidades o proyectar inversiones a futuro. ¿Y luego? Ya la vida dirá.
Sí, ya sé: también hay una soltería felizmente calculada y extendida como chicle, para gozar la vida mientras se tiene juventud sin rendir cuentas a nadie, o por sobresaturación de candidatos, como decía una amiga muy especial.
Y voluntario es también el recogimiento durante esas etapas de recuperación de una mala experiencia matrimonial, como el águila que se refugia en las alturas para cambiar las plumas, el pico y las garras, harta de lidiar con una larga vida de violencia e incomprensión.
- Consulte además: El anillo, ¿pa’ cuando?
También hay una incómoda soltería involuntaria, la de quienes se enamoraron del amor de las películas y se quejan porque no aparece el príncipe o la princesa azul; pero cuando aparece las ilusiones duran poco, porque no tiene el tono de azul deseado, como dice Jorge, o porque tú no eres la persona que ese ser de encanto idealizó a su vez.
Y claro, en la cúspide de los solteros sin deseo de serlo están los pasmaos (casi siempre varones). Mira que lo intentan… pero nadie quiere hacerse cargo de tanta inmadurez ajena: es dificil lidiar con personas inseguras, o narcisistas, o adultos que buscan ser maternados y no asumen con responsabilidad el hecho de ser “el hombre” de la casa, lo cual no significa, como antes, romperse el lomo para proveer y aguantar dolores en silencio, pero tampoco excluye el máximo esfuerzo, dentro y fuera de casa, porque con poesía y besos no se sostienen ni las moscas.
Su contraparte son las solteras “pobre de mí” (también hay varones), que ponen el parche de su fatalidad por delante en cada conversación, quieren ser mantenidas sin involucrarse mucho y no les hables de hijos (propios o de la pareja) ni de labores hogareñas, o de aventuras que no incluyan vista al mar desde el confort climatizado de un hotel de lujo.
- Consulte además: ¡Vaya, tu soltería aquí!
Claro que hay más, pero ahí lo dejo. Este 11/11 fue el día de los solteros… un pretexto perfecto para autorregalarse cosas, porque también fue el día de andar de shopping.
Y fue el día del origami, que no tiene mucha relación, pero sí: digan lo que digan, cuando decides unir tu vida a la de otra persona los papelitos no están de más. Con ellos puedes hacer, metafóricamente, una figura hermosa, que no le da sentido a tu existencia, pero la formaliza ante la sociedad.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.