Un apretón de manos viril, tibio y acogedor, símbolo de unidad reciproca, dejó atrás una etapa sombría de agresiones y abusos de gobiernos neofascistas de Colombia contra Venezuela por razones ideológicas y órdenes de Estados Unidos (EE.UU.), el mandamás de los presidentes derechistas Álvaro Uribe e Iván Duque.
Cuando la Casa de Nariño abrió sus puertas al presidente de izquierda Gustavo Petro, el senador y exalcalde de Bogotá ya tenía como propósito restablecer las relaciones diplomáticas con su vecina Venezuela, rotas el 23 de febrero de 2019 debido a la actitud agresiva del entonces mandatario Duque, títere del gobierno de Washington que cedió el territorio nacional como base de agresiones contra la Revolución Bolivariana y el mandatario Nicolás Maduro.
El exjefe de gobierno reconoció como presidente venezolano al diputado opositor Juan Guaidó, a quien recibía como amigo, e impulsó el ya desaparecido Grupo de Lima para hacerle la guerra a una nación con la cual comparte más de 2 219 kms de frontera. Una zona utilizada para agredir a personal militar venezolano, traslado de armamentos, ladrones y trata de personas, entre otros delitos.
Una vez instalado Petro en sus nuevas funciones –es el primer jefe de gobierno de izquierda en los dos últimos siglos en Colombia- comenzó un corto y fructífero intercambio para darle un giro a la historia colombo-venezolana, naciones ahora unidas de nuevo en lo político, lo social y lo económico.
A principios de esta semana, el ya esperado restablecimiento de relaciones, quebradas primero por Uribe y luego por Duque, su aventajado alumno en la diplomacia sucia y el ataque descarado, se materializó cuando el presidente Maduro, vestido de blanco, recibió en el salón Simón Bolívar al nuevo embajador colombiano en Caracas, Armando Benedetti.
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Benedetti, 54 años, exsenador, exjefe de campaña de Petro, fue uno de los primeros políticos tradicionales en sumarse a la aspiración del líder del Pacto Histórico, alianza de partidos que lo llevó a la victoria electoral este año.
A su arribo a Caracas sostuvo que “las relaciones con Venezuela nunca han debido romperse. Somos hermanos y una línea imaginaria no nos puede separar, y mucho menos una política pública de Estado, como sucedió con el presidente Duque”.
¨Vamos a buscar, destacó, una zona económica, extensiones de impuestos, y una legislación que permita al Gobierno colombiano invertir en obras que impacten en el desarrollo de la región”.
Como regalo, el jefe de gobierno recibió un sombrero vueltiao, cuyo origen se encuentra en la cultura indígena zenú, asentada en la región del río Sinú, y es empleado en las zonas rurales. Patrimonio Cultural colombiano, es símbolo de bienvenida. En estas circunstancias, Colombia le dio de nuevo un abrazo al reencuentro con sus vecinos.
Mientras, a Bogotá llegaba el ex canciller venezolano y ahora su embajador Félix Plasencia, quien declaró el deseo de ¨avanzar en la diplomacia de paz, en esta segunda oportunidad que nos brinda la historia de reiniciar las relaciones, y trabajaremos de manera incansable, aseguró, para responder a los intereses de ambos países y rescatar los espacios venezolanos en jurisdicción colombiana¨.
Plasencia es graduado de Estudios Internacionales con una maestría en Estudios Europeos en la Universidad Católica de Lovaina, y un posgrado en Estudios Diplomáticos del New College de la Universidad de Oxford, en Reino Unido. Canciller de la República Bolivariana entre agosto de 2021 y mayo de 2022; y embajador en China entre 2019 y 2021. Además, ocupó el mismo cargo en Rusia y titular de la cartera de Turismo en el propio 2019.
La misión de los dos diplomáticos es abrir un espacio común que va más allá del entendimiento formal. El rescate de la hermandad entre dos países bolivarianos, la paz fronteriza y el trabajo conjunto para resolver las dificultades sociales, también integran la agenda binacional.
Entre los temas peliagudos por resolver está la polémica situación con la empresa Monómeros, situada en la ciudad colombiana de Barranquilla y propiedad de la Petroquímica de Venezuela (Pequiven). La estratégica compañía, enfocada en fertilizantes y agroquímicos, fue tomada ilegalmente durante años por un grupo empresarial vinculado a Guaidó.
EXPECTATIVAS COMUNES
Los expresidentes Álvaro Uribe (2002-2010) e Iván Duque (2019-2022) no cesaron durante sus gobiernos de ultraderecha de atacar la histórica sociedad existente entre Colombia y Venezuela, Estas naciones complementan sus necesidades, entre ellas el resguardo de las líneas geográficas comunes, seguridad humana y estratégica, protección de pasos fronterizos y temas consulares y económicos.
Miles de colombianos y venezolanos basan sus economías personales y familiares en el intercambio comercial fluido e importante. En la época de la bonanza económica de Venezuela por los altos precios del petróleo y antes de que EE.UU. planteara como cuestión de Estado liquidar a la Revolución Bolivariana, los empresarios de la nación cafetalera disfrutaron de altas ganancias, en departamentos como Norte de Santander.
Estos intereses económicos también existen por parte de Caracas, pues los ciudadanos de uno y otro lado tendían puentes mercantiles y humanos, intercambiaban o vendían productos, cerraban el paso a una delincuencia ahora muy desarrollada, y constituían una zona de paz.
Con el paso dado por Petro, Venezuela ha obtenido un triunfo internacional al ser reconocida como nación soberana, con su presidente legítimo, y reinsertarse en la lógica de las relaciones intra-latinoamericanas.
En opinión del politólogo y especialista en relaciones internacionales colombiano Víctor Mijares, ¨la conexión más importante para Venezuela hacia América Latina es Colombia¨.
Entrevistado por la emisora Señal de la Mañana, Mijares consideró que ahora las fuerzas armadas de ambos países “estarían dispuestas a generar algunas políticas un poco más directas y de acción contundente para el control” de las zonas de frontera, donde – recordó- “se dan actividades ilícitas” y hay fuerte presencia de grupos armados ilegales.
Otros analistas alegan que también mejorará la comunicación entre mandos militares y ministerios de defensa de Colombia y Venezuela, lo cual generaría un gran impacto, en especial, en una de las zonas fronterizas más importantes, delicadas y porosas de América Latina, donde predominan asuntos ligados al narcotráfico y al tráfico de personas y de armas.
Además de la reactivación del comercio, hay un tema crucial que deberá resolverse, según expertos, pues afecta a las poblaciones fronterizas, y es la lucha contra los grupos criminales, siempre en disputa por el control de los territorios.
Enrique Pertuz, presidente del comité ejecutivo del Consejo Departamental colombiano de Paz de Aruca, refirió que ¨la apertura debe ser integral, desde el punto de vista de relaciones sociales, políticas, educativas, culturales y de seguridad” para acabar con la delincuencia armada.
Las expectativas son enormes. Con esta normalización se espera impulsar el intercambio comercial formal, respecto al cual la Cámara Colombo-Venezolana (CCV) maneja proyecciones de intercambios estimados entre 800 a 1 200 millones de dólares en 2022, mientras el año pasado apenas sumó unos 400 000 000.
Aún cuando existe optimismo en esta línea, las Cámaras empresariales mostraron cautela en una reciente reunión en la ciudad de Cúcuta, en el noroeste del país neogranadino. "Creemos que con la apertura de los puentes entre el estado Táchira (Venezuela) y Norte de Santander (Colombia), el comercio podría formalizarse¨, advirtió Luis Alberto Russián, presidente de la junta directiva de la Cámara Venezolana Colombiana (Cavecol).
URIBE Y DUQUE: LOS MISERABLES DEL IMPERIO
En este nuevo contexto político, en que comienza a dibujarse un escenario de paz y buena vecindad, nadie olvida que, en el caso de la ruptura de relaciones con Venezuela, la responsabilidad recae en Uribe y Duque.
Los ultraderechistas Uribe y Duque fracasaron en sus múltiples intentos de derrocar la Revolución venezolana por órdenes de Washington. (Tomada de Pulzo)
Las órdenes recibidas desde Washington indicaron la creación de una plataforma para liquidar la Revolución venezolana y bajo la égida de Uribe, destituir al finado presidente Hugo Chávez. Luego, Duque siguió la misma directriz y como su padrino, también sufrió un absoluto fracaso.
Hubo momentos de gran tensión entre Uribe y el izquierdista Chávez. Cuando concluyó su segundo mandato, el ultraderechista tuvo la osadía de declarar que no había atacado a Venezuela porque le ¨faltó tiempo¨, cuando en realidad nunca tuvo agallas para hacerlo, y así se lo hizo saber el líder venezolano.
En 2008, las acusaciones de Colombia contra el gobierno revolucionario subieron de tono, pero no hubo ruptura. Aunque el nivel de relaciones mantuvo un nivel muy bajo, la llegada al gobierno del presidente Juan Manuel Santos, trajo un aire de normalidad.
En 2015, Uribe, líder del partido de ultraderecha Centro Democrático, desde las sombras siguió dirigiendo operaciones contra sus vecinos. Ese año, hubo un enfrentamiento entre fuerzas de seguridad venezolanas y grupos paramilitares. Maduro, ya electo presidente por su pueblo, culpó al exmandatario.
El 23 de febrero de 2019, el usurpador Guaidó lideró un intento, según declaró, de entregar ¨ayuda humanitaria¨ a Venezuela desde Colombia, que terminó en alarmantes disturbios. Maduro ordenó entonces cerrar la frontera y rompió relaciones con Bogotá.
Todos los planes contrarrevolucionarios fallaron. Duque también perdió la batalla contra Venezuela revolucionaria. No solo fracasó, sino que la población colombiana, hartada de una política obsoleta, dio su voto de confianza al izquierdista Petro, un hombre de palabra, que ya cumplió con una de sus primeras promesas: volver a estrechar la mano de su ¨Venezuela hermana¨.
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