"Nosotros, los sobrevivientes, / ¿a quiénes debemos la sobrevida? / ¿quién se murió por mí en la ergástula, / quién recibió la bala mía, / la para mí, en su corazón?", bastan estos versos, escritos en el fervor del triunfo revolucionario en 1959, para sumergirse en la hondura del pensamiento de su autor, Roberto Fernández Retamar, el escritor incesante, poeta de lo humano, lo cubano, lo latinoamericano.
Leer a Retamar es disfrutar de testimonios líricos, de la cotidianeidad, es revivir historias. Su pluma registró sin descanso y para la eternidad, pasajes románticos, bélicos, cruentos, invaluables, que abrieron caminos y sembraron nuevas semillas en el mundo de la poesía.
Su primer cuaderno, Elegía como un himno, fue dedicado a Rubén Martínez Villena, lo que habla de las inquietudes que desde joven rondaban su mente y que lo acompañaron cada uno de sus días.
Este paradigma de la prosa y el verso en América, nacido un 9 de junio, hace ya 90 años, le ha legado a la humanidad una extensa obra fundada sobre el incansable estudio del pensamiento martiano, pues, según sus propias palabras: "Martí no es sólo el último de los libertadores de nuestro Continente en el siglo XIX, sino el primero de los libertadores de nuestra América en el siglo XX".
Manifestó en repetidas ocasiones interés por lo nuevo y preocupación por el desarrollo generacional. Fue un intelectual cuya obra advierte una lucidez extraordinaria, cuyos límites se extendieron más allá de nuestra nación, recorrieron el mundo.
Desde 1986 y hasta su muerte, en julio de 2019, presidió Casa de las Américas, el espacio de convergencia donde los creadores del continente divulgan su labor literaria, musical y artística.
Retamar y Casa de las Américas están estrecha e inseparablemente unidos por el compromiso con la identidad cultural e histórica de Latinoamérica, un vínculo que, sin dudas, marcó para siempre el quehacer y la trayectoria personal, profesional y revolucionaria de uno de los más prominentes intelectuales de ese espacio geográfico.
Su actuar en las artes y la política, manifiestan su conciencia sobre el papel de los escritores y artistas en el destino de los pueblos. "Los escritores, supongo que en todas partes del mundo, le damos voz al silencio. Somos los portavoces, como figuras literarias, de las comunidades en que vivimos. Por otra parte (…) indudablemente en nuestra América el escritor ha desempeñado un papel que va más lejos que en otras sociedades", afirmó quien además, dirigiese la revista Casa de las Américas.
"Yo me considero ante todo una persona de preocupación por la existencia y un escritor. Y siendo vinculadas esas orientaciones, digamos, con mis ejercicios de escritor y profesor. En las revistas en general, y en Casa en particular, hallo ocasiones ideales para tal vinculación. En Casa he expuesto, con fortuna que no me corresponde evaluar, mis criterios, aparecidos junto a otros variados. Y ello en una circunstancia excepcional de mi país, del mundo –señaló en una entrevista con Jaime Sarusky- Más allá de vanidades y modestias, sé que para apreciar esta circunstancia habrá de contarse con Casa, que es, no se olvide, órgano de una institución creada por la Revolución de Cuba en 1959".
El espíritu imperecedero de este hombre de las letras, los sueños, las guerras y la vida, se avista sobre los caminos que desandan las nuevas generaciones de poetas y artistas cubanos y latinoamericanos, en general. Su labor dejó incrustadas en la historia, las huellas a seguir para quienes hagan, como él, de América, su casa.
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