Rostros infantiles clavan los ojos en el cielo habanero o miran al paseante. Grises siempre, de un realismo a ratos escalofriante, parecen buscar respuestas, y aunque lo sabemos imposible, esperamos un parpadeo. Mudos murales que hablan a través del claroscuro, el sudor en la cara inocente. Las paredes de casas y bodegas los reciben como un óleo despintado al restaurador. La marca de Máisel López los ha inmortalizado.
LEYENDA URBANA: TRENDING TOPIC
Él, que es joven, desconocido, y lidera un proyecto comunitario, ha ganado en visibilidad desde que los niños murales atraparon varias esquinas de Buenavista, donde reside, a inicios de 2015. Cada vez más padres se interesan por que esboce en el cemento los rasgos de sus niños.
Los retratos de infantes anónimos a lo largo de la Avenida 70, ubicada en el municipio Playa de la capital cubana (de las más importantes al oeste citadino) y otras calles adyacentes, han cambiado la tónica de ese entorno. También han puesto a trabajar al imaginario popular: las pinturas casi son leyenda urbana.
Que si los niños murieron, que si un accidente trágico, que si el artista es pariente. Las tardes de parloteo nunca fueron tan divertidas. Hubo un tiempo en que pasar por 19 y 70 imponía una reseña sobre el mural en esa intersección. Desde un auto, a pie o en ómnibus, el trending topic competía con los diálogos Cuba-USA. Doy fe de ello.
La niña que busca el cielo insinuando una sonrisa se llama en verdad Thalía y en septiembre comenzará a usar pañoleta azul. Un accidente vial en 19 y 70, mientras el pintor deslizaba los primeros trazos del mural, vinculó su rostro al suceso.
Desmentir la muerte de la menor fue durante un tiempo el vía crucis diario de los padres.
ANTES DE COLOSOS
Para Máisel, egresado de la centenaria Academia de Artes Plásticas San Alejandro, en Marianao, esta, la serie Colosos, ha sido un ejercicio sin par.
Amén de sus incursiones en el desnudo, tiene un ángel para los retratos. Ya lo había probado en óleo y cartulina, pero las horas de trabajo sobre cada pared, banqueta arriba, banqueta abajo; el sol secando la lechada antes de lo previsto; el reto de lograr el hiperrealismo sobre una superficie de un tamaño hasta diez veces el suyo propio.
La serie Colosos, del treintañero, ha nacido y se expande en paralelo a su trabajo como profesor de artes plásticas en la Casa de Cultura Mirta Aguirre del municipio Playa. Diecisiete exposiciones personales y colectivas —casi todas locales— han recibido sus piezas. Y en honor a la verdad, los murales no son algo nuevo en su quehacer artístico: en centros escolares y estatales ha revivido paredes.
Hace seis años llegó a Venezuela. Era parte de un programa binacional que trabaja fundamentalmente en los barrios más peligrosos de Caracas.
Y por allá, en un cerro violento queda aún el mural de Máisel.
Lisbeth Piñate
4/1/16 9:53
Me impactó tus murales JAMÁS HABIA VISTO ALGO IGUAL sigue adelante que DIOS bendiga tus manos. No permitar nunca usar este arte para lo malo... BENDICIONES
misabel
17/7/15 13:45
Un magnífico trabajo sobre un artista muy interesante.
Arístides
17/7/15 12:05
¡Cuánto me gustaría darme una vueltecita por esa “Calle 70” de Buenavista, para encantarme con esos murales tan bien logrados! Lástima que sea tan poco lo que nos muestra el reportaje. Los lectores, y más los que no estamos residiendo a la vuelta de la esquina, merecemos que se nos regale un completo reportaje de esas verdaderas obras de arte. ¿Se motiva, Yoel? Seguro que se lo agradeceremos.
Quiero hacer llegar a Máisel mi felicitación y mi admiración por el trabajo que está realizando. Es algo digno de imitar, garantizado que si se hace bien, como lo hace Máisel, seguramente que no fracasará, como asevera el viejo refrán.
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