Hay una Habana reluciente, una que resplandece a cada paso del que ansía encontrar los resultados del esfuerzo colectivo. Un Capitolio que provoca admiración, lujosas restauraciones de museos, de edificios, de avenidas, de hoteles, de restaurantes, de bibliotecas…Aperturas de nuevos sitios para encontrar la satisfacción. Deudas saldadas, algunas casi olvidadas.
Inspira respeto tanto empeño en rescatar espacios, inmuebles, iniciativas. Emociona saber los cuantiosos recursos destinados a devolverle vida a lo que parecía ya no tenerla. Conmueve, motiva, cautiva…La Habana bulle en su quinto centenario.
Sin embargo, hay otra Habana de la que no se habla pero que se ve y se siente. Calles desatendidas, edificios precarios, suciedad, desabastecimiento, tristeza. Existen zonas de esta ciudad que no han sido bendecidas todavía por la magia de la celebración, y se comprende que todo no pueda hacerse al mismo tiempo, que hay prioridades en áreas sensibles al turismo y otras actividades económicas fundamentales, que los símbolos de la urbe no pueden dejarse para después, que depende de todos y que debe ser poco a poco, que son muchos detalles en una ciudad tan grande…
La Habana que me preocupa es la del mañana. Sí, porque no quisiera yo que tantas inversiones y dedicación se malogren, y que pase el tiempo y no se le de mantenimiento a lo que hoy se erige, y que se deje morir lo que ahora revive. Muchos sitios de esta ciudad se encontraban en condiciones lamentables porque no se “les paso la mano” con periodicidad y ahora, el gasto fue mayor.
Me inquieta que las calles limpias de hoy queden inundadas de basura mañana o que la tienda recién inaugurada muestre en unos meses sus estantes vacíos, o que los museos fantásticos de hoy tengan fisuras en sus techos y paredes fragmentadas en poco tiempo. Me acongoja imaginar que no se cuide lo que hoy se exhibe, o que el amor a La Habana se diluya tras los festejos.
- Lea también: La Habana, una mujer de 500 años (+ Fotos)
Quiero que la constancia se multiplique, que las energías sean inagotables, que pensemos que el aniversario de la capital cubana es todos los días. Quiero que siga siendo el pretexto para arreglar, pintar, decorar, adornar, limpiar, embellecer, cuidar….NO concibo una Habana triste, deslucida, desaliñada, dolida, abandonada…No quiero una Habana que, aunque los turistas vean brillar en algunas zonas, derroche oscuridad en otras.
Me preocupa La Habana que se descuide y por eso me preocupa su gente. La que en ella nació y a la que a ella llegó. Me preocupa La Habana que se quede en carteles, fotos y proyectos inconclusos. Me preocupa demasiado.
Por ello, días antes del jolgorio anunciado, los conciertos en su honor y la tradicional vuelta a la ceiba de El Templete, comparto mis temores para que disminuyan su tamaño, para que pierdan fuerza y sean aplastados por el tesón de otros. Quiero despojarme de estas preocupaciones y disfrutar La Habana de punta a cabo. Es mi ciudad que amo y a la que no quiero que se le haga más daño.
oriz
18/11/19 15:06
Totalmente de acuerdo, cuidar lo que se ha hecho y arrancar con esos lugares que hoy estan un poco olvidados y que en ocasiones no los separan kilometros sino una cuadra de lo ya hoy embellecido.Que no se quede todo en los 500.
Ojo La Habana debe de estar poblada es una gran capital.
Debemps cuidar, ahorra e invertir para obtener el cambio que necesitamos.
Maya Quiroga
18/11/19 10:32
Fui el 16 de noviembre con mi familia al recién reabierto restaurante El Mandarín, ubicado en la esquina de 23 y M y a las doce del día de la segunda jornada no había la tradicional Sopa China, ningún tipo de postre, el coctel de fruta solo tenía unas pocas frutas que nadaban en una copa de líquido, había una sola oferta de camarones. La ración de coctel de camarones era tan exigua que la cara de disgusto de muchos comensales era evidente. Le pregunté al gastronómico que si el arroz frito especial de 70 pesos era igual que antes que con una ración comían dos personas. Me respondió afirmativamente pero mi sorpresa fue que cuando me lo trajeron solo alcanzaba para una persona pues se había reducido también la ración. Así sucedió igual con las maripositas chinas. Tuve que pedir tres raciones para que se vieran en el plato. El servicio estaba muy demorado. Permanecimos esperando más de 40 minutos porque nos trajeran el arroz frito y el plato fuerte. Fuera de la instalación la cola era inmensa y ellos no tenían prisa. Me dijeron que todavía no tienen el caldo básico para hacer la sopa china. No entiendo nada.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.