lunes, 23 de septiembre de 2024

El rock, ese Sonido X

Juanito Camacho, vocalista del grupo Los Kent, escritor, director y conductor de espacios radiales y televisivos dedicado al rock, es un amante fiel y un promotor incansable del género en Cuba...

Diany Castaños González en Exclusivo 27/11/2015
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Lo intercepté en el medio de la calle 23, en el Vedado. Él salía del edificio N, donde está la emisora Radio Ciudad de La Habana, y por ende su espacio Disco Ciudad, que escribe, dirige y conduce de lunes a viernes. Yo caminaba con mi grabadora en la mano, como toda buena periodista (con mala memoria).

Para ser la primera vez que nos veíamos, el encuentro fue bastante atípico: hablamos durante horas. Es que Juanito es exorbitantemente carismático, inmoderadamente intenso, y más si se habla de su tema favorito: el rock.

“Aún antes de saber leer y escribir, aún antes de conocer incluso qué significaba la música y sus géneros, sentía devoción por el rock. Claro, tuve la suerte de tener una familia que me inculcó el buen gusto: “¡Hasta mi primer intento de caminar estuvo ambientado con Bill Halley y Paul Anka!”.

—Qué hubiera pasado si le hubieran puesto reguetón en la cuna? —le pregunto.

“Nada diferente. Mi predilección por esta música anglosajona nació conmigo; a lo mejor hubiera demorado más en encontrarla, pero la hubiera encontrado igual”.

En los años 60, como muchos otro jóvenes, Juanito saltó con Los Beatles, siguió el trance de los Rolling Stones del blues al rock, conoció —sufrió— a Jimmy Hendrix y adoró —¿cómo no hacerlo?— a los Beach Boys y a Four Seasons.

Pero. Desde los inicios del género,el rock trajo, aparejado a la música, una actitud y un volumen determinados. Y mientras que para Gran Bretaña esta música se entendía como algo rebelde y revolucionario, como la melodía de los que querían “morir antes de envejecer” (por citar una letra de una canción famosa de The Who), en Cuba se entendía como algo bien distinto.

“En Cuba el rock era visto como música imperialista, o sea, música del enemigo… con todo lo que eso conllevaba”.

Con su género musical preferido en una lista negra, Juanito Camacho tuvo que hacer entonces lo que siempre ha hecho el cubano: inventar. Eso, y esperar a que llegaran tiempos mejores. En los años 80, cansado de tener las manos cruzadas, y amante confirmado del rock hasta los huesos, formó una banda.

“Se llamó Sonido X, título que dice bastante del contexto de aquella época. ¿Sabes cómo terminó una presentación de Sonido X? ¡Cómo la fiesta del Guatao!¡Terminamos todos presos!”

“Pero el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos; más inteligentes: ahora intento un camino paralelo a las bandas de rock; uno más lento, quizás más ortodoxo, pero mucho más firme: llevo algunos años trabajando para los medios de comunicación cubanos. Primero en la radio, en el espacio Terapia, luego en Collage y en Ad Libitum. En el año 1996 comencé a conducir el programa televisivo Cáscara de Mandarina, donde por primera vez el rock tuvo un espacio teórico e informativo”.

Y hasta el sol de hoy, trabajando como promotor de rock y realizador de programas radiales, Camacho se mantiene en los medios cubanos.

“En Radio Ciudad de la Habana tengo que cumplir con un porcentaje de música de producción nacional. ¿Y sabes qué hago? Aprovecho y le doy difusión al rock que se produce en Cuba, que de por sí tiene bastante pocos espacios que se ocupen de su transmisión. Le doy promoción a grupos cubanos como Paisaje con Río, Tesis de Menta, Perfume de Mujer, Sonido Ylegal, entre otros. A cada revés, una victoria”.

Como todo cubano, Juanito Camacho alguna que otra vez se salta las normas (a veces desbalancea los porcentajes y pone más música extranjera que nacional en Radio Ciudad); mantiene siempre la esperanza (estudió canto, ahora es vocalista en la banda Los Kent); se supera a sí mismo (canta, sin pelo —Juanito es calvo— y sin escarmiento, en El Submarino Amarillo, El Sauce, o el Café Cantante del Teatro Nacional); y sobre todo, se mantiene firme en lo que cree, en lo que ha creído siempre:

“El tiempo pasa, pero yo sigo siendo el mismo muchacho que tenía una fuerte predilección por la música anglosajona, el mismo muchacho que quedó deslumbrado con el sonido que viajó desde el rock and roll originario de Norteamérica hasta el que se reinventó en Gran Bretaña. Yo sigo siendo el mismo muchacho que amaba el rock. Precisamente porque lo amo es porque vivo para él, para darle promoción, para cantarlo, y para escucharlo, claro”.


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Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.


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