Para quienes nunca han pisado tierra fresca y acabada de arar, puede que sea casi producto de la ciencia ficción. Por si no lo sabían, hay todo un mundo fuera de los grandes conjuntos urbanos, una cultura que se remonta cientos de años atrás, cuando la gente vivía en los campos sin añorar la ciudad, abrazando sus tradiciones y orgullosos de vivir como lo hacían.
Puede parecer como salido de un cuento de Onelio Jorge Cardoso o de Samuel Feijóo, aquellos que retrataban la vida de campesinos que probablemente ya no existan más. Hombres con ropa basta, machete al cinto, sombreros de yarey. Mujeres con vestidos blancos si era fiesta; de colores vivos para el diario, que le permitieran libertad en las tareas domésticas. Flores en el pelo, guitarras en la rodilla, zapateos en los suelos de tierra apisonada.
Visiones bucólicas que un grupo de soñadores se resiste a que queden sólo en las páginas de los libros. Así, se organizan cada año las Jornadas Cucalambeanas, el último reducto de las tradiciones campesinas en Cuba, o para no pecar de grandilocuencia, una cita con lo mejor de las tradiciones culturales de los habitantes de los campos de la Isla, quienes, celosos de sus raíces; se encargan de proteger y rescatar el legado de sus padres y abuelos.
En honor a Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el mítico Cucalambé, el evento se ha confirmado como una vitrina de lo más representativo de la cultura popular, espiritual y material del cubano, donde demostrar que aún no todo está perdido, y que aunque virtualmente desconocidos, muchos se empeñan en conservar las genuinas expresiones de este modo de vida.
Esta edición, la 47, llevará a la ciudad de Las Tunas —entre los días 27 de junio y primero de julio— muchos de los momentos que desde su creación en 1967 sólo se podían ver en El Cornito, localidad situada en las afueras de la capital provincial y conocida por ser la finca campestre de El Cucalambé.
Ramón Batista, presidente de la Casa Iberoamericana de la Décima, con sede en la urbe tunera; adelantó a Cubahora que se decidió así para garantizar una mayor número de espectadores y con el objetivo de socializar el programa del evento, que este año celebra el aniversario 185 del natalicio del autor de Rumores del Hórmigo.
“Esta será una fiesta compartida entre los locales y representantes de delegaciones de unos 10 países, entre ellos Colombia, Argentina, España, Paraguay, Guatemala, República Dominicana, Ecuador, y Venezuela, este último en calidad de Invitado Especial”. Participarán repentistas, escritores, grupos portadores, artesanos, cultores del género folclórico y artistas aficionados, quienes protagonizarán exposiciones plásticas, conferencias, clases demostrativas, conciertos, presentaciones danzarias, exhibiciones fílmicas, y demostraciones culinarias, aclaró.
También, como ya es tradicional en la Jornada, tendrán lugar los certámenes de repentismo Justo Vega, y de décima escrita Cucalambé, junto a los salones nacionales de paisaje, artesanía y décima mural, y los certámenes de glosas y espinelas humorísticas.
La amplia delegación venezolana rendirá tributo al fallecido Presidente Hugo Chávez, con sesiones teóricas y presentaciones de libros, al tiempo que representantes de la música llanera, del Estado venezolano de Barinas —sitio natal de Chávez— mostrarán al público tunero su tradicional joropo, y cómo, aunque diferentes; de alguna manera somos muy parecidos.
Margarita Menjuto, vicepresidenta del Centro Nacional de Casas de Cultura, insistió en el carácter de difusor de todo ese desarrollo de las formas literarias, orales y musicales, la décima y las tonadas campesinas.
Lo principal y quizá lo que diferencie a este encuentro cultural de otros, es que tiene su base en las comunidades —este año se realizaron unas 273 Jornadas Cucalambeanas en asentamientos— algo que quizá sea el secreto para que este guateque mayor de los campesinos cubanos se mantenga con buena salud, con una vitalidad que seguirá mientras permanezcan vivas las tradiciones que alimentan la savia y la identidad misma de lo que significa ser cubano.
Tiene marcados objetivos, entre los que se citan el rescate y conservación de las más genuinas expresiones de la cultura tradicional, espiritual y material; la contribución al fomento del movimiento cultural que surge en cooperativas, poblados y asentamientos rurales, la difusión del desarrollo de las formas literarias, orales y musicales, la décima escrita y repentizada y tonadas campesinas, estimulación a personalidades que han realizado aportes significativos a estas vertientes culturales y la promoción de la propia jornada como evento de carácter internacional, partiendo de la experiencia del Festival Iberoamericano de la Décima, para favorecer espacios que la vinculen con eventos similares en los países de América y España.
Para dar cumplimiento a estas líneas de trabajo desarrolla un amplio programa de actividades que incluye canturías en las que los improvisadores son los protagonistas del arte de repentizar, elección de la Flor de Birama, una de las actividades más arraigadas, pues jóvenes de las provincias de Cuba concursan para representar la belleza física y espiritual de la mujer.
Tiene lugar además peñas del humor, guateques en asentamientos rurales y el Catauro de la Décima, uno de los espacios más importantes donde se alternan los temas y modos tradicionales con la forma más actual de abordar la décima escrita y se realizan presentaciones de libros de autores nacionales e iberoamericanos en general.
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