Después de un largo, si bien relativo y obligado reposo, el país parece haber movido el mouse sobre la inconmensurable pantalla social. Y de entre posibles o quiméricas ecuaciones, apuntó hacia donde echará todos sus hierros y estrategias: la informatización real de la sociedad, a fin de despegar el vuelo y tirar, con un impulso binario, de otras ramas económicas para hacerse de un hueco en el mapamundi de las naciones ciertamente en desarrollo.
Afortunadamente la tregua nunca fue hibernación, gracias a mantener caliente la sangre al sortear varias maniobras de supervivencia y apostar por brindar algunos servicios.
En honor a la verdad, no le ha ido mal con estos, bien fueran de salud, turísticos o los prometedores de zona franca y parques industriales, tal cual un Singapur, a pesar de no haber podido descifrar el despegue, sin inversionistas foráneos, de ramas productivas imprescindibles para garantizar la mesa llena y el colchón mullido, para después pensar.
Y pensar, sí, recordemos, fue la primera quimera que le pasó por la mente a la Revolución, cuando más de medio siglo atrás soñó con un futuro protagonizado por científicos y tecnólogos.
La historia es bastante conocida. La siega del analfabetismo permitió más tarde una jugosa cosecha de técnicos y universitarios, y hasta descubridores e inventores, a contrapelo de coerciones económicas y la aparición de urgencias que matan lo importante.
Redondeando la historia: digamos que la primera estrategia de salto icáreo que se trazó la nación fue el desarrollo de la industria farmacéutica y biotecnológica, un coto reservado por entonces solo para países encorbatados y otros, pocos, con algún capital.
Hoy, ante la encrucijada del porvenir, Cuba ha decidido nortear hacia una nueva ruta de la economía del conocimiento, y espera que la informatización de su sociedad desbroce senderos que permitan acortar la brecha que separa a la Isla de los punteros.
De momento, la cruzada por la informatización anda arropada con el brío que le impregna el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, el ingeniero eléctrico y exprofesor universitario Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Pero el fijador dependerá de cuánto cale en todo el entramado social e individual.
“Un proceso complejo, retador, necesario, que tiene que ser abordado en la multi y la interdisciplinariedad, con visión de país y contando con la participación institucional y ciudadana, el cual debe abarcar transversalmente todos los escenarios y ámbitos de la vida política, económica y social, y constituir un imprescindible apoyo y soporte al perfeccionamiento integral de nuestra sociedad socialista, próspera y sostenible”, expresó el mandatario –por entonces segundo en la línea directiva gubernamental– en 2015.
Dicho con palabras de una visionaria colega, esta etapa puede considerarse la Campaña de Alfabetización (informática) de Díaz-Canel. Solo que hoy los brigadistas son videos y aplicaciones, por farol brillará la luz de Internet;y las cartillas, tabletas y celulares.
REPÚBLICA ELECTRÓNICA
Salseros y reguetoneros no tardaron en incorporar a sus ritmos, menciones a la realidad de la informatización. Ya los dicharachos no proceden de telenovelas (¿alguien se acuerda del origen de los chavitos, los merolicos y las paladares?), sino que se roban de la jerga comunicacional. El que no se sume, dicen, sencillamente estará “fuera de cobertura” o se verá “pixelado”.
Y vendrán más, porque la política de informatización nacional es ambiciosa y pretende cubrir casi todo el espectro de la moderna rama, desde la generación de contenidos dirigidos a fortalecer la identidad y preservar los valores de la sociedad cubana, pasando por el desarrollo y modernización de la infraestructura tecnológica y el espaldarazo a la industria de aplicaciones informáticas, hasta el fomento de la comunicación entre las diferentes instituciones gubernamentales y los trámites de la población.
De entre todas, la dirección del país circuló con un creyón rojo dos macrotareas, y puso todas sus fibras musculares para empujar la implementación del gobierno electrónico (e-gobierno) y el comercio electrónico (e-comercio), dos pilares que, se nos antoja, convertirán un día al archipiélago en la República de e-Cuba.
Para ello, el primer paso ha sido masificar el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), todo lo contrario a avituallar un arca de Noé social, con un puñado de elegidos encargados de preservar la continuidad de sus especies.
El resultado ha sido alentador. Un buen lote de aplicaciones para móviles, por ejemplo, se esparce hoy entre prácticamente la mitad de la población que ya tiene cuentas de telefonía celular.
Pero hace una década padecíamos el síndrome de la Western Union, compañía que en 1876 aseguró en un documento interno que “el llamado teléfono tiene demasiadas limitaciones para considerarlo seriamente un medio de comunicación”.
Siguiendo el ejemplo: En la creación de aplicaciones han estado de tú a tú los sectores privado y estatal, más que compitiendo, complementándose. O quién sabe si creando un paradigma de convivencia y de resultados para servir a un fin social común.
CONDUCTOS TRANSPARENTES
Del manojo de ideas que se manosea sobre el e-gobierno, tal vez ninguna sea más clara, por no andar con medias tintas, que una del Comité de Gobernanza Pública de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En 2011, en España, planteó esta organización mejor conocida como “club de los países ricos”: “Es imperativo expandir el uso estratégico de la administración electrónica en el actual contexto económico si queremos multiplicar la innovación y la agilidad del sector público, simplificar la administración y mejorar la prestación de servicios y la productividad”.
Pero tiene otros atractivos. El gobierno electrónico permite que los ciudadanos participen de forma real y efectiva en las decisiones públicas, el control de ilegalidades, y otros, mediante mecanismos específicos como son foros virtuales y chats.
También coadyuva a incrementar la transparencia y rendición de cuentas de los directivos, al permitir el acceso y disponibilidad de información, capaz transformar las relaciones entre el aparato administrativo del Gobierno, los ciudadanos y sus representantes.
De golpe, 2018 cerró, cuando menos, con la totalidad de los ministros del gabinete cubano visibles en las redes sociales, mientras todos los gobiernos estrenaron en Internet sus portales oficiales.
Según una tradicional encuesta realizada por la Organización de Naciones Unidas entre 193 países, Cuba ocupa el lugar 134º del ranking de e-electrónico. El Índice de Desarrollo del Gobierno Electrónico (IDGE) de la Isla es 0,41, y 1 el valor máximo posible.
Para que se entienda mejor esto último, sépase que el IDGE se conforma a partir de la sumatoria de tres subíndices, cada uno con un peso de 33,3 por ciento. El primero es el Índice de Servicios en Línea (ISL), en el que Cuba presenta un valor de 0,29; otro es el Índice de Infraestructura de Telecomunicaciones (IIT), con un valor nacional de 0,14; y el tercero, el Índice de Capital Humano (ICH), deja al país mejor parado: 0,78.
Más que deprimir, estos datos indican que la e-República tiene potencial para ascender con relativa velocidad en ese ranking, si la voluntad empeñada consigue todo el efecto esperado.
Eso sí: Ya han sido abiertos los conductos que permitirán “acortar” la distancia entre gobernantes y gobernados. Pero falta mucho para lograr la verdadera comunicación biunívoca y que la información (pública) sobre la gestión de los funcionarios (servidores públicos) pueda ser aprehendida por los públicos.
INFORMATIZACIÓN = CIBERSEGURIDAD — CONSERVADURISMO
Un concepto desalmidonado de e-comercio refiere que este es cualquier actividad comercial que se desarrolle mediante la utilización de las TIC y comprende promoción, negociación de precios y condiciones de contratación, facturación y pago, entrega de bienes y servicios, así como servicios de posventa, entre otros.
Es indiscutible que acondicionar las plataformas digitales para que el comercio electrónico corra sobre rieles, lleva su complejidad tecnológica. Empero, ninguna será más ardua que vencer el conservadurismo existente en cualquier sistema cubano donde circule plata o valores, sea la banca o la taquilla de un cine.
Menos oxidados, algunos descubrieron que podían hacer e-comercio por cuenta propia, rupestre pero efectivo, sin aparentemente violar ninguna ley, al recargar cuentas telefónicas desde el exterior a un usuario que amortiza no en divisas, sino en una de las monedas cubanas. Otros aprendieron a pagar cierto servicio particular recibido, transfiriendo desde su saldo telefónico hacia el del ofertante el valor de la facturación.
Claro, cuando son millones de operaciones y cuentas bancarias, los riesgos son otros. Tal vez por ello los estrategas cubanos repiten como un mantra que la velocidad de la implementación de la informatización depende de la ciberseguridad.
Este 2019 debe ser el año cero de una nueva era de comercio electrónico en Cuba, particularmente por la consolidación del desarrollo y el soporte técnico de pasarelas de pagos y su uso.
Debe estar entre los protagonistas, Correos de Cuba, que lanzó en diciembre un servicio de expedición de giros nacionales, y la telecomunicadora Etecsa que, junto al Banco Central de Cuba, anotó un buen gol con la plataforma informática Transfermóvil, para pagos de servicios desde los teléfonos móviles.
Pero las mayores expectativas descansan en el Ministerio de Comercio Interior (Mincin), que ya sacó una tienda virtual, (https://5tay42.xetid.cu/) desarrollada por la empresa Xetid, destinada a la venta minorista de bienes a personas naturales.
La tienda, en verdad, no tuvo la acogida esperada, en gran medida por la escasa cultura de la población sobre los usos de las tecnologías en procesos de la vida cotidiana y como alternativa de forma de comercio. Pero también, al parecer, porque todavía el mundo analógico nacional provoca cortocircuitos con el digital, como mismo pasa con las tiendas virtuales furtivas particulares.
Por ahora, el Mincin desarrolla, junto a Citmatel, la Tienda Mayorista de Productos Industriales para la venta online a formas no estatales de gestión. Desde luego, deberá ponerse a una altura insospechada si su objetivo es disminuir las órdenes canceladas e implementar el servicio a domicilio en todo el país.
Mientras, la banca apuesta por reducir la cantidad de efectivo a usar mediante operaciones en puntos de terminales de venta, en tanto la modalidad electrónica que más se aprovecha hoy es la extracción de billetes desde los ya vetustos cajeros automáticos.
Pero la informatización demanda ambiciones mayores y quiere empezar a implementar en las empresas la Industria 4.0, que es la fabricación con todos los procesos interconectados en Internet.
Entonces Alexander Abreu tendrá que tocar Me dicen e-Cuba.
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