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martes, 19 de noviembre de 2024

Todas las Baracoa en una (+Fotos)

Descubrir en múltiples dimensiones al oriental poblado debiera ser un hecho irrenunciable para cualquier cubano...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 23/05/2015
3 comentarios
Baracoa 02
Baracoa (Mayra García Cardentey / Cubahora)

Cuando Magdalena Menasses Rovenskaya pidió, una vez llegada a Cuba, un pasaje para lo más recóndito del país donde nadie la pudiera encontrar, precisamente la enviaron a Baracoa. Apodada La Rusa, instaló en el alejado paraje fortuna y suerte, y todavía hoy queda en su recuerdo un hostal en el malecón baracoense que aloja las más atractivas historias, reales y por demostrar. Al menos, así lo cuentan los lugareños.

Los hechos, quizás los oficiales, muestran a una bella europea quien emigró a la Isla debido a la condición militar zarista de su padre. Junto a su esposo, un diplomático de la época, llegaron hasta el extremo oriental para encomendarse a los negocios cedidos por un pariente.

Su vasta cultura y desafección por la dictadura batistiana le hicieron conocer a personalidades descollantes de la lucha revolucionaria como Fidel, Celia y Antonio Núñez Jiménez. Artistas y escritores también encontraron en la instalación hospedaje para el espíritu creador. Precisamente un recuento sui generis relaciona a Alejo Carpentier con el local y La Rusa, que ha dado paso a especulaciones todavía sin verificar. Lo incuestionable, es el hálito de estampa baracoense que se respira en la ilustre Consagración de la primavera.

UNA BARACOA… VARIAS HISTORIAS

Pero, apenas la historia de La Rusa es una entre decenas que sobreviven por tradición oral en La Primada de Cuba. Magia, hechizos, brujos, cagüeiros, cuentos se tejen y repiten de generación en generación como la leyenda del río Miel. El relato narra cómo la consumación del prohibido amor entre la quinceañera Daniela y el joven baracoano Alejandro, por las inmediaciones del caudal, dieron pie al dicho “si te bañas en el río Miel, te quedas o vuelves”.

O aquella historia que relata la maldición del Pelú, que todavía vive, ahora en metal, en el populoso boulevard de la ciudad. Refieren los habitantes que fue un cincuentón de barba de pelo rizo sin peinar y pantalones remangados. Por su aspecto le maltrataron, apedrearon y hasta llegaron a cortarle la melena. Fue entonces que maldijo a Baracoa y sus pobladores a no tener agua y morir de inanición. Todavía nada se ha cumplido pero su escultura saluda al transeúnte y hay quien le agarra la mano para la instantánea y le pide un deseo.

Aunque, más allá de la imaginería popular y las leyendas urbanas, Baracoa dio fe a su estirpe de Primada. Fue precisamente en este rincón de la geografía cubana donde se produjeron los dos primeros matrimonios: de Diego Velázquez con Isabel Coellar y del no menos célebre Hernán Cortés con Catalina Juárez. También por vez inicial se ofició una misa por Fray Bartolomé de las Casas.

Y, por si fuera poco, las coincidencias históricas de La Primada no dejan de asombrar, cuando hace algunos años resultó notorio en el marco de los estudios de género, el libro Por andar vestida de hombre, del doctor Julio César González Pagés. El volumen desanda nada menos que los enredos del médico Enrique Faber, casado con la señorita Juana de León. El galeno, asentado en el pueblo oriental, resultó pertenecer al sexo femenino y fue severamente juzgado por ocultar su identidad.

BARACOA COMO DESTINO

Descubrir la ciudad de los paisajes, es encontrar otra Cuba. Y muchos se resienten por no haberle conocido antes, por la lejanía, por el descuido cotidiano, por la ocupación cosmopolita. Porque algo es cierto; para visitar a Baracoa hay que querer ir: no es camino de nada y casi el final de todo. O el inicio, depende cómo se mire.

El propio acceso a la ciudad, a través de La Farola con sus 11 puentes colgantes y puntos por encima de los 600 metros del nivel de mar, serpenteando a través de las montañas, muestra que no es elección casual. Tampoco de arrepentimientos. Vale bien la pena.

De origen araucano, su nombre significa existencia del mar. Nominada Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, fue esta la primera capital de los cubanos y la única de las siete villas que se conserva en el mismo sitio de su fundación.

Todavía se puede observar la Cruz de Parra, la más antigua reliquia histórico-religiosa de los primeros años de colonialismo español, que resguarda la Parroquia Nuestra señora de la Asunción de Baracoa. Sería de obligada visita, de igual manera, Matachín, tercera fortaleza en importancia de Cuba, después de la de La Habana y Santiago.

Es conocida también como ciudad de las montañas. Para ello cuenta con el singular relieve de El Yunque, que entre enrevesados caminos y subidas pedregosas invita a los senderistas a encontrar una hermosa perspectiva custodiada por un busto de Antonio Maceo.

Pero, si resultara poco, sus refrescantes ríos convidan a la relajación, no solo por el apacible y cristalino caudal sino por la idiosincrasia de quienes habitan sus lares. En la comunidad Pasos del Toa el baño se ameniza con la práctica de juegos tradicionales poco vistos en cualquier otra parte del país.

Es Baracoa, pues, tierra de cacao, cucuruchos de coco, frituras de petetí, de bailes como el kiribá y el nengón. Es pueblo de calles angostas, de edificaciones añejas y de rara hermosura y casas de estructura típica de madera. Pero también es Baracoa un punto común para muchos turistas, para la Casa de la Trova, para los comercios que se sueñan cosmopolitas.

Aunque, el mayor tesoro resulta su gente: los baracoesos, mezcla de las antiguas civilizaciones y las mutaciones más modernas. De los que cuentan con orgullo las más variopintas leyendas mientras recorren la ciudad con el curioso; de los otros que te muestran a pie de faena cómo se hace un buen cucurucho de coco con miel o guayaba; de aquellos que te enseñan la fruta del cacao en plena caminata a El Yunque o te ilustran los principales pasos del kiribá; o los muchos que arrollan con sonada conga si ha triunfado algún club español de fútbol.

Sí, es la misma ciudad que hoy a más de 500 años de su fundación, aloja muchas Baracoas en una sola. 


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.

Se han publicado 3 comentarios


Miguel
 31/5/15 14:39

Me gustó su artículo. Es abarcador e interesante todo lo que relata en él. No he tenido suerte de visitar a Baracoa. Constituye una de mis añoranzas. Creame que cuando lo haga, voy a recordar los detalles que usted brinda. Muchas gracias.

Guarina
 29/5/15 11:29

Enrique Favez (nacido Enriqueta Favez) (c. 17911856) fue un médico suizo que trabajó en el ejército de Napoleón y en Cuba. Aunque físicamente nació mujer, Favez se auto-identificó y vivío como hombre.

Para el que quiera conocer la historia.

claudia
 23/5/15 13:06

Conoci parte de Cuba. Y pienso volver y conocer este bello lugar,,,como todo lo hermoso que tienen. Gracias.

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