¿Por qué no existe una buena música en los espacios gastronómicos? ¿Quién controla la que se divulga en los espacios recreativos? ¿Hacemos un diagnóstico certero desde la base sobre los gustos y las preferencias de la población? ¿Por qué en muchos espacios tenemos que consumir banalidades? Interrogantes como estas vienen a nuestra mente cuando no se promueve en los llamados espacios públicos una cultura acorde a nuestros intereses y la política cultural diseña por la Revolución comienza “perderse”.
Ahora que la etapa estival sigue descontando sus días es necesario pensar en nuestras motivaciones para hacer de la recreación un espacio de bienestar físico y espiritual. El cine, el teatro, la visita a museos, galerías y sitios históricos que tenemos en la comunidad o cerca de ella pueden ser de las opciones más utilizadas en este tiempo, junto a los programas de televisión, las actividades musicales, el consumo de diversos productos audiovisuales y la estancia en playas y campismos.
El capitalino Mario Díaz señala que hoy se necesita de una debida divulgación de las actividades para que sean del conocimiento de todos, así como de un diagnóstico que recoja los intereses, necesidades, diversidad de gustos de la población, condiciones de los espacios, tradiciones y costumbres; pues ello es útil para lograr buenos resultados y que la población se sienta a gusto con las actividades.
“¿Con tanto talento que existe en este país cómo es posible que no se apueste por una mejor programación televisiva?”, se preguntó la estudiante universitaria Sady Gutiérrez, quien además añadió que a veces en espacios como el transporte público o los restaurantes la música que se escucha es pésima. “Si vas y reclamas, ya tú sabes lo que te toca”.
Miradas especiales requiere en este asunto el empleo de determinados productos y elementos de las industrias culturales y recreativas de modo indiscriminado (audios, proyecciones de audiovisuales, emplazamiento, uso y exhibición de imágenes y símbolos) en los espacios públicos, así como aquellas prácticas de individuos y entidades que atentan contra los valores culturales y educativos de la población.
Se trata además de alejarse de la idea de que la política cultural tiene que ver solo con el Ministerio de Cultura, aun cuando este es el ente rector de su aplicación. Esta involucra además a las entidades del Gobierno, las administraciones y organismos sociales y de masas, quienes deben velar por el cuidado y mejor uso ciudadano y cultural de los espacios públicos y por el cumplimiento de las normas sobre el empleo de los medios culturales y recreativos.
Válidas en este tema son las reflexiones que hacía Abel Prieto Jiménez, asesor del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cuando al intervenir en la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, de la recién concluida Asamblea Nacional del Poder Popular abogó por hacer cumplir la política cultural coherentemente y criticó los modelos impuestos desde los medios y las instituciones, por errores y falta de un sentido estratégico.
“Tenemos que defender la calidad, lo genuino, lo auténtico frente a la idea de que la cultura es una mercancía, que lo yanqui es lo moderno, frente a lo hegemónico, y tenemos que defenderlo desde la unidad y en ello no podemos olvidar los símbolos y las imágenes, pues hoy muchas personas asumen ídolos que nada aportan a su crecimiento espiritual”, expresó.
Y es que Cuba tiene una sola política pública cultural, que es la que ha construido la Revolución a lo largo de más de medio siglo y que se debe aplicar y cumplir en todos los escenarios, sean estatales o no, como aseguró en al mencionada comisión Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien además agregó que la mejor manera de resolver las deficiencias que existen es acercar más el debate a las acciones, pues aunque se ha hecho, a veces no actuamos en correspondencia con lo establecido.
El dirigente político apuntó que se necesitan acciones de gobierno y participación, buscar espacios para que las personas digan cómo quieren sus actividades, evalúen lo que se hace y trabajen de conjunto en su diseño; además reiteró el papel que desempeñan la familia, la escuela, la comunidad y fundamentalmente las instituciones, en tales propósitos.
No podemos olvidar tampoco que la cultura cubana tiene grandes desafíos en el nuevo escenario de las relaciones con Estados Unidos. Es necesario aprovechar las oportunidades económicas que esa circunstancia ofrece, pero debe asumirse también el desafío ideológico, y no podemos perder de vista que las industrias culturales se han convertido en escenario de hegemonía.
No se trata de prohibir. Debemos buscar consensos y lograr integraciones efectivas entre todos para dinamizar nuestros espacios y hacerlos más creativos y útiles a lo que la gente necesita y quiere. No podemos permitir que existan distorsiones de la política cultural que ha conquistado Cuba desde el mismo inicio del triunfo revolucionario, cuando puso al arte en el centro de su dinámica transformadora.
Resultan útiles estos criterios que surgen del debate cuando se intentan redefinir las posiciones sociales ante el fenómeno de la cultura y los procesos de consumo, en un mundo marcado por el análisis crítico e inteligente sobre el impacto de la revolución tecnológica en todos los ámbitos de la vida social, pues algo esta claro, y es aquella idea que expresó Fidel en el peor momento del período especial: “la cultura es lo primero que hay que salvar”.
carlosvaradero
11/8/15 11:52
Primero:
Quien es el dueño o quien administran esos espacios pùblicos
Pues suipongo que esa es la persona que decide la mùsica que se difunde en esos espacios, que casi siempre es lo peor!!
Es lo que pienso.
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