En Cuba apreciamos sobremanera el significado de un beso, un abrazo, una reunión familiar, una salida con amigos... Las circunstancias actuales nos han privado temporalmente de ello, sin embargo, el distanciamiento es solo físico, porque como reza un mensaje que ha circulado por estos días: “estar separados nunca nos había unido tanto”.
Emociona percibir cómo en tiempos difíciles, cuando el país hace frente a la enfermedad causante de la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, la solidaridad aflora multiplicada en acciones que, en medio de la incertidumbre, el miedo y la desesperación, permiten avivar la esperanza.
La ayuda a ancianos que viven solos, la confección voluntaria de nasobucos para repartir entre los vecinos y la realización de conciertos vía internet son algunas de las iniciativas que han surgido como respuesta a esa necesidad que tenemos de apoyar a los otros y mantenernos optimistas.
“La humanidad está angustiada y el tejido social se está desgarrando. La gente está sufriendo, enferma, asustada”, afirmaba recientemente António Guterres, secretario general de la ONU.
En medio de esta situación, el “cuídate mucho” ha devenido súplica intrínseca de nuestras comunicaciones, ya sean telefónicas, textuales o cara a cara, porque la preocupación aumenta al mismo ritmo que las cifras de infectados, y en familias separadas y amistades distanciadas se fortalece el instinto de protección.
Pero también emerge el valor de la gratitud, sobre todo hacia quienes en esta batalla ha correspondido la posición más arriesgada. Día tras día los profesionales de salud se baten en primera línea con un enemigo potencialmente peligroso, que en solo 100 días contagió a más de un millón de personas en el mundo, de las cuales más de 80 000 resultaron víctimas mortales.
Ellos y ellas, como nosotros, experimentan temor, probablemente lloran a escondidas cuando la presión es mayor o cuando, desafortunadamente, a pesar de haberlo dado todo, no logran preservar una vida. No obstante, como héroes y heroínas que son, logran dejar a un lado cualquier pensamiento que ponga en riesgo su eficacia, y con una capacidad conmovedora nos transmiten firmeza, seguridad, confianza.
Por eso nos sumamos a la iniciativa de darles aliento, de la única forma que podemos hacerlo ahora, desde nuestros hogares. La cita de cada noche es, en principio, por ellos y ellas, porque lo merecen, porque lo necesitan; es para que sepan que todo un pueblo los contempla orgulloso, que millones de personas agradecemos tanta entrega y valoramos esa lucha incansable por la vida.
Los aplausos de las nueve, que también dedicamos a todas las personas que en tiempos de pandemia aportan, garantizan y protegen son, además, una muestra de optimismo, una manera de acompañarnos unos a otros, de reencontrarnos desde la distancia, de sonreír a pesar de todo, de liberar las emociones contenidas y de reafirmar esa convicción de que juntos saldremos de esta, quizás no hoy, ni mañana, pero lo haremos.
Luciano
16/4/20 9:12
Es un abrazo global donde los pueblo entienden como es importante la salud y invertir en salud y no en armas. La Brigada Medica Henry Revees vine a Italia demuestrando que el mundo no necesita di ejercitos con armas si no de ejercitos de paz de medicos, sanitarios, un ejercito de solidariedad. Eso falta mas que todo proximidad.
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