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martes, 19 de noviembre de 2024

Cinco años en veinte minutos

Para unos la tesis de grado o la prueba estatal es tiempo de muchos ajetreos, angustias y complicaciones; para otros es cúspide feliz de intenso trabajo...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 30/06/2015
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Muchos jóvenes están pasando en estos días por una nueva etapa de su vida, con nombre y apellidos incluso: tesis de grado o prueba estatal. Para unos es tiempo de muchos ajetreos, angustias y complicaciones; para otros es cúspide feliz de intenso trabajo. Recuerdo cuando me tocó, hace apenas un año, el reloj biológico se alteró por esta fecha, entre tensiones, ansiedad, cansancio e investigación, se unían los días con las noches.

Así también le ha pasado a varios jóvenes con los cuales Cubahora dialogó hace unos días, y aunque a algunos fue difícil convencerlos para que contaran sus experiencias, coinciden en señalar que este es un proceso que te pone a prueba no solo como estudiante, sino como persona. Es el momento de la defensa del conocimiento adquirido en la Educación Superior durante cinco o seis años de esfuerzo.

“Para cualquier universitario la palabra tesis es sinónimo de desesperación, estrés, nerviosismo”, afirmó la futura pedagoga Rosana Fernández Verdecia, quien esta semana discute su tesis sobre la formación de valores en las nuevas generaciones. “Todo empieza cuando elijes el tema, o cuando tu profe te dice ‘te sugiero que investiguessobre esto o aquello’, justo ahí comienzan los dolores de cabeza”.

Cuenta que en el primer año escogió un tema que fuera lo suficientemente sólido como para llevarlo hasta la tesis. “Busqué bibliografía, consulté a diferentes profesores e hice entrevistas, todo en función de tener una investigación científicamente bien fundamentada, con una propuesta novedosa y creativa que pudiera resolver un problema de la práctica social. Así pasaron casi cinco años con un mismo tema, y cuando por fin llegué a quinto dije: ‘Estoy hecha, tengo una tesis lista’”.

Se ríe mientras nos relata esta anécdota: “Al principio tuve muchas sugerencias, recomendaciones y ayudas: esto lo debes cambiar, esto sobra, debes aumentar un párrafo aquí, esta coma no va, argumenta mejor este criterio... Todos con un criterio diferente y eso solo me provoco más dolores de cabeza. Si llego a cambiar todo lo que me sugerían mi tesis sería de un colectivo de autores’. Así que me apoyé en mi tutor (este último un factor importantísimo) y decidimos que la investigación se basaría en todo lo que había estudiado y estaría acorde con mi año de estudio. Sí, porque algunos criterios eran para una maestría o un doctorado”, asevera.

Opiniones similares compartió también el casi periodista Yoel Almaguer Rodríguez, quien hace unos días defendió su Tesis en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. “Fueron días terribles, de esos que uno recordará toda la vida, y más para mí, cuyo ejercicio de graduación fue la realización de un documental de forma independiente sobre la vida del intelectual cubano Miguel Barnet Laza“.

“Fue complejo por los recursos que requería y por la memoria escrita, en la que uno tiene que hilvanar cada tema de forma aguda, coherente y con belleza literaria”, expresa a pocas semanas de abrazar en sus manos el pergamino que lo acredita ya como Licenciado en Periodismo.

UN CAMINO MUY SERIO Y EXIGENTE

La elaboración de la Tesis de Grado es una de las etapas más trascendentales en el currículo académico de cualquier estudiante universitario, y no solo debiera verse como un requisito de grado, sino como el primer paso para un largo camino académico y profesional. Este trabajo investigativo —exigente, serio, completo y novedoso— pone el punto final a una carrera.

Por lo común, profundiza en un área determinada del conocimiento, a la que aporta novedad o crítica con el empleo de métodos científicos, para contribuir al impulso y desarrollo del país. Sus preparativos se inician cuando la asignatura de Metodología de la Investigación empieza a hacer de las suyas, y pensamos en el tema que nos puede atrapar para despedirnos de la Universidad. Con su selección, la asignación del tutor y las fechas de entrega comienza un arduo camino. Vendrán intensos meses con el diagnóstico empírico del objeto de estudio, la precisión de objetivos, la interpretación o determinación de tendencias, la elaboración de teorías, la revisión de bibliografía, entrevistas a expertos, encuestas, consultas con el tutor, validación, comprobación, constatación en la práctica...

Sin embargo, cuenta Rosana y lo viví también, luego de esos agudos pasos llega el primer momento duro. “Se trata —dice— de la predefensa, en la cual, aunque crees llegar con todo bien hecho, te ‘desbaratan’ la tesis. Realmente tuve que estar muy segura de mí misma en ese instante y demostrar ante el tribunal la validez de lo que había propuesto”.

Para el casi ingeniero en Arquitectura Mario González Díaz, quien dirá adiós en unas semanas a su querido Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae), el camino de una investigación científica requiere de mucho sacrificio, largas horas de estudio y saber trabajar muy solo, aunque tengas un tutor. “Cuando consigues un tema interesante y la bibliografía tienes los caminos casi resueltos para conseguir una buena tesis, como me sucedió a mí, que defendí un proyecto de viviendas resistentes a los fenómenos meteorológicos”, dijo.

Mario considera que estimular la actividad creadora, innovadora y el intercambio científico-técnico desde que el joven esta en la carrera, así como vincularse a los centros de trabajo, es un camino esencial para que tengas un proyecto más acabado y no tengas preocupaciones cuando tienes que exponer el resultado. “Creo que no todos los estudiantes tienen la capacidad de sobrellevar los momentos de incertidumbre, sobre todo cuando se está en la recta final y la experiencia práctica ha sido muy limitada, por suerte no me sucedió a mí”.

Denis Castanedo Galarraga, quien hace unos días defendió una investigación que vincula el carbohidrato en el tratamiento del melanoma (cáncer de piel), detalla que desde tercer año trabajó en el tema, vinculado al Instituto Finlay, lo que le aportó mucho en el resultado final.

“Estuve muy nervioso el día de la defensa de la tesis, creo que eso es algo que nadie puede evitar aunque se haya preparado durante varios meses. Esas tensiones influyeron en que expusiera muy rápido todo el contenido, aunque lo expliqué todo. Estoy muy satisfecho con lo logrado, sobre todo por el aprendizaje experimental adquirido. En fin, fue llevar a la práctica el contenido teórico y las largas jornadas de estudio”, apunta.

Y LLEGÓ EL MOMENTO

Luego de meses de dedicación, esfuerzo e indagación llegó el momento esperado: la defensa de la tesis ante un tribunal. No se duerme el día antes y cuando amanece no nos abandona el estrés propio de los miedos de quedarse en blanco, de que falle la tecnología, de tartamudear ante las respuestas al oponente o aquella pregunta difícil o fácil que alguien formulará.

“Ahora es el acto final —asegura Rosana—, y sentiré que cinco años de estudio se resumen en veinte minutos. Seguro lloro, justo ahí se acabó la vida universitaria. Con el paso del tiempo miraré mi título colgado en la pared y el mamotreto ese nombrado tesis estará ahí, justo en el librero, para recordarme siempre las noches de desvelo, las lágrimas de impotencia, la caída del cabello por el estrés, las fiestas que me perdí...”.

Denis, quien en unos días abrazará su título de Licenciado en Química, asegura a Cubahora que para realizar su tesis tuvo que detallar cada contenido de la investigación, desde la intensa elaboración hasta los resultados del experimento en las personas con cáncer en la piel. “El tribunal me realizó varias preguntas al igual que el oponente, pero me preparé muy bien y las respondí sin tensiones”.

Yoel confirma que así le sucedió. “En pocos minutos tuve que explicar toda la investigación, los caminos peliagudos o cómodos que encarné para lograr el documental Miguel, así como las recomendaciones para un buen ejercicio del Periodismo. La máxima calificación lograda fue la recompensa a cinco años de estudio. Agradezco a quienes estuvieron a mi lado o desde la distancia me auguraron buenos éxitos”.

Entonces, cuando termina la deliberación del jurado —muy demorada en los últimos años— y se anuncia la calificación, todo el mundo rompe en lágrimas, felicitaciones, abrazos...

Quizás por eso Rosana está convencida de que la tesis, a pesar de los sinsabores que pueda ocasionar, le recuerda “esos cinco años inflamables donde cada momento fue una experiencia de vida, donde los amigos se hacen eternos, donde tal vez conoces el amor de tu vida... —y añade sin titubeos—: En fin donde lo único que vale es ser un verdadero universitario”.


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Yuniel Labacena Romero


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