Los cambios físicos ya no son los característicos de la adolescencia para muchas de las que llegan a esa etapa de la vida. Sus cuerpos aún no están maduros para un proceso que provoca tantas transformaciones en el organismo, sin embrago a esa corta edad, las acompaña una barriga en crecimiento, náuseas y malestares… esas exclusividades que indican la llegada de un nuevo ser. Sus historias se hacen más cotidianas en los últimos tiempos y los estudios indican que la maternidad precoz se ha extendido no solo en el mundo, sino también en Cuba.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alrededor de 16 millones de adolescentes entre 15 y 19 años dan a la luz un hijo, y un millón de niñas menores de 15 años se convierten en madres. La Mayor de las Antillas no está exenta de esa situación, ya que en el país persiste también una elevada fecundidad en la adolescencia, a pesar de la voluntad política de priorizar la salud y la educación sexual y reproductiva de los adolescentes y jóvenes.
Cifras del Anuario Estadístico de Salud de 2014 —brindados recientemente durante la Asamblea Nacional del Poder Popular—, indican que la tasa de fecundidad en menores de 20 años era entonces de 51,6 por cada mil mujeres de ese grupo etario, más del 15 por ciento de la fecundidad total del país. Aun cuando predominan los casos de adolescentes embarazadas en las zonas rurales del país, resulta preocupante cómo en los últimos tiempos la fecundidad adolescente ha crecido en las zonas urbanas.
Vale destacar que en las provincias orientales, y en particular, en Granma, Las Tunas y Holguín se registran la mayoría de los casos de adolescentes grávidas. A nivel nacional, se evidencia un ligero incremento de la fecundidad adolescente en el grupo etario comprendido entre diez y 14 años, mientras que se aprecia una leve disminución del fenómeno entre las edades de 15 a 19 años.
SALUD PARA CUIDAR
El doctor Roberto Álvarez Fumero, jefe del Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública (Minsap), precisó que entre las causas que generan esta situación están el limitado acceso de los jóvenes a servicios amigables de Planificación familiar y la insuficiente educación sobre sexualidad, lo que no contribuye a fomentar una actitud responsable. Igualmente, incide el comienzo de las relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas, entre los 12 y 13 años de edad como promedio.
¿Qué consecuencias puede traer un embarazo en la adolescencia? Según Álvarez Fumero desde el punto de vista médico existe mayor riesgo de salud para la madre y el niño: “riesgo de muerte durante el parto que dobla al de las mujeres de 20 años y que se eleva a cuatro veces para las jóvenes menores de 16 años de edad, menor peso del niño al nacimiento, peores condiciones de salud mental y emocional de la joven, y una mayor exclusión social y en consecuencia, mayores niveles de pobreza.
“También las más jóvenes embarazadas se exponen a la prematuridad de sus bebés, a complicaciones obstétricas como la hipertensión arterial y la no contracción del útero, que puede desencadenar hemorragias en muchos casos. Igualmente es alarmante la aparición del cáncer cervicouterino en mujeres cada vez más jóvenes, quienes iniciaron sus relaciones sexuales temprano, y no siempre se protegieron”.
A ello podemos sumar otras consecuencias: según el primer resultado del proyecto Adolescentes y jóvenes cubanos en los ámbitos de familia y pareja, concluido el pasado año por el Centro de Estudios Sobre la Juventud, se destaca la frecuencia con la cual los embarazos tempranos implican una criatura no deseada y debilitan la relación de la pareja. Ello puede conllevar una actitud de rechazo, o lo que es peor: que le oculten a sus familias la condición de embarazadas por temor a su reacción; como resultado, se provocará un control prenatal tardío o insuficiente.
Reconoce la investigación que el embarazo irrumpe en la vida de las adolescentes en momentos en que todavía no alcanzan la madurez física y mental, a veces en circunstancias adversas como pueden ser las carencias nutricionales, y en un medio familiar poco receptivo para aceptarlo, acompañarlo y protegerlo. Además, trae repercusiones psicosociales, pues se trata de jóvenes que aún están estudiando o iniciándose en la vida laboral, por lo que este proceso interfiere en su formación escolar, laboral y como futuros profesionales.
Adicionalmente, la llegada del bebé implica un reto en lo económico, por lo que en muchos casos los jóvenes padres se ven obligados a insertarse de manera prematura en el ámbito laboral con el fin de satisfacer sus necesidades básicas, lo que limita sus oportunidades de superación y de trabajo futuras. También es un desafío para las familias, en tanto madres y padres; sobre todo ellas, tendrán que asumir otros roles (abuelidad) para los que tal vez no estén suficientemente preparados.
En tal sentido el jefe del Departamento Materno Infantil del Minsap afirmó que ante este fenómeno social deben combinarse las acciones desde la familia, la escuela, la comunidad y los servicios de Planificación Familiar, que cada vez más deben propiciar un ambiente amigable en la atención a los adolescentes. Además se debe favorecer el conocimiento de los métodos anticonceptivos disponibles en el país, pues ello contribuirá a relaciones sexuales más seguras y al no abuso del derecho de la mujer cubana al aborto, cuyas consecuencias para su salud y futuras posibilidades reproductivas son peligrosas, aun cuando sea un proceso seguro en el país.
UN HOGAR MUY SEGURO
Un eslabón esencial en el cuidado de las embarazadas en Cuba y muy especial de aquellas adolescentes que pasan por ese proceso, lo constituyen los hogares maternos. Esas instituciones son responsables por el cuidado y la observación especializada a las embarazadas consideradas de alto riesgo, mediante la efectiva implementación de la genética médica, como garantía de la atención médica integral a la madre y su bebé.
En un informe sobre los resultados de las visitas de control y fiscalización realizadas a estos hogares, divulgado durante la Asamblea Nacional, trascendió que en estas instalaciones existe un estado higiénico favorable al igual que en las salas donde se encuentran las gestantes; además, la elaboración de alimentos es aceptable. Se reconoció también la buena atención de los médicos y enfermeras, y se constató el vínculo de trabajo con las organizaciones de masas y centros educativos para las diferentes actividades de promoción.
En sentido general, se notificó que en la mayoría de los lugares visitados las adolescentes se encuentran ubicadas juntas en cubículos para su atención diferenciada y buscando que se sientan a gusto y se relacionen entre sí. Además, se aprecia la permanencia y estabilidad del personal administrativo, lo que les brinda mayores condiciones y cuidados a las embarazadas.
Sin embargo, se detalló que en algunos casos la capacidad del hogar materno no cubre las necesidades por el número de camas. Igualmente se debe revisar que las acciones de mantenimiento y reparación necesarias para mejorar la calidad de los locales de los hogares estén incorporadas al plan del presupuesto, así como mejorar la ventilación en algunos espacios.
También sobresalió el hecho de que las adolescentes en estado de gestación, en su mayoría han abandonado los estudios. Por otra parte, en los hogares se presentan dificultades actitudinales cuando los jóvenes esposos se niegan a retirarse al término de los horarios de visitas o cuando muchas embarazadas deciden abandonar esas instituciones sin autorización médica.
En tal sentido, estas instalaciones comunitarias que tienen un vínculo esencial con el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI), deben ser atendidas desde un trabajo multisectorial, a partir del cual se puedan mantener los logros alcanzados hasta la fecha, como aseguró Álvarez Fumero, quien destacó que ante estos temas se debe propiciar una efectiva comunicación en el hogar, la escuela, el consultorio, el barrio y los medios de difusión masiva.
No hay dudas de que Cuba debe elevar su natalidad en medio del acelerado proceso de envejecimiento poblacional que vive, pero ello no debe ser a costa de embarazos en la adolescencia. Se trata de lograr una maternidad segura y que la prevención resulte el factor primordial en aras de evitar la proliferación de gestantes adolescentes. Ello requiere imbricar a varias organizaciones e instituciones del país, a fin de que niños y niñas estén preparados, a su debido tiempo, para formar una familia. El embarazo debe ser un sueño deseado.
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