Toronto 2015: ¿honroso cuarto? (+Medallero final)

El cuarto puesto por países en el medallero general no tomó por sorpresa a demasiados, pues el desempeño de Cuba (36-27-34) en la cita multideportiva que por 15 días movilizó a todo un continente dejó mucho que desear. A la espera de la ceremonia de clausura los XVII Juegos Panamericanos, bien vale la pena un recorrido por la actuación de los cubanos, quienes nunca habían descendido del segundo lugar desde 1971.

El canotaje y el boxeo resultaron las disciplinas más prominentes para Cuba, al sumar seis títulos en cada uno de los casos, seguidas por el atletismo, que terminó por coronar a cinco de sus representantes, cifra por debajo de las expectativas trazadas para el campo y pista en estos Juegos.

Metales dorados consiguieron también el clavado (1), gimnasia artística (2), judo (3), remos (2), tiro deportivo (2), taekondo (3), pesas (2) y luchas (4). Por otra parte, Cuba tuvo 11 multimedallistas, de los cuales cuatro fueron multicampeones: los kayacistas Yumari Mengana (3), Jorge García (3) y Reinier Torres (2) y el remero Ángel Fournier (2).

Sin embargo, más que el minucioso inventario de los metales cubanos, la gran pregunta es clara: ¿qué sucedió en Toronto 2015? ¿qué determinó que la delegación cubana culminase en la cuarta plaza?

Las falsas imágenes…

Primero, el fantasma de Veracruz 2014 fue tremendo. Vencer en los Juegos Centroamericanos y del Caribe llenó de infladas expectativas a nuestra comitiva, que aspiró a dominar un continente con la misma fórmula con que había vencido en nuestra área.

Digámoslo sin tapujos, el globo inflado por Veracruz nos estalló en la cara, dejando sin argumentos sólidos a quienes por casi un semestre hablaron de las posibilidades reales de Cuba para retener el segundo lugar del medallero. El liderato veracruzano nos puso el listón demasiado alto, nos envolvió en la niebla del triunfo y sirvió de respaldo para armar una idea con la cual estuvimos muy conformes: sí, hay crisis en el deporte, pero Cuba mantiene su estatus.

En tal razonamiento nos falló un cálculo elemental, ni nuestra área es medidor real de avance deportivo, ni podíamos prever el fenómeno canadiense…

Un nivel mucho más parejo

Y claro, para Toronto 2015 nos concentramos en los dos rivales directos: anfitriones y brasileños. Ello resultó fatal, pues los tiempos han cambiado y hoy el reparto de las medallas de oro es mucho más amplio. Amén de que existen aún feudos en varios deportes, la tendencia de estos Juegos se inclinó por una dispersión de títulos entre naciones que antes no eran tomadas en cuenta.

Un total de 32 naciones alcanzaron al menos una medalla y de ellas 18 subieron al menos una vez a lo más alto del podio.

Quizás la gran revelación en cuanto al salto cualitativo estuvo en la delegación colombiana, la cual por varios días estuvo en la pugna por el cuarto escaño con Cuba y terminó con 27 títulos.

Súmele a ello que la velocidad ya no es patrimonio histórico de Estados Unidos, ni los lanzamientos propiedad cubana, ni la natación alberca privada de brasileños y norteamericanos. Por estos días, en Toronto, asistimos a la redefinición de las fronteras deportivas y al desplome de hegemonías.

USA, Canadá, Brasil y Cuba: ¿orden lógico?

Este es un aspecto elemental. Por muchas explicaciones científicas que busquemos, la lógica salta a la vista: por delante de Cuba quedaron las tres potencias económicas del continente Americano, tres países que le han apostado con fuerza al desarrollo deportivo de alto rendimiento.

Lo raro, bien visto, es que esto no hubiese sucedido antes. Lo raro es que Cuba, con tantas limitaciones en las últimas dos décadas y atenazada por el continuo desgaste migratorio, haya sostenido la segunda plaza de América por tanto tiempo.

Además, era totalmente previsible. Brasil (41-39-60) ha venido escalando posiciones en deportes menos tradicionales y afianzando su poder en áreas como el tenis de mesa, la natación y algunos deportes de combate como el judo y le boxeo. Mientras, los canadienses (77-68-69) habían declarado públicamente sus intenciones de ubicarse segundos con una delegación que participaría en todas las pruebas y que conocía al dedillo todos los escenarios de competición.

Estamos en crisis, no hay duda

Al complejo escenario de competencia, a la excelente preparación realizada por los rivales en la última etapa, al redimensionamiento del mapa deportivo americano y el surgimiento de nuevas y claras potencias, sumemos que Cuba atraviesa hoy una evidente crisis deportiva, marcada esencialmente por la migración —legal o no— de nuestros atletas.

El más notorio descenso ha llegado en los deportes colectivos, en los cuales nuestro país no consiguió ningún metal dorado y apenas el béisbol masculino, el voleibol de playa y el baloncesto entre las damas consiguieron subir al podio (la única plata para las chicas del voly playero).

Por ende, ninguno de nuestros equipos alcanzó las cuotas de clasificación olímpicas, por lo que participar en la justa de Río de Janeiro 2016 parece cada vez más complejo para los cubanos.

Toronto ha de servir como alerta, ese será su mejor legado: convertirse en llamado urgente de atención para corregir las actuales deficiencias, para tratar de revertir el pronunciado descenso que nos ha llevado al cuarto puesto de un certamen continental del cual fuimos subcampeones por cuarenta y cuatro años.

Ojo, un cuarto puesto por detrás de semejantes contrincantes no es una derrota. Es, a lo sumo, la confirmación de un secreto a voces. Es, sin medias tintas, el lugar que nos corresponde hoy. Ya no somos los segundos de América, pero ¿podríamos volver a serlo?