¡Qué trote el de esos pequeños Alazanes!

Los Alazanes infantiles de Bayamo concluyeron este domingo su mágico trote por la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas de béisbol, tras caer ante Panamá por 2-3 en juego de eliminación directa. Sin embargo, merecen ser recibidos como campeones.

Jugaron como si llevaran 20 años dentro de un campo de pelota, aunque hay quienes cumplido ese lapso nunca mostraron el dominio de los fundamentos ni la entrega de estos niños que no pasan de 12 años de edad.

Cayeron por 0-1 en el debut ante Japón, uno de los países de más abolengo en estas lides, con once títulos en Serie Mundial. Después emprendieron el camino de ganar o regresar, cuyo primer paso fue nocaut 11-1 ante una isla en la que Cuba cabe las veces que usted desee y, cuando se aburra de ponerla en su barriga, quedará seguro más de media Australia vacía.

En su siguiente salida, Panamá, igualmente obligado al éxito para sobrevivir por el lado de abajo del organigrama, donde aparecen quienes acumulan un revés, él único permitido para no ser eliminado, se interpuso por 3-2, pese al jonronazo de Luis Aparicio en el sexto y último inning que recortó diferencia.

Así, los pequeños de Cuba dijeron adiós a la competencia. Lo hicieron consternados, como los grandes cuando no llegan donde desean, sin saber que el trayecto recorrido es más largo que el medido con los juegos ganados y perdidos.

Vendrán, obviamente, aprendizajes colectivos e individuales. Estudios de un contexto competitivo que superó, estoy seguro, el imaginario de esos muchachitos nacidos y criados en Bayamo.

Muchos creen que el empleo de curvas por los rivales, un picheo prohibido aquí en esas edades, torció el rumbo del plantel. Podría ser, pero como dice el ilustrísimo profesor José Manuel Cortina: esos rompientes dañan el brazo en los procesos de desarrollo. Más letal para dominar bateadores y muy sano para la salud de los infantes, es el cambio de velocidad.

Por favor, dirigentes de las Pequeñas Ligas en Cuba, antes de tomar una decisión, analicen, valoren criterios de expertos y no dejen fuera a quien se ha ganado el título de Mago de los brazos. No cambien futuro por championismo.

A los hijos de Alazanes hay que recibirlos como campeones. Fue un viaje a lo ignoto desde todo punto de vista, solo les era común el lenguaje hablado dentro de las dos rayas de cal.

Nunca antes un equipo de nuestro país había asistido a ese espectáculo visto en medio mundo, donde desde la edición pasada asisten 20 conjuntos: la mitad estadounidenses y la otra parte cupos asignados por regiones del resto del planeta.

El año que viene volverá el campeón nuestro a la Serie Mundial, según rotación establecida por los organizadores. Después habrá que buscarse nuevamente el pasaje en la justa regional del Caribe, donde Santa Clara estuvo a un triunfo de ganar en 2022.  

Entre los éxitos de estos días también estuvo la rúbrica, el sábado, del memorando de entendimiento que prorroga hasta 2025 los vínculos de las Pequeñas Ligas con la Federación Cubana de Béisbol. Hay un futuro que construir juntos por el bien de este deporte, y los proyectos en ese sentido resultan halagüeños.

Bayamo está feliz, Cuba también. Entre tantas tensiones cotidianas, no faltó el tiempo para trotar con ustedes en Pensilvania, aunque -todo sea dicho- no me pareció correcto que en el último juego quitaran la transmisión de Tele Rebelde para poner el mundial de Atletismo, cuando en muchos hogares cubanos, y sobre todo de Granma, no hay condiciones para recibir la señal por Alta Definición.

Cuba debutó con el pie derecho en las Pequeñas Ligas, mejor que algunos equipos grandes en los últimos años. En esa actuación, elogios también para el entrenador-maestro que es Vladimir Vargas. Toca celebrar y prepararse para el próximo año.