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jueves, 28 de noviembre de 2024

Pelota cubana: De la Serie Nacional a la Liga Élite sin fijador

El calendario competitivo mantiene una campaña que pondera la representatividad e inauguró este año un certamen que no satisface las expectativas...

Norland Rosendo González en Exclusivo 20/12/2022
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Final de la Serie Nacional de Béisbol Granma y Matanzas
La final por el título de la Serie Nacional fue muy disputada entre Granma y Matanzas. (Abel Rojas Barallobre)

Aunque no viva sus mejores tiempos, el béisbol sigue siendo el primero en el ranking deportivo de los cubanos. Por mucho que el fútbol le gane la partida mediática, hasta las piedras paren peloteros en esta Isla, y la Serie Nacional, sin la alcurnia de antaño, llena estadios en juegos de rivalidad y en postemporada.

Parecía que iba a ser esta una temporada nacional parteaguas después de varios años pidiendo un torneo conclusivo con más calidad y que entregara un espectáculo mayor a la sedienta afición.

Una Liga Élite, dijeron los directivos. Y comenzó a soñarse con un torneo invernal novedoso por su gestión en lo deportivo y financiero, capaz de atraer, incluso, a algunos jugadores nacidos aquí que andan deambulando por circuitos semejantes el área y hasta a no nativos que quisieran probarse en lo que alguna vez fue la meca del béisbol caribeño.

Pero el torneo de marras, que tendrá su epílogo en enero, y cuyo campeón, reforzado, representará a Cuba en la próxima Serie del Caribe, no se ha parecido a lo previsto, y la Serie Nacional continúa siendo la reina del calendario cubano.

Con los Alazanes de Granma revalidando su corona en un atestado Mártires de Barbados, de Bayamo, concluyó la pasada campaña en la que las aficiones volvieron a las gradas, tras ser flexibilizadas las medidas anti-COVID-19.

Parecía que Matanzas iba a morder a los orientales en el play off por el oro y vengarse de la humillación de 2021, cuando tenían mejor banda que los dirigidos por Carlos Martí, pero estos regresaron a sus predios con el pareo 2-3 y asestaron par de golpes contundentes para volver a alzar la corona.

Nunca antes un equipo había ganado sexto y séptimo juegos en sus predios durante la discusión del título. Como visitadores sí, pero en calidad de anfitrión no, y eso hicieron los Alazanes este año para mantenerse invictos en series de final. De cuatro-cuatro.


Resulta desalentador jugar la Liga Élite con las gradas vacías. (Abel Rojas Barallobre)

Por mucho que sus víctimas de turno acumulen 10 podios en once temporadas y Las Tunas llevara cuatro medallas seguidas antes de no pasar de los cuartos de final, Granma es el mejor con cuatro campeonatos ganados en las más recientes seis series.

Y en ese lapso, Carlos Martí, con sus resabios y verdad sin medias tintas, el mejor mentor, después de una vida entera dedicada al béisbol y cuando no pocos pensaron que iba a retirarse del banquillo de mando sin saborear un título llegaron cuatro, casi juntos.

Fue una temporada en la que volvieron tres mentores muy queridos: Armando Johnson con La Isla; el villaclareño Pedro Jova y el holguinero Héctor Hernández.

Tan lejos llegó el primero en su regreso que fue designado director de la selección nacional para el próximo ciclo olímpico, aunque el béisbol, se sabe, no estará en París-2024. Los tres managers estuvieron cerca de colar a sus muchachos en la postemporada.

Sancti Spíritus se adjudicó el bronce y confirmó  su ascenso en el escenario beisbolero insular bajo el mando de Eriel Sánchez y liderado por un Frederich Cepeda que se resiste a colgar el guante. Y sobre todo, el bate, su arma más poderosa dentro de las dos rayas de cal.

El mapa de la pelota cubana sigue reconfigurándose y ya los cuatro históricos no son los dominantes. Industriales ganó su último título en 2010; Villa Clara lo hizo en 2013; Pinar del Río fue monarca por última vez en 2014 y Santiago de Cuba no experimenta ese goce desde 2008.

Desde el 2015 son otros los protagonistas principales, aunque este cuarteto ha tenido papeles de reparto ocasional en las series de postemporada. Los Azules, por ejemplo, fueron superados este año en el primer cruce y lo mismo le pasó a Vegueros.

No había terminado la Serie Nacional y ya la Liga Élite del Béisbol Cubano, que fue el nombre que le pusieron al torneo de cierre, levantaba expectativas.

Sin embargo, las noticias desde el principio no fueron halagüeñas. Primero los nombres nada espectaculares, nada originales. Incluso, algunos ya se habían empleado en campeonatos anteriores y hasta en equipos de otras regiones.

Menudo problema histórico para hablar de Cafetaleros, Agricultores, Centrales, Ganaderos… Con el paso del tiempo será necesario hacer aclaraciones para no sumar lo que no es igual y evitar así malinterpretaciones. Y lo de Portuarios para Habana y Mayabeque fue (y es) surrealista.

Después lo desaguisados con los uniformes, atrasos del día de apertura por esa causa; reajustes en el calendario para cumplir con los 50 juegos de la fase regular; poca pegada en la afición; estadios vacíos o semivacíos; problemas logísticos de alimentación y alojamiento; una provincia que dispone de energía en horario nocturno y prefiere emplearla en un concierto y no para los juegos de pelota; y para rematar, coincidencia con el Mundial de fútbol.

Añada que los salarios no se corresponden con lo que se supone sea una Liga Élite y tampoco hay muchos incentivos, más allá de la Serie del Caribe y mejorar las estadísticas históricas de varios atletas.

Por suerte, Dánel Castro ascendió al primer lugar en el escalafón nacional de más jits en campeonatos cubanos en medio de la Liga, la que casi no juega, pues no lo incluyeron en el conjunto que le tocaba: Agricultores.

Armando Ferrer lo llamó para formar parte de Centrales, el veterano tunero accedió y con ese traje, sin televisión como merecía, disparó un jonrón dentro del cuadro para firmar su imparable 2379 y dejar atrás la marca de Enrique Díaz.

Quedan muchos pendientes para la segunda edición de la Liga. Por los mismos caminos no se llega a un destino nuevo, y si esa máxima no se cumple, este certamen, tan necesario en el calendario nacional, va a terminar de morir, igual que otros del pasado.

Una Liga Cubana de Béisbol ─a mí en lo particular, el apellido de élite me sobra─ es imprescindible, sobre todo, en lo competitivo, pero sin descuidar el sentido del espectáculo para jugadores y aficionados.

Hay que pensar, en medio de las tensiones económicas y aprovechando las oportunidades que ofrecen las transformaciones que vive el país, en una justa que asegure ese binomio: calidad y goce.

Analicemos esta primera experiencia, demasiados jugadores la han abandonado. No siempre las causas declaradas son las reales, y hay criterios que no pueden soslayarse en los análisis serios.

Si las gradas se llenan en la postemporada, lo que es probable, los organizadores no deben quedarse con esa última imagen. Ni "venderla" como éxito de la Liga. Ese espejismo podría ser el tiro de gracia, y lo menos que necesita nuestro béisbol es fracasar en un proyecto de tanta envergadura como su liga invernal.

Viene un 2023 con una agenda internacional amplia para el béisbol. La temporada cubana arranca con la Serie Nacional en la primera mitad del año y tiene su epílogo igualmente en la segunda mitad. Esperemos que para entonces la Liga Élite sea mejor. O, para ser precisos, sea una verdadera Liga Élite.

En juego está nuestro béisbol, que ya tiene bien ganado su título dentro del patrimonio cultural inmaterial de la nación para que lo vayamos a ponchar con curvas malas salidas de las oficinas.


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Norland Rosendo González

Vivo de aprender todos los días a contar historias. Ya voy por el prescolar en la escuela de la vida. Me escapo del mundo para ver un juego de béisbol.


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