Una vez más, las modalidades de combate serán claves en la ubicación final de la delegación cubana en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Y el boxeo, ese bien llamado "buque insignia" del deporte nacional -acude a la justa con siete hombres y tres chicas debutantes-, tendrá elevada responsabilidad en ese empeño.
Según refleja el calendario, el debut boxístico en Santiago será el próximo día 19 -una fecha antes del inicio oficial-. Entonces, en lo que llega el primer campanazo, Cubahora les brinda una crónica sobre el otrora entrenador Alcides Sagarra, considerado el Padre del Boxeo cubano, aunque él considere a Eligio Sardinas "Kid Chocolate" como dueño de esa nominación.
"A mi quisiera que me recordaran como el padre del boxeo revolucionario", me comentó una vez, quien fuese considerado Mejor Entrenador del Siglo XX en Cuba.
Como boxeador efectuó 97 combates y ganó 87. Y luego llegó en el año 1964 como entrenador a la Finca del Wajay, actual Escuela Nacional Holvein Quesada.
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Alcides siempre abogaba por mejorar la técnica, la preparación física y los aspectos tácticos.
En cierta ocasión, en una entrevista previa al Mundial de Houston, en 1999, le pregunté por los pronósticos del equipo. Y su respuesta fue categórica: "ellos entrenan muy duro cada día; están muy bien preparados y por eso en este Mundial y en cualquier evento al que asistamos, siempre vamos en busca de todas las medallas de oro".
Anonadado quedé con esa; pero petrificado me dejó en otra ocasión cuando, aludiendo a un combate en el cual un púgil cubano había sufrido severa paliza, me espetó: "yo jamás le tiraré la toalla a un alumno. Los enseñamos no solo a boxear bien al ataque, sino también a saber defenderse de manos y torso. Parar la pelea lo considero muy denigrante para un boxeador".
Alcides Sagarra, considerado el Padre del Boxeo cubano. (Tomada de fotosdlahabana.com)
Su valor e hidalguía siempre estuvieron a "prueba de fuego". Recuerdo que en Houston, en aquel mundial de despojos por doquier, trampas y prebendas, el welter Juan Hernández Sierra fue despojado de un claro triunfo. Y Sagarra le indicaba desde la esquina: "de ahí no te bajes (del ring) hasta que se aclare bien todo esto".
Pero si buenas mañas guantes en ristre, poseer buena preparación física y no regalarle nada al rival fueron doctrinas fructíferas en el accionar de Sagarra, hubo otra que consideraba vital: la férrea disciplina.
"El púgil debe ser disciplinado y hacer caso a las recomendaciones de su entrenador, para combatir con mayores posibilidades de triunfo y sufrir menos lesiones. El boxeo no será para siempre y ellos luego deben ser personas responsables", solía comentar.
Pero hay más. Yo fui testigo de ese carácter disciplinado de Sagarra. Corría el año 1989. Trabajaba en el periódico Bastión y me trasladé a la Finca en busca de un reportaje previo al inicio del torneo centroamericano de boxeo. Pero lo hice sin una llamada de coordinación. Pecado mortal. Cuando le toqué a la puerta de su oficina y le dije mi objetivo de visita, me respondió: "¿y usted cree que venir hasta aquí, sin coordinación ni nada, es como ir a tomarse un helado al Coppelia?. Pero luego de la merecida reprimenda, me autorizó a trabajar.
A partir de ahí, tomé mis medidas ante un "rival complicado", pero que nunca negó una entrevista con la prensa y siempre abogaba porque sus alumnos llegasen bien preparados a esos intercambios. Realmente, fenomenal Sagarra.
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