La semana comienza tensa en Venezuela, más aún después de que el gobierno de Estados Unidos, en una actitud insolente e inaceptable, hiciera una serie de exigencias al gobierno de Nicolás Maduro, entre ellas que se siente a dialogar con la oposición de derecha, incitadora de los violentos atentados que ocurren en ese país desde el pasado día 12, y que aún se mantienen como evidente intento de golpe de Estado contra autoridades democráticamente electas en las urnas.
En una intervención en cadena de radio y televisión este domingo en la noche, Maduro, junto a cercanos colaboradores, informó al pueblo venezolano sobre varios requerimientos hechos por el régimen de Barack Obama a Venezuela mediante su embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington (capital estadounidense), Roy Chaderton, en una inaceptable intromisión en los asuntos internos de la nación suramericana.
El dignatario refirió que el subsecretario adjunto para América del Sur del Departamento de Estado, Alex Lee, le transmitió un mensaje al Gobierno de Venezuela en el que demanda que el Ejecutivo venezolano converse con la oposición de derecha que dirigen los atentados contra instituciones públicas, vehículos y personas desde hace varias jornadas. El saldo es de tres muertos y 66 lesionados.
Asimismo, Estados Unidos reclamó que las autoridades venezolanas liberaran a todos los detenidos de los disturbios que se iniciaron el pasado día 12, Día de la Victoria y Día de la Juventud, luego de que chavistas y opositores marcharon cada uno por su lado. Tras retirarse la mayoría de los manifestantes, grupos de neofascistas iniciaron los ataques que todavía continúan en Altamira y Chacao, barrios de clase media y alta en Caracas.
Incluso, de manera prepotente, según denunció Maduro, amenazaron con que “el arresto del señor Leopoldo López, podría causar consecuencias negativas con sus ramificaciones internacionales”, por lo que “solicitó que se detuvieran las medidas judiciales contra él”.
La respuesta de Venezuela ha sido contundente: no acepta tales requerimientos de una nación extranjera que como es conocido organiza y dirige a la contrarrevolución venezolana desde el día que asumió como Presidente Hugo Chávez Frías en 1999, y que ahora mantiene una escalada contra su sustituto, Maduro, continuador de su política democrática y revolucionaria, con el único objetivo, como han dicho los líderes opositores, de derrotar a la Revolución Bolivariana y hacerse del poder.
“Hoy el monstruo decidió actuar y sacar su rostro. Esto es distintivo. Detrás está el imperio que quiere atacar la patria... Son exigencias inaceptables e insolentes. Mandé a responder diplomáticamente y como debe ser”, señaló el Mandatario.
Con su habitual tono firme, calmado, sin que le sorprendiera la injerencia directa de Washington, Maduro advirtió que no acepta amenazas de nadie en este mundo. “No habrá fuerza que nos detenga a los bolivarianos. En Venezuela, puntualizó, estamos dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias en la defensa de la paz y la democracia.
”Usted se equivocó de teléfono ¿oyó secretario adjunto? La próxima vez llame a otro país y no a Venezuela”, advirtió el Dignatario al leer el informe del Departamento de Estado estadounidense e informó que serán expulsados del país tres diplomáticos de esa nación por sus vínculos con la contrarrevolución interna.
Para los próximos días se augura la continuidad de momentos de tensión ante la desobediencia civil de grupos neofascistas que buscan crear el caos en la nación suramericana, como parte de una escalada contrarrevolucionaria evidentemente dirigida desde Estados Unidos y que utiliza a los dirigentes de extrema derecha como incitadores de los desmanes de los últimos días.
En opinión de politólogos y analistas, lo que ocurre en Venezuela forma parte de un plan injerencista planificado desde el exterior, que utiliza a figuras de los radicales derechistas locales, como la diputada a la Asamblea Nacional María Corina Machado y Leopoldo López, exalcalde del barrio de Chacao, en el Estado de Miranda, reconocidos incitadores a la violencia.
El gobernador de Miranda, Henrique Capriles, dos veces vencido por el fallecido presidente Hugo Chávez en elecciones presidenciales, culpa —en absoluto desatino— al gobierno nacional de fomentar los brutales ataques fascistas para, dijo, ocultar la difícil situación económica del país causada precisamente por la oligarquía que este individuo defiende y cuya posición causó la muerte de 11 civiles inocentes en abril del pasado año, cuando otra vez fue eliminado en sus aspiraciones de ascender al Palacio de Miraflores.
Pocas horas después de efectuarse este sábado una concentración popular en apoyo a la Revolución Bolivariana y al presidente Maduro, nuevos ataques ocurrieron este domingo en el barrio residencial de Altamira, en Chacao, situado en el este de Caracas, la capital, donde elementos de la burguesía salieron también a protestar y —según autoridades— hubo un saldo de 10 heridos, ninguno de bala.
Detrás de aquellos y estos planes desestabilizadores se encuentra Estados Unidos, tal como demostraron este domingo las exigencias de esa nación imperialista, que ha organizado y coordinado a lo interno el derrumbe de los gobiernos izquierdistas de América Latina en la historia contemporánea de la región y ahora, en un atrevido gesto injerencista, se “preocupa” por lo que llama la situación venezolana.
También el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se mostró este fin de semana “profundamente preocupado” y “alarmado” por la violencia de las protestas estudiantiles en Venezuela y advirtió sobre los “estremecedores efectos” de la orden de arresto contra el opositor Leopoldo López.
Kerry ordenó a la dirección venezolana que libere a los manifestantes opositores detenidos durante los disturbios ocurridos esta semana y que restaure la calma en el país ante los recientes incidentes violentos.
Un comunicado emitido en Washington expresa preocupación por la vida del opositor López, del Partido Voluntad Popular, sobre quien existe una orden de captura por su responsabilidad en la ola de violencia desatada en esta nación. Ese dirigente llamó el pasado día 8 a la insubordinación contra el gobierno bolivariano con el único objetivo, dijo, de derrumbarlo.
Hay que recordar que el presidente Barack Obama nunca ha reconocido a Maduro como gobernante electo democráticamente en las urnas, ni a su gobierno.
En respuesta a tales supuestas preocupaciones, el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Miguel Rodríguez Torres, indicó que López, prófugo de la justicia, como cualquier otro ciudadano tiene garantizados sus derechos constitucionales y humanos, y así se lo comunicó a sus familiares. Además, dijo, esta es una señal clara, porque Estados Unidos “lanza la alerta primero y después actúan”.
Los planes de la Casa Blanca contra Venezuela –—que según se demostró organizó el golpe de Estado contra Chávez en el 2002— siguen una pauta bien definida y conocida: desestabilización interna, desmoralización del gobierno, causar guerra económica y psicológica y crear focos neofascistas que fomenten el caos. El pasado año, dos de sus diplomáticos fueron expulsados de Venezuela por los fluidos contactos con los dirigentes de la contrarrevolución.
URIBE, SIEMPRE ENEMIGO DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA
Un viejo aliado de los regímenes estadounidenses, el derechista expresidente colombiano Álvaro Uribe, que presta sus servicios a Washington contra el gobierno bolivariano desde hace años, siempre apoyó a los empresarios venezolanos exilados en su país y recibió como hijo pródigo a Capriles, emprendió el pasado sábado una campaña para que un millón de personas expresen su “solidaridad con el pueblo venezolano” agobiados, dijo, por la “dictadura sanguinaria” encabezada por Maduro.
Uribe, cuyo país mantiene siete bases militares estadounidenses, fue el cabecilla de la infiltración de grupos paramilitares por la frontera común que iban a Venezuela a asesinar a Chávez y crear el caos interno. Es considerado uno de los aliados más fuertes de la Casa Blanca en el hemisferio sur americano.
También ordenó el asesinato del canciller de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Raúl Reyes, y de más de una decena de guerrilleros y dos estudiantes mexicanos, mientras pernoctaban en suelo ecuatoriano —sin autorización de las autoridades de ese país— en una acción repudiada por la comunidad mundial.
Para el presidente Maduro, el exgobernante del 2002 al 2010 en Colombia es “enemigo de Venezuela”, y está “financiando y dirigiendo estos movimientos”.
También el presidente del Parlamento venezolano, Diosdado Cabello, denunció la víspera que la oposición conspira “bajo la dirección de Estados Unidos” que tiene, asegura, una base en Colombia, donde el exgobernante Uribe, financia a los conspiradores.
A esta situación difícil que atraviesa la nación suramericana se han unido también las campañas contra el gobierno bolivariano por parte de medios de comunicación nacionales y foráneos que tergiversan la realidad de los acontecimientos, según indicó este domingo la Ministra de Comunicación, Delcy Rodriguez, en conferencia de prensa con reporteros acreditados en Caracas.
Para Rodriguez, los protagonistas de estos incidentes no son estudiantes, pues son personas mayores que se desplazan en motos de alto valor y ataviados con pasamontañas, lo cual es atípico en las manifestaciones de los universitarios.
Mientras, continúan llegando a Venezuela mensajes del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), de los gobiernos de Uruguay, Bolivia, Nicaragua, Ecuador e Irán.
Sofia Romero desde FB
17/2/14 17:13
El imperio como siempre dando muestra de su bajeza y su dolor, no pueden soportar el triunfo de la CELAC
Agua Che desde FB
17/2/14 12:35
(((( MADURANDO LA REVOLUCIÓN ))))
Osvaldo Servin Fernandez desde FB
17/2/14 12:34
Fuerza Presidente Maduro
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