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martes, 19 de noviembre de 2024

¿Por qué a Estados Unidos le interesa el litio de Latinoamérica?

El gobierno norteamericano vuelve a la carga con los viejos argumentos de la defensa de la democracia y justifica su espíritu injerencista en el supuesto peligro que representa la influencia de otras potencias para la región, pero solo busca mantener su posición de privilegio en el entramado geopolítico de las próximas décadas...

Haroldo Miguel Luis Castro, Daniel de la Osa Camacho en Exclusivo 14/10/2022
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Litio
Los altos precios de la gasolina y la expectativa generada por los vehículos eléctricos, ha llevado a los especialistas a hablar del inicio de una transición energética mucho antes de lo previsto (Foto: pagina12)

A finales de julio de este año, durante la Sexta Cumbre Concordia de las Américas celebrada en Miami, la comandante del Comando Sur y general de cuatro estrellas, Laura J. Richardson, manifestó su “preocupación” por el contexto político de los países latinoamericanos.

En su alocución, la también máster en Estrategia de Recursos Nacionales, recalcó la importancia de velar por el patrimonio y estabilidad de estos territorios y de impedir el avance chino y ruso sobre la región.

Una inquietud que ya en marzo se había reconocido en el informe publicado por el Comité de Servicios Armados del Senado de los Estados Unidos (EEUU), cuando se declaró que “la ambición de la República Popular China de revisar fundamentalmente el orden mundial para servir a sus objetivos autoritarios y expandir su influencia global ha desencadenado una nueva era de competencia estratégica.”

Si bien el discurso de Richardson responde a la narrativa clásica de la política exterior estadounidense de justificar su voluntad paternalista en nombre de la defensa de los “más sagrados principios democráticos” y del peligro que representa la influencia de otras potencias en el área, nada se ha dicho o escrito por mera casualidad.

Y es que, aunque el Fondo Monetario Internacional proyecte para la región un crecimiento ínfimo como consecuencia de la inflación, el debilitamiento de las monedas nacionales ante el dólar y el escape de capital hacia territorios con mayores garantías de ganancias, en Washington saben cuán importante se antoja el control de las riquezas naturales de Centroamérica y Sudamérica por lo que pueden llegar a incidir en el juego geopolítico en un futuro no tan lejano.

Hablamos, sobre todo, del litio, un recurso que, gracias a sus propiedades físicas y químicas de metal, se utiliza, entre otras cosas, en las formulaciones de grasas lubricantes, en la preparación de aleaciones livianas y resistentes, en aditivos a cementos y cerámicos, en sistemas de refrigeración y purificación del aire en espacios cerrados, en fármacos de uso mundial y en tecnología nuclear. Sin embargo, se trata del advenimiento de las baterías de litio como dispositivo de energía más eficientes lo que hace de este un mineral indispensable.

Fundamental en la aspiración de desarrollar un paradigma tecno-económico basado en la generación, almacenamiento, distribución y consumo eficiente de energías limpias y renovables, el 68% del también conocido como “oro blanco” o “el nuevo petróleo” se halla en los Andes Sudamericanos. Específicamente en el denominado “Triángulo del Litio”, compuesto por Bolivia (con el 30% de la tenencia total), Chile (21%) y Argentina (17%).

Los altos precios de la gasolina y la expectativa generada por los vehículos eléctricos, ha llevado a los especialistas a hablar del inicio de una transición energética mucho antes de lo previsto.

Para tener una idea, hace solo seis años la compañía estadounidense de asesoría financiera, software, data y media bursátil, Bloomberg, aseguraba que para el 2040 la venta de automóviles eléctricos en los países desarrollados generaría más de la mitad de las ganancias para las compañías implicadas. No obstante, una investigación publicada en noviembre de 2021 por la consultora KPMG, de la que se hizo eco el diario español El País, recortó el pronóstico a una década.

A ello se le suma el ascenso del valor de comercialización del litio, el cual se multiplicó 14 veces entre 2001 y 2017, según la investigación El mercado mundial del litio y el eje asiático. Dinámicas comerciales, industriales y tecnológicas, publicada por la Revista Latinoamericana. Una tendencia que también se cumple en los precios, a pesar de que se comercializa en mercados específicos.

Fuente: Investigación "El mercado mundial del litio y el eje asiático. Dinámicas mundiales, industriales y tecnológicas"

En primera instancia, tales valoraciones e indicadores invitan a pensar en el crecimiento económico de los países poseedores de este recurso, pero no es tan sencillo. El Subsecretario General de las Naciones Unidas y Director Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva, advirtió sobre la necesidad de una gran inversión por parte de los estados implicados para garantizar la rentabilidad de la explotación; pues los costos marginales de producir tanto carbonato como hidróxido de litio oscilarán entre los $ 6000 y $8000 dólares hasta 2036.

Todo eso sin mencionar los costos ambientales y sociales de la extracción y dejando a un lado la inversión en I+D para sostener partes importantes en la cadena de valor y obtener ingresos significativos

Aun así, los gobiernos involucrados han acertado en la decisión de ejercer su soberanía sobre las minas y procesos de producción y en hacer oídos sordos a los reclamos de supuestos especialistas que llaman a que estas naciones solo participen como simples extractores de la materia primera.

 

 

Pese a tratarse de un mercado en crecimiento, las estadísticas indican el protagonismo indiscutible del “Triángulo del Litio”. De acuerdo con el ya citado texto El mercado mundial del litio… Chile exportó antes de la pandemia de COVID-19 entre el 50 y el 65% del carbonato de litio, en dependencia del año. Mientras, Argentina pasó de tener una participación de apenas 1,18% en 2002 a cubrir el 19,54% del mercado en 2016.

Siempre en detrimento de EE. UU, que, de vender casi el 13% de lo consumible en 2001, llegó a representar menos del 2% en 2017. Y ni siquiera pudo mantenerse como principal importador, pues la demanda de China; Japón, Corea del Sur y Bélgica lo superaron por amplio margen.

El hecho de que la administración de Joseph R. Biden utilice a una vocera del estamento militar para intentar marcar territorio en medio de un contexto poco favorable deja entrever un nerviosismo que se ha de tener en cuenta.

Muchos, incluido el expresidente Evo Morales, creen que el Golpe de Estado dado a su gobierno en 2019 estuvo relacionado con la manera en que se gestionaba entonces el litio en Bolivia. Teoría que alimentó Elon Musk, multimillonario y fundador de Tesla, la mayor compañía productora de autos eléctricos, con un tuit que decía: “¡Daremos un golpe a quien queramos! Lidia con ello".

El ostracismo político y comercial al que condena cada vez más Latinoamérica a EE. UU supone para el gobierno norteamericano un escenario que atenta contra sus políticas hegemónicas. Desde la Casa Blanca se admite la pérdida de protagonismo y por eso se busca casi a la desesperada mantener su posición de privilegio. Ahí está el peligro.


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Haroldo Miguel Luis Castro

Periodista y podcaster

Daniel de la Osa Camacho

Licenciado en Ciencias de la Información y Periodista de Datos


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