Con el inicio de su segundo año de gobierno esta semana, el presidente venezolano Nicolás Maduro accionó otra fase de la ofensiva económica con la cual piensa resolver graves problemas en esa sensible esfera causados por la derecha local y regional. Mientras, importantes figuras cercanas al gobierno denuncian el inicio de otra etapa en la intentona de golpe de Estado “blando” contra el Mandatario y su Ejecutivo.
Este martes comenzó en la nación suramericana un programa basado en tres objetivos básicos: el desarrollo de la economía nacional, impulso de la producción interna -para alcanzar un suministro normal de la canasta básica- y la defensa de los precios justos. Se le denominó el Plan para el Abastecimiento Pleno (PAP).
En recientes declaraciones, el Mandatario indicó que “la nueva ofensiva busca elevar la producción nacional activando los motores productivos, terminar con la guerra económica que sabotea el abastecimiento equilibrado de productos y detener el capitalismo especulador que afecta directamente a la clase media y trabajadora”.
En el concepto socialista de la economía que manejan los dirigentes bolivarianos es imposible separar desarrollo, crecimiento y prosperidad, una trilogía socio-económica que tratan de destruir los elementos contrarrevolucionarios organizados y financiados por Estados Unidos y sus aliados en América Latina.
Este plan actual que atenta contra la Revolución Bolivariana comenzó en el año 1999 cuando el fallecido presidente Hugo Chávez tomó las riendas del gobierno por el voto popular y asumió como tendencia de su izquierdista pensamiento el Socialismo del siglo XIX.
Desde entonces, y ante la fecha, se ha sucedido en Venezuela una cadena de atentados directos a la economía nacional, huelgas, magnicidios frustrados, y en la etapa más reciente, guerra económica, psicológica y violencia fascista, planes desestabilizadores apoyados por una campaña mediática interna y extranjera en que la hasta renombrados artistas –no conocidos precisamente por sus posiciones políticas progresistas- se lanzaron como lobos contra el pueblo venezolano y sus máximos dirigentes.
Uno de los puntos debilitados por el hostigamiento de los enemigos del proceso bolivariano es la economía, que sufre el embate de los especuladores de dólares, de alimentos, entre otros renglones básicos para un funcionamiento ordenado de la sociedad. Téngase en cuenta que el nivel de vida del venezolano ha subido en los últimos 15 años gracias a la reducción del desempleo, el superior nivel de escolaridad que permite mejores ocupaciones, la gratuidad en los servicios (salud y educación), los Mercados populares (Mercal), entre otras medidas adoptadas para favorecer a la población humilde y la clase media baja.
Según la Comisión Económica para América Latina, Venezuela redujo la manera notable la pobreza. En 1999, ascendía a un 43 por ciento, en 2011 la pobreza estaba en 21,20 por ciento, en 2012 se ubicó en 21,60 por ciento, y el pasado año este indicador marcaba un 19,60 por ciento.
De ahí que sea imprescindible en estos momentos para poder satisfacer la demanda popular –tal y como proclamo Maduro- producir más y mejor, “para destrabar todos los mecanismos inducidos o creados que impidan la producción nacional al mayor nivel”.
La guerra económica desatada por la oligarquía nacional con el apoyo de sus socios latinoamericanos aún está en auge, por lo cual destruirla constituye un propósito básico del chavismo. Venezuela enfrenta al capitalismo especulador que busca el aumento de su riqueza mediante el robo de la clase media en sus diferentes estratos, la más violentada en esta etapa, luego de que Chávez elevara su nivel adquisitivo.
El chavismo confía en que este plan de la economía sea apoyado no solo por los trabajadores, sino también por los empresarios que posean una visión nacionalista sin vínculos con las altas rentas y el parasitismo especulador.
Hace seis meses, el gobierno de Maduro puso en práctica la primera fase de la ofensiva económica que permitió un respiro a la nación, luego de un combate sin tregua contra el delito, la usura, el acaparamiento, además de decretar una política de precios justos a los productos.
ACCIONES VIOLENTAS
Mientras el gobierno caraqueño mantiene una postura conciliatoria, presenta nuevos planes de desarrollo y continúa las conversaciones con representantes de la oposición para tratar de crear un ambiente de pacificación nacional e impulsar proyectos en favor de la República, el peligro del golpe de Estado se mantiene en el país suramericano.
Este martes, el jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Vladimir Padrino, denunció que continúa, aunque a baja escala, y muy focalizada, la actuación neonazi de elementos cuyo interés –y así lo proclaman- es “Sacar a Maduro”.
Sin embargo, Padrino precisó que “la contrarrevolución está entrando en la segunda fase de la violencia del plan de desestabilización contra el país”, pues ahora se trata de “ataques selectivos, como los incendios a unidades de transporte público".
Las acciones, dijo, son realizadas por "células paramilitares y terroristas tarifados en San Cristóbal (estado Táchira)", escenario –como otros territorios donde gobierna la derecha- de hechos vandálicos desde hace dos meses, que dejan hasta hoy un saldo de 41 fallecidos y decenas de heridos, además de cuantiosas pérdidas materiales en instituciones públicas.
En diversos escenarios, el presidente de Venezuela responsabilizó al gobierno de Barak Obama de utilizar las protestas callejeras para orquestar un golpe "a cámara lenta" al estilo de lo que ocurre en Ucrania contra su gobierno y "ponerle la mano al petróleo venezolano".
Se estima que en ese país existen las reservas de petróleo más grandes del mundo (en la Franja del Orinoco), y sabido es que la Casa Blanca trabaja de manera obsesiva para apoderarse de los recursos naturales a nivel mundial. No es de extrañar, entonces, que agote sus ilegales medios para apoderarse de la quinta exportadora del crudo a nivel mundial.
Al igual que opina Padrino, jefe del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el periodista José Vicente Rangel, quien acompañara a Chávez en su primer mandato como vicepresidente, aseguró que luego de la primera fase de acciones terroristas contra el gobierno bolivariano, está en marcha una segunda intentona, aun cuando muchos analistas opinan que luego del fracaso del “golpe guarimbero” (guarimba es acción de protesta violenta) sería una insensatez de la oposición volver sobre sus pasos cuando se saben aplastados
Rangel indicó que el Ministro del Interior, el general Miguel Rodríguez Torres, conoce a detalle la nueva estrategia y precisó que los promotores de la guarimba terrorista cuentan con la logística para comenzar esta nueva fase para derrocar a Maduro mediante el llamado “terrorismo selectivo” utilizado por Estados Unidos contra Irán e Israel en el Líbano y contra el pueblo palestino.
Aunque muchos se niegan a creer tal posibilidad –más en medio de los diálogos de pacificación promovidos por la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)- Rangel insiste sobre la base de datos obtenidos por el Ministerio del Interior que tales grupos “poseen elevados recursos económicos, equipos especiales, armamento apropiado, personal entrenado y conexiones nacionales e internacionales”.
A los dirigentes de los partidos opositores, que hasta ahora no han suscrito documento alguno a favor de la terminación del terrorismo- se le han ido de la mano evidentemente los planes que se fraguan más allá de sus narices por personajes macabros, como el expresidente colombiano Álvaro Uribe y sus grupos paramilitares, considerado el socio más importante de Estados Unidos en la región, sin demeritar a otros que le disputan tan reprochable posición.
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