La paz en Colombia, el mayor reto de Santos

Cuando Juan Manuel Santos, un exministro estrella del derechista expresidente Álvaro Uribe, ganó las elecciones en el 2010, lo rodeaba la aureola de la derecha colombiana. Hoy, asume el gobierno en un segundo mandato con un compromiso ineludible con su pueblo y los partidos de izquierda que lo apoyaron en la reelección para que alcance la paz con los movimientos guerrilleros operantes en Colombia desde hace cinco décadas.

Nacido en 1951, en Bogotá, político hábil que maneja la alianza con Estados Unidos y sus siete bases militares empotradas en territorio colombiano y con los gobiernos progresistas de la región latinoamericano, tiene a lo interno un reto impostergable hasta el 2018: lograr la firma de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

El Gobierno santista y las FARC iniciaron en noviembre de 2012, en La Habana, negociaciones —tensas en algunos momentos— para finalizar el antiguo conflicto armado y hasta ahora ya se alcanzaron acuerdos preliminares en materia de tierras (uno de los puntos calientes el proceso), desarrollo rural, drogas y cultivos ilícitos.

Pero, ahora el diálogo entra en un punto delicado centrado en las víctimas de la guerra, a lo que seguiría el fin del conflicto y los mecanismos para refrendar los acuerdos que un optimista Santos piensa se firmarán antes de que concluya este año, un criterio en que algunos medios políticos se mantienen expectantes.

Entrevistado por el periodista colombiano Jorge E. Botero, el líder de las FARC, Pablo Catatumbo, indicó que “desde la etapa exploratoria de las conversaciones estamos preparándonos para este punto. Ha sido muy importante la consulta a expertos, la recolección de las propuestas e ideas provenientes de las organizaciones sociales y de víctimas y el intercambio de experiencias con otros procesos de paz”.

Catatumbo indicó que las FARC-EP cuentan “con las herramientas indispensables, necesarias y pertinentes para el abordaje del tema, para lo cual hay que ser objetivos y tenerse en cuenta, que según Estadísticas de Naciones Unidas, más del 80 por ciento de las victimizaciones son responsabilidad del Estado y sus paramilitares”, (creados y dirigidos por Álvaro Uribe. Nota de la Redacción).

En ese aspecto, según Botero, “resarcir a las victimas está en el centro del acuerdo” y preguntó a Catatumbo qué entiende la guerrilla por “resarcir”.

Para el jefe del grupo guerrillero que opera en la Colombia profunda, “resarcir es superar las causas generadoras del conflicto, del cual deriva la victimización. El resarcimiento parte de que el Estado y la sociedad en su conjunto asuman como propios el tema de la paz y la reconciliación a partir de la comprensión de la existencia del conflicto y se repare el rechazable daño y dolor causado a las víctimas. Esto implica su reconocimiento y su visibilización dentro de la conciencia colectiva de la nación. Es un proceso complejo, largo y que representa retos inmensos para toda Colombia”.

Significa, además, que los afectados tengan la plena seguridad “de que en el nuevo país se habrán concretado los cambios estructurales de orden económico, político y social que garanticen la no repetición. Esa es, pudiéramos decir, la única garantía que tienen las víctimas de que hechos como los que sufrieron no se volverán a repetir. En este sentido es que decimos, que el acuerdo final debe significar un nunca más”.

Un comunicado conjunto de las FARC y el Gobierno anunció la víspera la creación de una Comisión Histórica del Conflicto y sus víctimas, con un mandato de cuatro meses, y el comienzo de las labores de las subcomisiones de género y fin del conflicto.

“Esta sub-comisión del fin de la guerra tratará el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y dejación de armas, e iniciará revisando y analizando buenas prácticas nacionales e internacionales en la materia”, señala el texto.

Fuentes cercanas al gobierno colombiano indican que en su discurso de asunción Santos apostará por la “unidad nacional para la paz”, a fin de alcanzar un ejercicio de gobernabilidad que le permita ejecutar sus proyectos en distintos ámbitos, entre ellos la toma de medidas para aliviar la situación en las zonas rurales y la miseria en una nación de 42 millones de habitantes.

Para ello deberá enfrentar a Uribe, devenido su peor enemigo, ahora senador y con el control del 20 por ciento de la Cámara Baja. Además, para alcanzar una paz duradera, es imprescindible la liquidación de los grupos paramilitares que accionan dentro y fuera de Colombia, como cuando se descubrió su introducción en Venezuela para asesinar al presidente Nicolás Maduro a principios de este año.

La asunción del dignatario colombiano para un segundo período 2014-2018 será en el Capitolio ante dignatarios de otras naciones e invitados especiales.