El 15 de agosto de 2021 se firmaba la sentencia de Afganistán con el regreso al poder ―luego de veinte años― de Los talibanes, grupo con una historia de decisiones en detrimento absoluto de los derechos humanos. Este retorno no ha sido distinto a su trayectoria anterior, significando un retroceso para la nación en materia democrática y humanitaria, sobre todo, para las mujeres.
Asesinatos injustificados; homicidios en público; separación de las mujeres de la vida laboral; negación al estudio y retirada de los títulos universitarios a las féminas; enumeran solamente algunas de las acciones emprendidas por el Talibán subsumiendo al país asiático en una crisis que insta a gritos la ayuda de los organismos internacionales.
¿CÓMO VUELVEN LOS TALIBANES AL PODER?
Los talibanes constituyen un grupo de etnia pastún aunado por la inestabilidad política a causa de la salida de las tropas soviéticas del territorio afgano. Aprovechando tal coyuntura, la composición fundamentalista afgana comenzó a hacerse con el poder en varios territorios hasta controlar toda la nación desde 1996 hasta 2001.
En dicho periodo el régimen talibán expandió por el territorio afgano su concepción restrictiva del islam: “radical separación de sexos en público, prohibición a las mujeres para ocupar puestos públicos, persecución de actividades consideradas impuras y modificación de la legislación penal para leyes más severas”, según una investigación desarrollada por el Doctor en Relaciones Internacionales, José Miguel Calviño Cáceres, bajo el título Afganistán: Seguridad y Desarrollo, en el año 2013 para el Centro de Estudios de Iberoamérica.
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EEUU interviene con sus tropas el territorio afgano luego de los atentados del 11-s en 2001, con el supuesto objetivo de combatir el terrorismo y ante la negativa talibana de entregar al cabecilla de Al-Qaeda, Osama bin Laden. En este tablero, el Estado norteño ya había realizado varios movimientos como la operación reconocida bajo el sobrenombre de “Operación Ciclón”, una estrategia trazada por Washington ante la intervención soviética en Afganistán para cortarle el paso a los socialistas europeos.
Durante más de veinte años EEUU mantuvo su intervención militar en la nación asiática como una vía para la estabilización y democratización del Estado, pero con el paso del tiempo y de los mandatos presidenciales la retirada de las tropas se acercaba. También, es necesario tener en cuenta de que el objetivo inicial que llevó a la intervención estadounidense ―detener a los fundamentalistas talibanes y evitar el alce del terrorismo― nunca se cumplió: los talibanes mantuvieron su presencia en otros territorios.
El fracaso tanto político como militar de EEUU está relacionado con la imposición de un régimen occidental sin tener en cuenta las características locales, lo que crea falta de confianza e implicación en el proceso. Por ejemplo, la negociación de la paz fue entre el país norteamericano y el Talibán, dejando fuera de la ecuación al gobierno afgano.
Por otro lado, el aumento de la dependencia de la nación afgana con relación a las ayudas exteriores no solo lo convirtieron en un Estado insolvente de manera autónoma, sino que aumentaron la tensión y violencia hacia el interior del país, según el investigador Pol Bargués en su artículo Veinte años de intervención internacional en Afganistán: contradicciones y lecciones aprendidas, publicado en 2021 por Barcelona Center for International Affairs.
La investigación arroja también que el empleo de recursos económico y militares de forma exponencial condujo al desapego con el proyecto, tanto en Europa como en EEUU como “entre los militares y civiles encargados de llevar a cabo la misión sobre el terreno”.
El mandatario estadounidense, Joe Biden, anunció su decisión de retirar las tropas de la nación asiática el 1 de mayo de 2021, un proceso de forma paulatina. La retirada de las tropas estadounidense en las distintas ciudades de Afganistán les abrió el paso a los talibanes para retomar el poder. El último movimiento fue el abandono de los puntos de control en la capital, Kabul, lo que posibilitó la entrada definitiva de los fundamentalistas y la huida del entonces presidente, Ashraf Ghani.
A inicios de agosto de ese año, Ashraf Ghani declaró ante el Parlamento que estaba en desacuerdo con la medida de su homólogo porque los había llevado hasta la situación del país en ese momento. “Le dije al presidente de Estados Unidos que, aunque respeto su decisión (…) sabría que tendría consecuencias sobre el pueblo afgano”.
¿UNA DECISIÓN ABRUPTA?
El 29 de febrero de 2020, el gobierno de Donald Trump firmó junto a los talibanes un acuerdo en Doha, Qatar, para la retirada definitiva de Estados Unidos y sus aliados. Oficialmente, dicho pacto se conoció como Acuerdo para Traer la Paz a Afganistán, pero lo único que consiguió fue devolverles el poder a los talibanes.
Según el trabajo de la BBC, ¿Qué es el Acuerdo de Doha firmado entre el gobierno de Trump y el Talibán y por qué ha sido claves para que los islamistas recuperen el poder?, por Guillermo D. Olmo: el arreglo bilateral recogía la retirada de las tropas estadounidense en un plazo de 14 meses desde su anunciación.
También, Washington se comprometía a levantar sanciones impuestas a líderes talibanes y, a cambio, EEUU conseguía el compromiso por parte de los fundamentalistas de que ningún miembro, persona o grupo, incluida Al-Qaeda, utilicen el territorio afgano para iniciar una maniobra contra la nación del norte, según el trabajo periodístico.
Además, los talibanes y el gobierno afgano debían entablar un diálogo para decidir el futuro del país, conversación que, una vez retirada las topas estadounidenses nunca sucedería ni sucedió.
DERECHOS HUMANOS Y SITUACIÓN DE LA MUJER
Durante su trayectoria anterior, los talibanes consiguieron sembrar el terror tanto dentro de sus fronteras como fuera debido a sus imposiciones restrictivas y excluyentes. Esta vez, nada ha cambiado, sino que han reinstalado su régimen opresor, solo que ahora han pasado 20 años, la humanidad ha ganado en derechos y los fundamentalistas mantienen sus ideales patriarcales y hostiles.
A pesar de la promesa inicial de este grupo donde aseguraron que serían más flexibles en la aplicación de la ley islámica, solo se percibe el retroceso en materias de derechos humanos en un territorio ya sufrido debido a la guerra y las muertes causadas por ella.
En cuanto los talibanes tomaron el poder miles de afganos intentaron huir del país, 123 000 fueron detenidos en el aeropuerto, pero muchas otras personas intentaron escapar a los Estados vecinos como Pakistán o Irán. El Consejo Noruego para los Refugiados comunicó en noviembre que entre 4000 y 5000 personas cruzaban a diario la frontera con Irán. Los fundamentalistas están imponiendo trabas en su territorio para que los ciudadanos abandonen la nación lo cual, les obliga a buscar vías irregulares para migrar.
“Los talibanes desalojaron a miles de personas de sus hogares y tierras en las provincias de Daykundi y Helmand, y amenazaron con desalojar a la población residente en las provincias de Balkh, Kandahar, Kunduz y Uruzgan. Las operaciones de desalojo se cebaron, sobre todo, con las comunidades hazaras y las personas vinculadas al anterior gobierno”. En junio, los talibanes ordenaron a una población de la provincia de Kunduz abandonar el lugar, en aparente represalia por su apoyo al anterior gobierno”, según el informe sobre Afganistán de Amnistía Internacional.
Afganistán ha mantenido un régimen discriminatorio con motivos de género con y sin los talibanes, aunque con estos últimos fuera del poder se preciaron cambios sutiles en lo referente a las concepciones sobre el papel de la mujer en la sociedad. Por ejemplo, en el gobierno de Ghani había cuatro mujeres integrando el Consejo de Ministros, actividad cancelada en cuanto los fundamentalistas se hicieron con el control del país. Los talibanes desmantelaron el Ministerio de Asuntos de la Mujer poco después de llegar al poder.
En el mismo agosto donde los talibanes obtuvieron el dominio de Afganistán un portavoz del grupo anunció que las mujeres no debían acudir a sus puestos de trabajo hasta nuevo aviso, no hubo nuevo aviso. Las pocas mujeres que pudieron mantener sus empleos vivían escoltadas por los talibanes hasta ser sustituidas por familiares varones, según el informe de Amnistía Internacional.
Otras de las medidas dictadas por el gobierno de facto constituyen: la prohibición de que las mujeres viajen sin acompañantes masculinos; las mujeres deben cubrirse el rostro en público; las niñas no pueden cursar más de sexto grado y las mujeres ya graduadas de la universidad no recibirán sus títulos, quedando relegadas a la vida doméstica por la falta de posibilidades para el desarrollo y educación.
También, se han llevado a cabo detenciones a defensoras de los derechos humanos y periodistas que buscaban protestar contra el régimen de facto de manera pacífica. Del mismo modo, vino la prohibición a las mujeres para que trabajen en organizaciones humanitarias nacionales e internacionales lo que ha provocado la retirada de varias ONG y el reclamo por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous, declaró el pasado 15 de agosto que durante el transcurso de todo el primer año, desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán, “hemos presenciado el continuo deterioro de la situación de las mujeres y niñas afganas, que abarca cada uno de los aspectos de sus derechos humanos, desde su nivel de vida hasta sus derechos a vivir en libertad e igualdad, que les negó oportunidades de medios de subsistencia, acceso al cuidado de la salud y la educación, y posibilidad de escapar de situaciones de violencia”.
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