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martes, 12 de noviembre de 2024

«¡Viva la tierra que produce la caña!»

La Jornada Villanueva, que arrancó a inicios de enero y se extenderá hasta el próximo día 29, rinde tributo a los sangrientos sucesos del 22 de enero de 1869 en el Teatro Villanueva...

Laura Mercedes Giraldez Collera en Exclusivo 23/01/2020
1 comentarios
Obra Oficio de Isla-Osvaldo Doimedios
Obra Oficio de Isla, dirigida por Osvaldo Doimeadiós.

Echa a andar el primer mes del año y con él las tablas cubanas se regocijan. Este 22 de enero celebramos el Día del teatro cubano, un teatro que a fuerza de sangre y sacrificios, logró forjar su identidad a la par que se desarrollaba nuestro proceso revolucionario, pues al decir de José Martí: «La independencia del teatro es un paso más en el camino de la independencia de la nación».

En homenaje a estos acontecimientos que marcaron para siempre la significación social del teatro cubano, se celebra cada año la Jornada Villanueva, que en esta oportunidad tiene lugar desde inicios del presente mes hasta el día 29, con lo cual el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE) recuerda los 40 años del Festival de Teatro de La Habana, y por supuesto, el 151 aniversario de aquellos sangrientos sucesos.

El programa que está tendiendo lugar, no solo en la capital, sino en otras provincias, incluye: conferencias, paneles, presentaciones literarias, puestas teatrales y danzarias, talleres y proyecciones de materiales audiovisuales.

Entre los principales espacios que acogerán los festejos en La Habana, destacan: el patio del CNAE, la Sala Adolfo Llauradó del Centro Cultural Vicente Revuelta, el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y la Galería Raúl Oliva, entre otros.

Si usted, amigo es de los seguidores de este arte y se encuentra en esta Ciudad Maravilla, puede asistir a las reposiciones de grandes puestas en escena: Oficio de Isla, dirigida por Osvaldo Doimeadiós y Las amargas lágrimas de Petra von Kant, de Teatro El Público; sin dudas funciones que le han arrancado aplausos y ovaciones al público. 

El colofón de la jornada tuvo lugar a las cinco de la tarde del miércoles 22 en la sala Villanueva de la UNEAC, cuando la propia institución hizo entrega de los premios Villanueva, que otorga su sección de críticos teatrales a las mejores puestas de las artes escénicas exhibidas en 2019.

Esta fiesta de las tablas es la reafirmación del compromiso de las artes escénicas cubanas con la historia de nuestra patria, en un país con una fuerte tradición teatral.

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA

Una multa de 200 pesos le fue impuesta al mulato tabaquero, guarachero y actor, Jacinto Valdés, conocido popularmente como Benjamín de las Flores, pues en la noche del 21 de enero de 1869, mientras interpretaba el tema El negro bueno en el escenario del teatro Villanueva de La Habana, exclamó: «¡Viva Céspedes!». El Capitán General Domingo Dulce, declaró que lo acontecido era producto de los tragos de más que llevaba encima Valdés. Sin embargo, esto puso en alerta a las autoridades y sobre todo, al Cuerpo de Voluntarios.

La noche siguiente tomaría similar rumbo. El teatro Villanueva proponía un programa de lujo donde se incluía la puesta en escena de Perro huevero aunque le quemen el hocico, del dramaturgo Juan Francisco Valerio. La bandera cubana estaba presente en la sala, en la que cintas de colores blanco, rojo y azul, engalanaban el panorama donde las actrices llevaban el cabello suelto en señal de rebeldía y lucían en sus vestuarios estrellas solitarias.

El espectáculo pretendía recaudar fondos para la insurrección y así lo declararon los periódicos partidarios de la causa revolucionaria: «¡Pueblo, allí todos! Extraño y más que extraño es que no se dispense la protección que merece este espectáculo verdaderamente provincial… ¡Pueblo! Tenéis una obligación patriótica de llenar sosteniendo este espectáculo».

Sobre el escenario, el personaje de Matías vociferó: «No tiene vergüenza ni buena ni regular ni mala, el que no diga conmigo ¡Viva la tierra que produce la caña!». Una mujer-cuentan los cronistas de la época- tremoló una bandera cubana, entre tanto el público secundaba la iniciativa del personaje con gritos de: «¡Viva Céspedes!» y «¡Viva Cuba Libre!».

Como era de esperar, los voluntarios arremetieron contra el edificio, causando varias muertes y dejando heridos a su paso. La represión continuó esa noche en las calles de La Habana y los días posteriores se llevaron a acabo registros y detenciones. Rafael María de Mendive estuvo entre los detenidos, y a su suegro, José Nin Pons, empresario del teatro, le impusieron una multa por haber permitido actos sediciosos. Esta masacre se recogió en la historia como Los sucesos del Villanueva.

Jacinto Valdés salió inmediatamente para el exilio y más tarde, en la publicación neoyorquina, El demócrata, aclaró que sus vivas a Carlos Manuel de Céspedes, líder de la recién iniciada gesta libertadora, no era más que la respuesta a una petición de algunos independistas de La Habana. Nada que ver con la bebida.

La respuesta más inmediata a la masacre tuvo lugar a la mañana siguiente, cuando comenzara a circular el periódico La Patria Libre, que en su última página publicaba el poema dramático Abdala, del joven de 16 años, José Martí, quien la noche de estos sucesos se encontraba en casa del maestro Rafael María de Mendive.

Abdala constituye una parábola histórica, pues narra el enfrentamiento de un joven héroe nubio contra los invasores árabes. Precisamente, por tomar como centro del drama a un negro africano, la obra permite que este personaje se traslade del género bufo a la epopeya, lo que posibilita que el negro, ya insertado como personaje icónico en el naciente teatro vernáculo cubano, sea visto más allá de un bufón, grotesco y chuteador. Nace entonces, el llamado Teatro Mambí, un teatro épico y político que se fue a la Revolución Cubana, como el machete al mambí.

Veinte años más tarde, el Apóstol narró en sus versos sencillos lo que vivió en aquella noche sangrienta:

«El enemigo brutal/ Nos pone fuego a la casa:/ El sable la calle arrasa,/ A la luna tropical./ Pocos salieron ilesos/ Del sable del español:/ La calle, al salir el sol,/ Era un reguero de sesos./ Pasa, entre balas, un coche/: Entran, llorando, a una muerta:/ Llama una mano a la puerta/ En lo negro de la noche./ No hay bala que no taladre/ El portón: y la mujer/ Que llama, me ha dado el ser:/ Me viene a buscar mi madre./ A la boca de la muerte,/ Los valientes habaneros/ Se quitaron los sombreros/ Ante la matrona fuerte./ Y después que nos besamos /Como dos locos, me dijo:/ "¡Vamos pronto, vamos, hijo:/ La niña está sola: vamos!».


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Laura Mercedes Giraldez Collera

Periodista

Se han publicado 1 comentarios


andres pons
 3/4/20 5:57

Cubanos que la caña de azucar no es ORIGINARIA DE CUBA, NIEL CAFE, lo original cubano es el Tabaco

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