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martes, 26 de noviembre de 2024

Salvar la cultura para salvar la Nación

Durante el Período Especial los escritores y artistas asumieron como intelectuales el nivel de responsabilidad social que les correspondía, advierte la doctora Graziella Pogolotti...

Maya Ivonne Quiroga Paneque en Exclusivo 21/08/2021
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graziella pogolotti
Para Graziella Pogolotti, fundadora de la UNEAC, una de sus contribuciones en la llamada década prodigiosa fue el nacimiento de la Editorial Unión

La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) surgió como un espacio para aglutinar y crear un ámbito de consenso entre los creadores de las distintas generaciones y de las más variadas tendencias estéticas.

Así lo considera la doctora Graziella Pogolotti, crítica de arte, quien tuvo la posibilidad de asistir al Primer Congreso de Escritores y Artistas celebrado, con una asistencia multitudinaria, en agosto de 1961, en el Salón de Los Embajadores del Hotel Habana Libre.

“Allí se sentaron algunas de las bases fundamentales de las características de la institución, entre ellas, su carácter selectivo, en virtud del cual, para ingresar a la Uneac había que tener una obra realizada”, recuerda la Presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

Según la ensayista a principios de los años 60, en el palacete de 17 y H, en El Vedado, no existían tantas áreas administrativas. La casa ofrecía un universo propicio para el encuentro y el diálogo entre escritores y artistas.

“Había un gran salón, con sofás, en los cuales los miembros de la Uneac se sentaban a conversar y se ponían al día de las novedades, tomaban un refrigerio en la cafetería que existía donde ahora está el Hurón Azul.

“Los más jóvenes podían relacionarse con reconosidísimos escritores de la época como: Nicolás Guillén y Onelio Jorge Cardoso, que se sentaban, gustosamente, a conversar con ellos en los portales de la Uneac”.  

Para la fundadora de la organización, una de sus contribuciones en la llamada década prodigiosa fue el nacimiento de la Editorial Unión que dio a conocer un catálogo espléndido de autores, donde se encontraron nombres ya establecidos como el de Alejo Carpentier y los primeros textos de aquellos, todavía treintiañeros, como ella, quienes recién se iniciaban en el mundo del arte y las letras.

Dos publicaciones que se han mantenido hasta el día de hoy son La Gaceta de Cuba y la Revista Unión donde se difundía lo más reciente de la creación nacional y textos importantes del universo literario en la Mayor de las Antillas.

“Esas revistas acogieron alguna de las polémicas fundamentales que se desarrollaron en torno a la cultura, en los años 60”, anota quien con el paso de los años se dedicó a la docencia y dirigió la Facultad de Artes Escénicas en el Instituto Superior de Arte.

MIRADA A LA SOCIEDAD EN EL PERÍODO ESPECIAL

En opinión de la destacada intelectual, un momento decisivo de renovación del papel de la Uneac en la sociedad y de regreso a sus raíces fue, sin dudas, el IV Congreso de la organización, que se celebró en 1988, con la presencia del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz.

“Esta fecha es importante, no solamente por la participación de miembros de una institución, que ya no era solamente habanera sino que se extendía por todo el país, sino por algo que en aquel momento no podíamos adivinar. Es que estábamos en vísperas de los años 90, del Período Especial”.

Como bien se conoce, durante esa etapa se afectó económicamente al país. Además se produjo una crisis de nuestras industrias culturales: la del libro, la discográfica y la del séptimo arte.

“Muchos artistas se encontraron en situaciones difíciles pero, mientras eso sucedía, aquellos 90 constituyeron una etapa de fecundo intercambio dialógico con Fidel. Él empezó a asistir a todas las reuniones de la Uneac, tanto congresos como Consejos Nacionales. 

“Se generó un nivel de diálogo extraordinariamente productivo. Los escritores y los artistas no plantearon asuntos gremiales sino que llevaron adelante una agenda que convocaba al análisis de los problemas que más afectaban a la sociedad”.

Pogolotti apunta que esas reuniones fueron una de las vías para canalizar las preocupaciones colectivas y esbozar los peligros que amenazaban la conservación del patrimonio edificado, el recrudecimiento de determinadas expresiones de racismo, la deserción escolar y el abandono del trabajo por parte de muchos jóvenes.

“Los escritores y artistas pudieron alcanzar un nivel de participación altamente responsable respecto a la búsqueda de vías para solucionar las problemáticas que afectaban a la Nación y a zonas más amplias del pueblo. Asumieron como intelectuales el nivel de responsabilidad social que les correspondía”, concluye.


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Maya Ivonne Quiroga Paneque

Periodista, locutora, guionista y directora de radio y televisión


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