Ediciones La Luz no ha dejado que las constelaciones apaguen su brillo. Las novedades editoriales del sello holguinero siguen emergiendo pese a contingencias epidemiológicas y circunstancias adversas de toda índole. Así se presenta a los lectores el más reciente título del catálogo y quizás el más sui géneris hasta la fecha por no admitir su inclusión en categoría alguna.
La presentación, también singular, tuvo simultaneidad en el salón Abrirse las constelaciones y las redes sociales con el mensaje en video llegado desde la capital y con Isabel Cristina López Hamze regalando al equipo de La Luz y a sus lectores un hermoso mensaje.
Mi especial vínculo con el texto, como editora, solo me permite entregarles esta invitación a lectura, en el mismo estilo que la autora de Estática Milagrosa. Listas para vencer y no para ser vencidas, que con diseño de Robert Ráez y corrección de Mariela Varona, está ya a disposición de los lectores.
1- Porque Estática milagrosa. Listas para vencer y no ser vencidas, no se parece a nada, a ningún libro publicado antes por Ediciones La Luz. Podría decirse que es poesía y no estaríamos mintiendo, que es crónica de la realidad y de nuestro tiempo, también sería acertado. Que es personalísimo inventario de tesoros, de estampas familiares, de olores típicos de una calle en Centro Habana, de amaneceres en el malecón, es la pura verdad.
2- Porque estamos asistiendo al nacimiento de un libro que viene de las redes sociales, de Facebook específicamente, en un flujo inverso al habitual trayecto de los contenidos en el mundo editorial. Las nuevas narrativas, dirán los expertos. Mientras, Isabel Cristina López Hamze, con un nombre novelesco y sonoro, seguirá desnudándose en un perfomance literario entre las páginas, sostenidas por la misma estática milagrosa que mantiene en pie a los añejos edificios habaneros.3- Porque su autora es honesta y divertida. Una siente que fue la niña de la Escuela Nacional de Gimnasia, comiendo pasta dental para matar el hambre de los 90; que estuvo en la Ciudad Nuclear, como en un pueblo fantasma; que se sienta a su mesa y la ayuda a ensuciar toda la loza de la casa; que escucha la lista de reproducción de su teléfono, limpio ya de aplicaciones inútiles.
4- Porque hay una mirada casi cinematográfica, documental, a la Cuba contemporánea de los parques con acceso a la wifi, de las guaguas que son un país, como diría la reina cubana de Facebook, Yuli PC; la de su orgullo nacional que renace un domingo, sin agua, frente al bulto de ropa sucia y tras ver por enésima ocasión Clandestinos, de Fernando Pérez, y emocionarse hasta la lágrima.
5- Para enterarnos de las cosas que la hacen llorar, y contárselas a sus alumnos del ISA.
6- Para enterarnos de las cosas que la hacen reír y tenerlas a mano cuando estemos cerca y ella empiece a llorar.
7- Porque el futuro mejor debe estar por llegar y tendríamos este libro para subastarlo. Junto a los casetes Beta, machetes marca Gallo, ventiladores Órbita, televisores Panda con los botones hundidos, 1 CUC, un pomo de hipoclorito y un nasobuco. Y, aun así, entre tantas reliquias, Las listas de Isabel serían las más cotizadas.
8- Para inspirar a la autora a escribir otras listas y comparar las nuestras con las suyas.
9- Para ayudarla a cumplir su lista de deseos que se parecen mucho a los míos, y a los de tanta gente que conozco.
10- Porque los que construimos, una casa, un libro, una familia, un sueño, también tenemos una lista de razones muy similares a las de López Hamze y queremos, como ella: “levantar (…) columnas, aunque no exista la oficina donde dan los subsidios para construir, por esfuerzo propio, un nuevo país.”
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