Matanzas encierra no pocas leyendas, tradiciones y un sinnúmero de valores culturales; acervo imperecedero que se resguarda en el imaginario popular de esta tierra bendecida por hermosos paisajes naturales que bien complementan la excepcionalidad de su arquitectura neoclásica. Ocho letras en las que descansan los versos encendidos de Milanés, Byrne, Plácido y Carilda; las armonías de White, Pérez Prado y Failde; los colores de Cobo y Chartrand; una historia que motivó a Raúl Ruiz y Pedro Antonio Alfonso, por ser una de las ciudades más bellas de Cuba.
En octubre de 1693 se fundó San Carlos y San Severino de Matanzas, urbe que acumuló por sí misma buena parte del esplendor del siglo XIX. Su desarrollo económico inusitado durante esa etapa se extrapoló a todos los procesos de la vida en el territorio, desde lo social, lo político y, sobre todo, la cultura.
El florecimiento de todas las manifestaciones artísticas, con representantes excelsos en cada una de sus expresiones, elevó la apreciación de un territorio que se declaró, desde tan temprana fecha como el 17 de febrero de 1860, la Atenas de Cuba, sobrenombre que le hace justicia a la urbe que hoy renace.
“HACE MUCHO TIEMPO QUE MI CUERPO LATE POR ESTA CIUDAD”
Matanzas tiene un alma que enamora. Los oriundos de esta urbe la resaltan como un sitio especial, único en sus bellezas e imprescindible por su riqueza cultural. Quienes encontraron hogar en ella descubren en la inmensidad de la bahía el refugio que tanto necesitaron sus espíritus en otras tierras. Parece que se convierte de a poco en una extraña necesidad para quienes la habitan o han dejado en sus calles los mejores recuerdos de la vida. Lo cierto es que esa brisa fresca que salpica desde sus ríos se impregna bajo la piel para convertirse en parte de nuestra sangre.
Como una oportunidad para reencontrarse con su juventud catalogó José María Vitier su presentación en la sala de conciertos José White, el 21 de noviembre de 2017..(Jessica Mesa Duarte/ Cubahora)
Para el compositor José María Vitier “venir a Matanzas es una emoción y una oportunidad para reencontrarme con la cultura de mi país y con un pedacito de ese legado que escribieron también mis mayores. Cada vez que asumo el trayecto entre La Habana y Matanzas recuerdo que gran parte de lo que hice y lo que hago lo soñé en este tramo. Llegar aquí era, es y será siempre un estímulo a mis ganas de trabajar, de crear y un intento de devolver todo lo que le debo a ella”.
Ivette Cepeda, una de las más privilegiadas voces de la cancionística cubana actual, aprecia los aportes de esta tierra a la idiosincrasia nacional: “Cuando yo llego a la ciudad me dan ganas de cantar. Venir es una oportunidad de ofrecer lo mejor de mí. Me causa un inmensa alegría porque este es un sitio sagrado para nuestra cultura”.
La actriz Blanca Rosa Blanco trabajó durante dos años en la urbe, tiempo en el que, confiesa, “descubrí sus luces de una manera descomunal. Creo que esta ciudad no ha mostrado totalmente su belleza al mundo. Me emociono al redescubrirla porque Matanzas tiene un misterio que simplemente sentí y me fascinó”.
El cantautor Raúl Torres siente las nostalgias de la lejanía, pero aún descubre en sus composiciones trozos de esta matanceridad que no se le desprende ni del cuerpo ni del alma: “La primera sensación que tengo cuando llego a Matanzas es de seguridad, arropamiento y amor. Me asalta la melancolía de los tiempos que pasaron pero, en realidad, son tiempos que perduran en la memoria. Matanzas sigue siendo esa hermosa dama que a veces duerme y a veces despierta. Este es el lugar adonde siempre tengo que regresar”.
A Alicia García Santana la une a Matanzas una fuerte devoción), ha dedicado buena parte de su vida a remover los escondrijos históricos de algunas ciudades patrimoniales de Cuba.(Jessica Mesa Duarte/ Cubahora)
Para suerte de Matanzas, la Doctora en Ciencias del Arte muy pronto quedó prendada de las bellezas de una urbe que considera única e irrepetible: “Es imposible no enamorarse cuando admiras algo que tiene tantos valores históricos y que le aporta muchísimo a la cultura cubana.
”No se trata solo de su patrimonio físico, sino que es un contenedor de una espiritualidad que, como aparece en las actas capitulares del siglo XVIII, ya concentraba el amor, el vínculo, la identidad, la defensa de los matanceros por su urbe porque ya tenía noción de la importancia que tendría. Hace mucho tiempo que mi cuerpo late por esta ciudad”.
MATANCEROS POR ADOPCIÓN Y SENTIMIENTO
Matanzas implica un descubrimiento, una sorpresa de las que esperamos toda la vida y que, incluso conociéndola a fondo, nos ofrece nuevas sensaciones a cada paso.
A Matanzas le cantan los poetas, le bailan los rumberos, le pintan los artistas de los lienzos. Es esta una ciudad inmortalizada desde y para la cultura. Quienes la habitan disfrutan cada día del embriagador susurro de las aguas de sus ríos, quienes la visitan se impregnan de nostalgias y míticos anhelos.
Así también lo siente el artista de la plástica Agustín Drake Aldama: “Yo nací en Juan Gualberto Gómez, pero llevo más tiempo viviendo en Matanzas que en mi pueblo natal. Salí de Sabanilla cuando tenía solo once años y ya tengo más de ochenta.
”He tenido la suerte de visitar varios lugares fuera del país, ciudades increíbles como Budapest, Praga, Moscú, pero luego del deleite siempre regresa la añoranza por mi Matanzas”.
Algo así le sucedió al periodista, escritor y editor Norge Céspedes. “Matanzas tiene una peculiaridad y es que, dados sus atractivos, hay muchas personas de otros territorios echando raíces en ella, al punto de que han aprendido a valorarla y promoverla en toda su magnitud, defenderla y amarla.
Manzanillero de cuna, Norge Céspedes llegó a Matanzas en la década de los años noventa. Desde que pisó esta tierra por primera vez quedó prendado de sus bellezas naturales, de su gente y sus encantadores misterios: “Es una ciudad, a diferencia de otras, que sigue siendo acogedora, permite caminarla de un lado a otro, pasear por sus calles rectas, encontrarte con las personas que conoces.”
También aprecia lo que, en su opinión, constituyen símbolos culturales de la ciudad que lo adoptó como hijo. “Hay mucha gente que no nació aquí y, no obstante, se piensa en ellos como si fueran matanceros, por lo mucho que le han aportado a la ciudad y el amor que le profesan”.
Es que Matanzas ejerce una fuerte atracción sobre las personas que han encontrado destino en sus calles. Muchos de ellos, como el editor, poeta y director de Ediciones Matanzas, Alfredo Zaldívar Muñoa, echaron raíces y quedaron impregnados, para siempre, del intenso atractivo de esta urbe de ríos y puentes.
“La literatura matancera tiene un peso enorme dentro de las letras cubanas. Pensemos en Heredia, que no es matancero pero desarrolló parte importante de su obra aquí, Milanés, Plácido, Manzano; en el siglo XX: Byrne, Agustín Acosta, Carilda Oliver.
“Tenemos que ser fieles a esa tradición, desde los poetas románticos hasta la contemporaneidad, con una poesía más comprometida desde el punto de vista artístico y social”.
Santiaguero de cuna, en las obras de Rubén Darío Salazar, director del grupo de teatro Las Estaciones, se percibe la tempestad de una estirpe de mambises, en perfecta armonía con el aire sosegado de la bahía de Matanzas, provincia donde ha hecho suyo el legado de Dora Alonso, Virgilio Piñera y Abelardo Estorino.
“Esa herencia que nos ha tocado a los que estamos haciendo teatro, desde Teatro D´Sur, en Unión de Reyes, Icarón, El Mirón Cubano, Papalote, El Portazo, Danza Espiral y el propio teatro de Estaciones, es síntoma de la vitalidad que gozan las artes escénicas matanceras.
”Vivir es ser conscientes de que lo que hacemos hoy es heredar un camino teatralmente hermoso, que tenemos que defenderlo hasta que las fuerzas nos den y después seguir haciéndolo”.
Y el octogenario Agustín Drake rememora sus años mozos, se niega a aceptarse a sí mismo como hijo adoptivo porque en esta casa hermosa ha transcurrido la mayor parte de su vida.
No puede concebir su existencia lejos de la bella Matanzas y dice en alta voz lo que con frecuencia muchos admiten cuando piensan lo que esta ciudad significa para ellos: “para mí es la gloria, el lugar donde he sido feliz…es mi vida”.
Jessica
5/3/20 11:31
Jorrge Alberto: mucha razón tiene usted. Muchos de los hijos de Matanzas le han dado gloria con su prestigio y talento. Gracias a esos hijos, Matanzas se ha convertido en un portento de la cultura a nivel nacional. También en sus bellezas naturales, valores histórico y primicias descansa parte de los encantos de la Atenas de Cuba. Gracias por comentar!!!
Daniela
5/3/20 9:01
Que estremecedor ver tu emoción por la tierra que corre por tus venas.
Daniela
5/3/20 8:58
El amor que siempre has sentido por Matanzas traspasa los planos profesionales para convertirse en parte de tu vida. Bellas palabras q nacen de lo más profundo.
mary
4/3/20 19:13
Gracias por este trabajo lleno de amor por Matanzas
Jessica
6/3/20 12:05
Mary: no tengo otra forma de mirar a Matanzas. También siento gran amor por el lugar donde nací, Los Arabos, un pueblito perdido en los mapas, pero donde crecí y regreso siempre, donde permanece mi familia. Sin embargo, Matanzas ha acompañado mi crecimiento profesional, he aprendido a conocerla de memoria, a defenderla y cuidarla. Un gran amigo, el Conservador de la Ciudad Leonel Pérez Orozco, me ha transmitido el inmenso afecto que siente él por esta tierra. Gracias por comentar!!!
jorge alberto
4/3/20 12:54
De los encantos de esta ciudad que ya supera los 300, de su hijos que en una y otra rama le han dado gloria dentro y fuera de la isla mucho se ha contado, ahí estan como testimonio, las tantas publicaciones que sobre su historia ya estan en manos de los lectores…
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