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viernes, 1 de noviembre de 2024

Las voces de los griots en Cuba

El Festival Les voix humaines trajo al senegalés Babou Diébaté y al mexicano Daniel Santos para mostrar la bondad de una música transparente, ávida de lograr la paz mundial...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 18/10/2015
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Paz, serenidad, espíritu limpio, sosiego, reconciliación… Escuchas las 21 cuerdas de la kora sonar y la voz del griot cantar, y dejas a un lado tus angustias, frustraciones y carencias. Revives en cada instante y no dejas de pensar que es un privilegio mágico estar ahí, tan cerca, sintiendo esa dulce música en cada poro de tu cuerpo y guardándola en una grabación para repetir el goce.

Si algo ha traído consigo el Festival Les voix humaines, más que el deleite ante gargantas envidiables e instrumentistas virtuosos, es la posibilidad de que el diapasón cultural del público cubano se amplíe, conociendo a quienes en otras latitudes derrochan su talento en los distintos géneros musicales y a través de interpretaciones inigualables. Hojeas el programa y no puedes ocupar tus noches en otra cosa que no sea en llenar un espacio en la butaca que te trasladará a un mundo desconocido.

Así sucedió este martes 6 de octubre cuando la sala perfecta del Edificio de Arte Cubano en el Museo de Bellas Artes acogió al senegalés Babou Diébaté y al guitarrista mexicano Daniel Santos en el concierto Ensemble Kayra La voz de los griots, durante el cual comprendimos que estos seres del África Occidental son maestros de la palabra, guardianes de leyendas, historias y mitologías.

“Ser un griot o jeli, como se le denomina también, significa ser un juglar. La tradición oral se mantiene de generación en generación en una familia y son mediadores en los conflictos que se generen en la comunidad, generando paz y favoreciendo su solución. La música es el arma más eficaz que emplean para bajar los ánimos en Mali, Gambia, Guinea, Mauritania y Senegal, principalmente”, comentó Santos, quien además sorprendió a los presentes con una guitarra arpa, tan melódica como la kora, instrumento que demostró saber tocar también.

Babou Diébaté se mostró auténtico con sus ropajes tradicionales y sus gorros típicos. No dejó de pulsar las cuerdas de su kora con sus pulgares e índices mientras su cuerpo se retorcía en el piso, se colocaba delante o detrás, encima o debajo al compás de unos cantos mandingas.

“La kora se construye de una calabaza grande cortada a la mitad, y se le cubre con cuero. Se confecciona en silencio, en un espacio solitario de la casa, y si alguien irrumpe de casualidad en ese momento, es una señal de buen augurio”, explicó en entendible francés Babou Diébaté, cuyo padre fue el primero en unir en la interpretación a la kora con otros instrumentos como la guitarra.

Ensemble Kayra es precisamente eso. La improvisación musical y verbal en medio de la fusión de la guitarra clásica latinoamericana, la kora africana y los medios electrónicos.

“Est- que vous êtes là?”, nos preguntaba Babou Diébaté desde el escenario. “Chantez avec nous!!”, y nuestras voces se unieron en varios coros ante la invitación en Alalake, Masani Ciss’e, Aye Borii, Historias de amor y guerra, Miniamba, Bolom con y La llorona, temas tradicionales del África Occidental y de México.

Inscrito en la campaña Música por la resolución de los conflictos, Ensemble Kayra de este festival puso en evidencia la eficacia de una música como la de los griots, con la que se postula la alegría espiritual incondicional, incluso en condiciones extremas.

“África ha sufrido mucho a lo largo del tiempo cuando sus nativos les fueron arrancados sin piedad, como también sufrieron los habitantes de México y de otras naciones latinoamericanas ante la expansión de una metrópoli ambiciosa. Sumergirse en su cultura y en sus ritos fue su salvación, y si se multiplicara su magia en el mundo entero, seguro seriamos más felices”, recordó Santos.

No basta solo con leer esta breve reseña, y quizás tampoco haber estado en el concierto. Valdría la pena leer, conocer gente tan especial como Babou Diébaté, un griot de corazón, y encontrar esa música límpida en nuestras almas. La Kayra —paz, en lengua mandinga— la ansiamos todos, incluso la interior.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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