“La cultura es un medio”, así empezaba su conversación Ferran Barenblit, director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, quien fuera invitado de la XIII edición de la Bienal de La Habana. Su participación en este gran evento de la cultura contó con varias conferencias teóricas sobre el arte de curar, bajo el precepto de que un museo no es solo lo que hace sino también cómo lo hace. Cubahora conversó en exclusiva con el también miembro del Consejo Internacional de Museos de Arte Moderno.
—¿Cuál es la relación que existe entre los curadores independientes y los asociados a un museo?
—Yo creo que el modelo de curador independiente siempre está en evolución, porque independiente quiere decir que en verdad está pendiente de todo lo demás, quiere decir que tiene que estar dialogando siempre con estructuras que se van creando en el arte, que se destruyen continuamente o que están en mutación.
“El curador de institución tiene un trabajo más limitado que es el de la propia institución, obviamente eso es mucho, también está mutando continuamente; pero un curador independiente tiene que estar dialogando con todos estos elementos. Ambos comparten lo mismo, que es la relación fundamental con los agentes del arte, sobre todo dos: los artistas y las audiencias”.
—¿Cómo pudiera abordar el tema de las narrativas olvidadas del arte en el contexto de América Latina?
—Creo que eso le pasa a todo contexto que no sea aquel en el cual está localizado el centro, lo que pasa ahora es que el centro ha cambiado mucho. Yo me formé en una época donde el centro estaba claramente localizado en las grandes capitales del arte, por ejemplo, París o Nueva York. El ámbito se ha vuelto más poliédrico, han surgido más centralidades, se han globalizado mucho, lo cual es un factor añadido extremadamente complejo porque quiere decir que de manera aparente estamos sometidos a un supuesto relato global del arte.
“Esa globalización implica una globalización de los mercados, la existencia de un único mercado global que parece que dicta todo y hasta una historiografía determinada. Creo que, desde las narrativas regionales, sí se tienen que crear lógicas propias. En el caso de Latinoamérica debemos actuar desde la historia de nuestros propios contextos, es una historia formal y creo que se ha explicado extraordinariamente bien en las últimas décadas.
”La cultura europea tiene que digerir un pasado que le cuesta una barbaridad, pero que ahí está y crea ese espacio tan complejo que debe relacionarse con las historias locales. No existe un arte latinoamericano englobado sino experiencias que actúan de acuerdo a las características muy propias de cada región. Hay algunas que sí son compartidas, como la noción de aquellas utopías y expectativas supuestas de que el mundo siempre progresaría para mejor, que se dieron de bruces contra una realidad donde los sueños de la modernidad no se han cumplido a la edad de la contemporaneidad.
”Se dialoga con una noción de pérdida, dentro de esta hay experiencias locales muy complejas, y con todas ellas hay que obrar con suma precaución, para que no se les impongan esas estructuras tan ingenuas y simplistas que ha tenido la globalización del arte desde la década de los 90, que ha creado efectos que sobre todo despojan a la realidad de su complejidad”.
—En un tiempo regido por la inmediatez ¿cómo leer la historia, a partir de la condición de que esta se escribe en tiempo real, con lo acontecido en las redes sociales?
—El museo no debe responder a la inmediatez, el museo trabaja con la historia donde el suceso pudo haber ocurrido hace diez minutos, pero no sé si el tiempo o al menos el tiempo estrictamente presente sea objeto de estudio, pero la institución sí que nos debe dar un ligero margen de espacio.
“Ese medio de arte urgente, ligado con las luchas sociales, donde los artistas están en pie de guerra en favor de un ideal, donde te crean un mensaje artístico que es divulgado inmediatamente para todos, hay que saber entenderlo. ¿Si el museo puede reaccionar con inmediatez? Ojalá seamos capaces, pero siempre dejando primero a los artistas actuar. Los museos no hacen nada que los artistas no hagan, eso siempre es muy importante. En una ocasión alguien me preguntaba: ‘¿cómo vas a reflejar tal conflicto?’ A lo que respondí: ‘solo cuando un artista lo haga’”.
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