Iris Pérez ha dedicado su vida a la actuación. Se recuerda, con apenas 13 años, siendo parte de los grupos de teatro en la escuela y señaliza su debut profesional allá por 1990, cuando había mayores oportunidades de trabajar, aunque a los jóvenes se les daba tiempo para madurar antes de asumir algún personaje de mayor complejidad.
Iris también ha desarrollado una trayectoria académica contribuyendo al desarrollo de nuevos talentos tanto dentro como fuera de Cuba y, en los últimos años, ha dado riendas sueltas a las letras convertida en guionista de espacios populares como Vivir del Cuento y Tras la huella.
—Según referencias, tan temprano como en 1990 dabas tus primeros pasos en la actuación, ¿cómo describirías el viaje hasta la actualidad?
—Yo empecé a actuar desde los 13 años en grupos de teatro de la escuela, y cuando empecé profesionalmente en los 90 tenías la posibilidad de ir desarrollándote poco a poco. Era difícil que un actor entrara a la televisión haciendo una cosa grande, como sucede ahora, siempre te dejaban que fueras madurando.
“Llevo 30 años de trabajo y puedo decir que tuve años de mucho compromiso con la televisión. Pero también trabajé fuera de Cuba impartiendo clases de Literatura, Teatro, Psicodrama… en México y eso lo fui combinando con un proyecto comunitario aquí en La Habana, en el barrio Cayo Hueso. Siento que he hecho una carrera muy variada, porque hay muchas cosas que me han dado curiosidad, como la importancia del arte en la formación de las personas en edades tempranas.
”Tras los primeros 10 años de carrera empecé a plantearme cosas, por ejemplo, el actor aquí no tiene un representante que te busque el trabajo, yo soy demasiado tímida para estar tocando puertas y pedir oportunidades por mí misma, me cuesta muchísimo hacerlo. Eso me causó rebeldía, y llegó un momento en que me dije que tenía que hacer otra cosa que me permitiera ser más independiente.
”Escribir guiones fue una casualidad, a pesar de que siempre me gustó, al principio no me atrevía. Pero tuve la oportunidad de pasar un curso y con las herramientas necesarias le perdí el miedo. Ser guionista es muy importante para mi trabajo como actriz porque me ha permitido ver los personajes de una manera más amplia, entender cómo se involucran dentro de la historia en general.
”Creo que hoy estoy en un momento de mi vida profesional donde estoy haciendo lo que me gusta. Estoy actuando en una telenovela y me hace muy feliz, porque actuar para mí es un juego y lo necesito. No me interesa hacer cualquier cosa, me interesa hacer lo que me aporte y le encuentre valor. Tengo la posibilidad de elegir porque escribo y gracias a Dios no me falta el trabajo como guionista y eso me da la tranquilidad de hacer algo que disfruto en verdad”.
—Has confesado preferir los personajes fuertes…
—Al parecer tengo facilidad para el melodrama. No sé a ciencia cierta qué es lo que proyecto, solo sé que los directores por lo general me llaman para interpretar personajes débiles, que sufren muchísimo y son desgarradores.
“Creo también que hay demasiados personajes femeninos victimizados en la televisión. Hay que pensar más en una mujer fuerte con contradicciones, instruida, preparada, que también tenga conflictos y que se pueda sentar a tomar un café con amigos a hablar de trabajo. Las mujeres somos fuertes, muy resistentes, soñamos con algo más que casarnos y tener hijos. Sin embargo, se escriben personajes completamente dependientes de eso. Las cubanas somos más que eso.
”Cada vez que me llamaban para interpretar mujeres débiles, o maltratadas sentía que atacaban mi amor propio, me afectaba como mujer porque no soy y no quiero ser eso. Claro, existen y deben representarse, pero también hay otras historias que contar. Por ejemplo, una mujer en conflicto en una empresa con un cargo de dirección. Aún tenemos problemas para ser escuchadas. Pasamos trabajo para expresarnos en un grupo de hombres y que nos escuchen sin ser tildadas de "habladoras". Esas cosas hay que mostrarlas también. Esa mujer que está en pausa hay que escribirla porque es cubana. Es simple, yo quiero interpretar a mujeres como yo”.
—El encasillamiento es, en muchos casos, la expresión de pánico en la vida de un profesional de este medio. ¿Crees que son los propios actores y actrices los que tienden al encasillamiento o es un problema que también pasa por las manos de los directores?
—El encasillamiento pasa por las dos cosas. Como el proceso en la televisión es muy rápido hay una tendencia en los directores a elegir actores que ellos saben que lo van a resolver bien y que han interpretado personajes parecidos En ese punto empieza el encasillamiento y empieza a repetirse el actor.
“Por otra parte, suele suceder también que hay directores que no tienen habilidades para la dirección de actores y recuerda que el actor es quien da la cara y es el que será observado, analizado y juzgado, y entonces, aunque no quiera encasillarse, a veces le es difícil salir de su zona de confort cuando estás trabajando con alguien que no tiene conocimiento de actuación para conducirte.
”Ahora se está haciendo algo que es importante, se está ubicando en la televisión un director de actores y está dando resultado. Pero el anterior es un problema de años en el que te vas formando sin demasiado acompañamiento, irremediablemente terminas haciendo lo mismo para tener un resultado más seguro. Incluso, sin proponérnoslo, el factor tiempo o el tema de la seguridad ante un reto en sí hace que nos acomodemos, tanto directores como actores”.
—¿Te sientes encasillada?
—Totalmente.
—¿Algún papel que haya tenido un significado especial para ti?
—El año pasado hice un personaje en un capítulo de Tras la huella, se llamaba María y trataba de una familia que se destruye porque la hija se va del país por la ruta de la muerte dentro de América Latina. Ese personaje trascendió en mi vida, porque es imposible hacer un personaje como ese sin pensar cuántas madres han pasado por situaciones como esa, y han perdido sus hijos o vivido sucesos traumáticos.
“Ese personaje me sobrepasó, de hecho, hace muy poco retransmitieron el capítulo y no lo pude ver, y creo que no lo voy a poder ver nunca más. Como cubana, como madre y como mujer sentía la responsabilidad de hacerlo con toda la veracidad y honestidad que llevaba la situación, pero a mí como persona me hizo bastante daño. Ha sido muy difícil quitármelo de encima”.
—Siempre se habla del guión como el componente fundamental para el desarrollo de la obra, ¿las carencias en este elemento conllevan, necesariamente, a una actuación pobre?
—Sí, yo pienso que el guión es básico. Es importantísimo que haya una buena historia, y que esté muy bien escrita desde el punto de vista de los diálogos. Siempre he defendido —y a veces me han mirado con desconcierto— que los diálogos afectan la actuación. Un diálogo mal escrito afecta profundamente el nivel interpretativo.
“A veces se escriben unos parlamentos enormes de manera que cuando el actor lo toma en sus manos tiene que tratar de potabilizarlo. Es un proceso en el que se pierden muchísimas cosas porque todos no estamos preparados para cambiar un texto que otro escribió. Y acomodar un texto no deja de ser un acomodamiento.
”No te voy a decir que mi trabajo como guionista sea perfecto, pero si puedo dar fe de que leo y actúo todos y cada uno de los textos que escribo porque me da pavor que cualquier compañero mío, cualquier actor que agarre eso en sus manos diga: ¡pero eso fue lo que ella escribió, y ella lo va a hacer! Lo cual me va a poner en tela de juicio como actriz, y es algo que no me perdonaría. Por años han estado afectándose los diálogos, y te digo con firmeza absoluta que afecta el nivel interpretativo”.
—Tras La Huella es un espacio que se espera. ¿Qué sensaciones te produce dar vida y/o recrear a esas historias que, aunque oscuras, son parte de nuestra realidad?
—Tras la huella es una escuela, porque me ha hecho estudiar de todo, desde física hasta transacciones bancarias, pasando por informática o cómo se investigan desde el punto de vista científico los asesinatos. Lo otro es que, al ser casos reales, te acercas a una realidad mejor contada que la que obviamente vas a contar tú y este elemento te desarrolla muchísimo la imaginación, pero a la vez te abre los ojos sobre las cosas que suceden. Tener un caso en las manos es como someterse a la experiencia de leer un periódico de unas 300 páginas.
“Personalmente, me sucede que cuando tengo un caso en las manos siento la atmósfera y esto me lleva a tratar de escribir con la premisa de evidenciar la realidad de la historia que voy a contar. Hay cosas que me impactan mucho, sobre todo cuando hay pérdida de vidas humanas, leer las interioridades del suceso te impacta…, te impacta. Tengo que decir que he aprendido a manejarlo profesionalmente para poder asumirlo.
”El reto está en que todos (somos muchos los que escribimos para el espacio) los que escribimos lleguemos a ser capaces de explotar todas las potencialidades que ofrece desde lo social. Porque a la gente le interesa este género, que suele ser catalogado como el policíaco cubano, pero yo no lo veo como tal porque depende mucho del caso. Hay veces que se trata de un asesinato y sí lleva toda la investigación detectivesca detrás, pero otras tantas son casos económicos o sociales que cuando tú los trabajas lo que haces es contar una historia que la única diferencia que tiene con otro tipo de dramatizados es que parte de un hecho real y te obliga necesariamente a cuestionar la realidad que te rodea, en la que estás viviendo y que, si eres un poquito más atrevido, te deja la posibilidad de hacer crítica dentro de eso. Me parece que Tras la huella ofrece muchísimas oportunidades, las cuales personalmente quiero seguir aprovechando. Es un espacio que no quisiera dejar nunca”.
—¿Qué lecciones vas sacando de este tiempo de confinamiento?
—Este ha sido un tiempo de muchísima reflexión, lectura y de mucha observación para mí. De replantearme cuestiones y de descubrir cosas que no sabía que me estaban sucediendo. Creo que lo he aprovechado al 150 % e, inclusive, le he empezado a coger el gusto a detenerme más en mis interioridades y crearme nuevos propósitos para mejorar.
“Escribí una serie que me costó muchísimo trabajo al principio porque me entristecí mucho con lo que ha estado sucediendo, pero pude levantarme y sacarle partido a este tiempo. Fíjate que es la primera vez que he sentido ese bloqueo que sufren los escritores, pero me pude sobreponer. Y te digo que escribir esta serie ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida como guionista, pero lo logré y me ha dejado la sensación de que, si pude hacer esta, puedo lograr cualquier otra, en cualquier otra situación.
”Este ha sido un tiempo de mucho crecimiento, creo que, si todos nos ponemos a reflexionar, a pensar, a estudiar, a investigar, creo que podemos sacar muchísimas lecciones de lo que somos y de lo que nos rodea. De lo que nos hace falta cambiar o mejorar. De los planes y los sueños que tenemos la obligación de cumplir y de lo importante que es para el mundo que las personas se unan para lograr cosas grandiosas. En la unidad está la clave para lograr grandes cosas y creo que esta etapa nos ha distanciado, pero ha logrado unirnos, porque todos hemos tenido sentimientos comunes. El que no ha aprendido ahora no va a aprender nunca o quizás no esté preparado para valorarlo”.
—¿Cómo definirías con tus palabras a un buen actor o actriz?
—No sé cuál sería la definición exacta, pero te puedo decir que para mí el buen actor es aquel que me muestra solo el personaje. Cuando yo veo un trabajo de actuación en el que veo solo el personaje en toda su dimensión yo me digo, ese es el actor y es a lo que aspiro. No se trata de una persona interpretando un personaje, se trata de sentirlo, de vivirlo y de incorporarlo de manera tal que le mires a la cara y no lo reconozcas. Un buen actor tiene que ser una persona, además de muy talentosa, muy estudiosa y lo más inteligente posible.
—¿Tienes algún sueño no cumplido en tu profesión?
—Tengo muchísimos sueños no cumplidos, Quisiera regresar al teatro y hacer un personaje muy interesante. No le voy a poner trascendencia, cine o televisión, pero quiero disfrutar la actuación, quiero aprovechar la madurez que ahora siento que tengo (que no es total ni mucho menos, porque aún me queda mucho por aprender), pero quisiera aprovecharla para dar vida a un personaje bien escrito. Sin condiciones, simplemente, interesante.
—Y, ese personaje, ¿te gustaría escribirlo tu misma?
—Me gustaría, pero sé que no puedo. Tengo muy separadas desde el punto de vista emocional, y hasta visceral, las dos profesiones. A lo mejor hay gente que piensa que, porque soy actriz, me escribo los personajes y no es así. Voy a hacer una confesión, cada vez que escribo pienso en personas reales, no en actores. Así es como me los imagino, con sangre en las venas, dentro de la sociedad, con una vida, con necesidades, con deseos de gritar. Entonces si no puedo imaginarme a ningún actor, mucho menos pudiera imaginarme a mí. Quiero desesperadamente hacer un personaje interesante, pero escrito por otra persona, porque yo no puedo hacerlo.
Martulyn
2/9/20 9:46
Muy buena actriz y guionista. Me gusta mucho su trabajo... Saludos
Laly
1/9/20 13:35
Muy buena actriz.
gladys
1/9/20 9:10
Exelente actriz,me encantan sus actuaciones, la recuerdo desde las aventuras del conde de monte cristo por su personaje de muchacha revelde, muy carismatica...Saludos
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