El fin de año en una ciudad de provincias de Cuba transcurre con el olor a tantos otros finales, una evocación surge en la mente de quien celebra o está solo, del que tira el cubo de agua o el que se queda en la sala, viendo la programación especial. Para los que vivimos en San Juan de los Remedios, se trata de pasar por la plaza Isabel II, ahora ya convertida en Parque Martí, luego de que las parrandas dejasen su huella mitológica. Un año más está en las volutas de cartón y papel maché que la lluvia del invierno deshace, tiempo en el que ya se pudren las esperanzas defraudadas y nacen otras, quizás posibles o quiméricas, como acontece con la mente de los seres humanos.
Este 2019 se va y llega ya la tercera década del siglo XXI, que entra en su etapa de adulto maduro, sin embargo, aún no sabe cómo lidiar con los problemas de cualquier vida. La aldea global es cada vez más un sitio de hostilidades, donde la máquina sustituye al hombre y la mujer y ya hasta se inventa el abrazo por WhatsApp. La gente ve y no interactúa, chatea y no habla, postea y nada tiene que decir. Para un aldeano de Cuba, en la ciudad quizás más macondiana y maravillosa, aún existen muchos derroteros de ensueño, pues están, por ejemplo, los ángulos quemados de las paredes del pueblo que dejó la última gesta parrandera, o la conversación entre los dos fanáticos de los barrios contendientes que todavía gira en torno al número de voladores o el color de la carroza o las combinaciones de luces de los trabajos de plaza.
Nos viene como anillo al dedo que nos piensen en la periferia de un mundo tecnificado y volátil, uno que es de silicona y látex, que funciona mediante fibra óptica y no a través del fluido de la sangre. En parte, nuestro atraso nos da encanto y nos regala un espacio para pensarnos un uso mejor de esos aparatos que han desplazado al hombre del centro del mundo, para hacer de él una herramienta más de los poderosos.
El 2019 se va con varios debates culturales en boga, algunos incluso de un talante transformador e universal, como, por ejemplo, los referentes al patrimonio inmaterial y material y su vínculo con un turismo que está llamado a salvar la economía cubana de los escollos externos; o el aumento salarial que significa un compromiso en el rescate de la cultura del trabajo, tan ida de algunos centros que se descapitalizan en la actualidad.
No solo se trata de vivir bien materialmente, sino de construir una coraza del espíritu que nos permita sortear cada golpe y estacada en que nos colocan.
Cuba se inserta en el mundo mediante la potenciación de sus instituciones y la actualización del reparto de riquezas a través del salario nominal, pero otras cuestiones están en el tapete y debemos asimilarlas con la racionalidad de si son o no propias de nuestro entorno, o sea, saludables. Por ejemplo, corre en las redes la polémica en torno a si la lucha por la igualdad y contra la explotación de género debe hacerse por la vía de la intimidación y la violencia (más allá de las leyes) pues el fin justificaría los medios, o de si tendría que prevalecer una educación que genere un nuevo consenso en torno a otro pacto entre hombre y mujer en pro de la liberación de los roles, que han mantenido presos a ambos grupos. Cuba, mediante campañas como Evoluciona, se ha propuesto la segunda vía y se plantea una voltereta, no ya en los procedimientos legales que se están actualizando, sino en las normas conductuales y el lenguaje que impera en el seno social. Porque aunque en el mundo determinadas ideas de progreso se conduzcan de forma equivocada y no para favorecer la libertad, sino intereses concretos y clasistas, en el archipiélago caribeño existe una visión estatal de construcción colectiva. La lucha por la igualdad no es contra el hombre, sino incluso a favor de este, por ello se piensan otras estrategias en el camino por la nueva cultura de la tolerancia.
Cultura en Cuba es esencia, es vernos la cara en un espejo hecho con los retazos de la Jungla de Wifredo Lam o con los destellos de un escenario donde se interpreta una obra de Virgilio Piñera. Lo saben los intelectuales y el pueblo. Así que el 2020 deberá servir para que las instituciones actualizadas y repletas de personal calificado nos brinden un servicio a la altura, y para que los jóvenes egresados de la universidad hallen sitios de realización en nuestro país, de forma que es muy bienvenida la ley reciente que autoriza el estudio temprano de los posgrados para maestrandos y aspirantes a doctores.
Otras estructuras de gobierno y una nueva ley fundamental no son las únicas respuestas a un modelo que se quiere actualizar, sino el carácter proactivo del pueblo que deberá creerse más su papel transformador y protagonista de la historia, dentro de un proceso único en el hemisferio como el sistema cubano. Por ello, son bienvenidos los programas culturales que construyen una nueva hegemonía en torno al pacto legal, que preserve las conquistas sociales e inculque los valores que nos llevan más allá, como, por ejemplo, la cuestión en torno a la diversidad amorosa y la posibilidad concreta de que las personas se sientan a la vez que protegidas por la ley, libres de llevar adelante un proyecto personal dentro del cauce de otro mayor a nivel de país.
Pensando como colectivo, pero respetando al individuo, nutriéndonos de la cultura auténtica y no de la chatarra, así quisiera este remediano que nos sorprendiese el final del 2019, no importa si a la sombra de un volador parrandero o arrullados por el mar del malecón en La Habana. Cuba es de todos y es nuestra.
Parrandera
2/1/20 11:40
EN EL PEQUEÑO POBLADO DE ZULUETA REMEDIOS VILLA CLARA SE DESPIDIO EL 2019 Y SE RECIBIO EL 2020 AL COMPAS DE VOLADORES, CONGAS, RISAS, ROTUNDO EXITO DE LA CULTURA EN UN PUEBLECITO QUE DEFIENDE SU TRADICION A CAPA Y ESPADA.SOBERBIA ORGANIZACION Y GRAN PROTAGONISMO DEL MININT EN ELLO.DESTAQUE DEL ZULUETEÑO AUSENTE, ENCUENTRO ENTRE PERSONAS CON UN CARA A CARA NECESARIOS PARA NO PERDER LA TERNURA
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