El último día del año es siempre un día de fiesta. Quizás por eso Mina Pérez Chaumont, a finales de la década del 30 se decidió a arrendarle la propiedad a un grupo de empresarios, encabezados por Víctor de Correa, quienes deseaban montar un night club. El sitio era ideal para ello. Villa Mina, como hasta este entonces se hacía llamar la propiedad de Regino Truffín, estaba ubicada a la entrada del municipio habanero de Marianao y lindaba con la línea del ferrocarril Zanja-Marianao.
Ceñida por un lujurioso bosque tropical, se convirtió en el cabaret Tropicana, una leyenda en la historia de los espectáculos musicales del orbe, y reconocido en una ocasión como “el night club más atractivo y suntuoso del mundo”. Sergio Orta, coreógrafo y director de espectáculos, sugirió el nombre, inspirado en la melodía homónima del compositor y flautista cubano Alfredo Brito, estrenada en el mismo lugar. Con esta denominación se dio a conocer a partir de las festividades de fin de año en 1940.
La presentación de la revista musical Congo-Pantera, constituiría un hito durante la década del 40. Semejaba la caza de una pantera en África y por primera vez, el show semejó a la vegetación circundante. Los bailarines aparecían entre el rico follaje de las plantas, el uso de la luz sobre las mismas cobraba importancia y la propia pantera, interpretada por Tania Leskova, irrumpía ante todos descendiendo de un majestuoso árbol. El director de esta producción fue David Litchin, que provenía junto con la Leskova del célebre Ballet Ruso de Montecarlo. En esta oportunidad también se contó con la participación del afamado músico cubano Chano Pozo.
El aporte artístico de populares figuras extranjeras como Josephine Baker, Tongolele, Xavier Cugat y Los Chavales de España tampoco se hizo esperar. Otro tanto ocurrió con cubanos no menos famosos, tal es el caso de Rita Montaner “La Única”, lgnacio Villa “Bola de Nieve” y el propio Alfredo Brito. Por otra parte, ya Tropicana se conocía como el “casino más hermoso del mundo”, más adelante “Montecarlo de las Américas”.
Desde entonces, y hasta nuestros días, Tropicana ha conquistado a quienes visitan la Mayor de las Antillas. La cálida noche cubana, la vegetación tropical y la rítmica música contribuyen a que este sea una especie de paraíso bajo las estrellas.
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