En 1898, cuando la conflagración hispano cubana era una causa prácticamente perdida para España, se produjo la intervención norteamericana en la contienda bélica, un hecho que se conoce desde el punto de vista histórico como la primera guerra de carácter imperialista.
Como parte de la política de la Fruta Madura, ya desde 1895, la potencia imperial había comenzado a desplegar una gran propaganda internacional con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública contra los horrores de la guerra que se libraba en Cuba para derrocar al colonialismo español.
Pero, ¿cuál era el verdadero trasfondo de esa labor humanitaria? El hecho era que habían crecido las inversiones de monopolios norteamericanos en Cuba y el azúcar de la Mayor de las Antillas era vital para un segmento de la economía norteamericana. Los Estados Unidos se habían convertido en el principal socio comercial cubano y como resultado de la guerra la producción azucarera en la Isla había decrecido.
Mientras tanto, desde el punto de vista cultural se habían incrementado los lazos entre ambas naciones. En Cuba, se reconocía a los Estados Unidos como un paradigma de sociedad con libertad de culto, progreso social e ideas avanzadas.
Por eso no es de extrañar que existiera una atmósfera cordial, de simpatía mutua y admiración entre los soldados de ambos ejércitos al momento de producirse la primera intervención militar norteamericana en Cuba, en enero de 1899.
Este fue el contexto elegido por el director Jorge Luis Sánchez para enmarcar la historia de Cuba libre, su tercer largometraje de ficción. Sin embargo, desde las primeras reuniones con el staff del filme, como parte del trabajo de mesa advertía que:
"Esta no es una película de mambises. Es sobre el período de la postguerra y el ambiente bélico. Mi aspiración es hacer una película grande, donde todos los elementos se vean auténticos. Tanto escenografía, como vestuario, maquillaje deben obedecer lo más fielmente posible a la época”.
Y todo debía cuidarse al extremo, porque por vez primera en el cine cubano se representaría al Ejército Norteamericano y sus buffalo soldier (soldados negros) lo cual implicaba un reto enorme para todo el equipo liderado por Sánchez.
Sobre los hombros del director de fotografía Rafael Solís, caería entonces la responsabilidad de los planos generales que se podrán disfrutar en Cuba libre, una cinta filmada en Cinemascope, donde además se incluyeron momentos musicales bajo la certera guía del coreógrafo Isidro Rolando.
Fuerte fue la etapa de pre producción del largometraje, un periodo que comprendió desde una conferencia impartida por el doctor Eduardo Torres Cuevas, a todo el equipo involucrado en este audiovisual, hasta el estudio serio de la época enmarcada entre febrero de 1898 y julio de 1899, a través de lecturas de textos literarios, fotográficos y fílmicos donde se tuvieron como referentes filmes como Camino al Edén, Mambí, entre otros.
Lo primordial era captar el espíritu de ese momento que comienza cuando se produce la voladura del Maine, recreada en una secuencia de la cinta mediante el uso de efectos especiales y tecnología 3D (tercera dimensión). Se trataba de reproducirlo todo con cero anacronismos: "Solo me toca a mi dónde violentar la época por un problema de expresión artística", explicó el director de Cuba libre.
Otro momento importante fue el de las construcciones escenográficas si se tiene en cuenta que el 70 por ciento de la película fue rodada en Ceiba de Agua, un pueblo rural al sur de La Habana.
Un equipo integrado por Nanette García (dirección de arte y vestuario) y el escenógrafo Maykel González tenía el desafío de reproducir en Ceiba de Agua un pueblo arrasado por la guerra y donde se respiraran las secuelas de la reconcentración llevada a cabo por el político y militar español, Valeriano Weyler. Mientras que en Jaruco construyeron el campamento norteamericano.
A esas locaciones fundamentales se sumaron: un bosque ubicado entre Artemisa y Pinar del Río, la Estación de Trenes de Bejucal, el Castillo del Morro y la planta alta de los Estudios fílmicos de la habanera calle Prado.
Este filme significa también un parteaguas dentro de la filmografía fictiva de Sánchez (El Benny, Irremediablemente juntos) pues aunque los niños son los protagonistas absolutos de Cuba libre, no está dirigida a ese grupo etáreo. La cinta habla de dos muchachitos que comienzan a entrar en la adolescencia en medio del período de la postguerra.
"Nunca he trabajado con niños. Con Cuba libre quiero reflexionar sobre cómo la infancia puede llegar a ser adulterada, violentada, manipulada, robada en un contexto histórico determinada", confesó el cineasta.
La tesis pudiera ser entonces "la represión de la infancia". En el guion bilingüe, a cargo del propio Sánchez, se trata todo el tiempo de rescatar la inocencia y la infancia perdida de unos niños pobres que estudian en un colegio masculino, con gran influencia religiosa, donde son todo el tiempo maltratados por la maestra Doña Alfonsa.
Cuba libre exhibe un reparto de consagrados histriones entre los que sobresalen Isabel Santos (Doña Alfonsa), Manuel Porto (Padre Gabriel), Georgina Almanza (Ma'Julia), Serafín García (General Español), el actor noruego Jo Adrian Haavind (Coronel Americano) y Wilfredo Candebat (el jamaicano Carburo).
Los protagonistas del filme son los niños Christian Sánchez (Samuel) y Alejandro Guerrero (Simón). A ellos los secunda el también pequeño Otto Bucholz (Lucilo) y los jóvenes actores Adael Rosales (José María), Yasmani Guerrero (Teniente Coronel Lamberto), Yarlo Ruiz (Teniente americano negro), Jorge Lavoy (Capitán Navarro) y la cantante Malú Tarrau en el rol de la prostituta Fela.
"Esta es una película dura, difícil desde el punto de vista de la producción", señalaba Jorge Luis Sánchez meses antes del inicio del rodaje. En lo personal lo pude comprobar cuando asistí a la filmación de algunas secuencias en Ceiba del Agua.
Quienes estuvimos presentes aquella tarde de febrero o marzo de 2014, durante el rodaje de la secuencia 31, donde los buffalo soldiers entran al pueblo custodiados por los españoles derrotados, nunca olvidaremos que ardua resultó ese jornada en medio del calor, el polvo, el viento y con la presencia de más de 200 extras.
En un momento de descanso, Ernesto Sánchez, el primer asistente de dirección, me confesó que había sido uno de los días más extenuantes para él desde que estaban filmando Cuba libre.
Quizá usted se pregunte el por qué del título del filme. Le aseguro que tendrá una respuesta oportuna cuando asista a su premier nacional. Por lo pronto, lo invito a brindar con un trago de Cubalibre en saludo al Día de la Cultura Nacional.
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