En 1986 nació la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de la unión de tres organizaciones: la Brigada Hermanos Saíz, el Movimiento de la Nueva Trova y la Unidad de Técnico y Promotores Culturales Raúl Gómez García, en un intento por darle visibilidad y agrupar a los jóvenes artistas y escritores del país.
27 años después, sus integrantes, una membresía que cambia continuamente y renueva, con sus ganas de hacer y revolucionar la cultura cubana, continúan aportando lo mejor y más sólido dentro de las vanguardias artísticas juveniles.
Una organización selectiva, que no elitista, cuya preocupación principal es proporcionar un acompañamiento al novel creador y buscarle espacios para promover su obra y dialogar con sus congéneres, en debates que favorezcan un enriquecimiento profesional y alienten su formación como mejor ser humano.
Ahora, durante su II Congreso, la organización se repiensa y revisa internamente en busca de nuevas maneras de enfrentar los retos que surgen y de consolidar su compromiso de formar un hombre culto, humano y revolucionario.
Cubahora conversó en exclusiva con Rubiel García González, uno de los vicepresidentes de la organización, que aprovechó una pausa en el programa del Congreso para contarnos sobre lo que significa pertenecer a la AHS, cuánto le aporta a sus miembros y nos ofreció una visión personal de la trayectoria y los logros alcanzados durante estos más de 20 años.
—¿Qué haría la diferencia para un joven creador pertenecer a esta organización?
La Asociación te permite poder compartir espacios con creadores de tu generación de diferentes manifestaciones. Te permite promover de una forma desenfadada una obra, que en muchos de nosotros puede que no esté consolidada, ni mucho menos, pero quizás esté el talento.
Hay que recordar que la AHS es una organización voluntaria, pero selectiva. Muchos quieren ser miembro de ella, pero hemos mantenido el principio de la selectividad para jerarquizar un poco estéticamente un grupo de maneras de hacer que van encaminadas a formar gustos, influir en públicos, a educar, estética y culturalmente. Ahí también incluye la crítica y el debate sobre problemas culturales que no solo trascienden a la organización, sino también a toda la cultura en general.
Creo que ese es el principal beneficio: te pone a participar, te pone en la palestra, las instituciones no suelen arriesgarse con algo que no conocen y es normal que alguien no se arriesgue cuando no prevé el resultado.
En muchos casos vemos una potencialidad, un talento que está en desarrollo y creo que la AHS es eso: una puerta que te abre la oportunidad de compartir, de retroalimentarte de tus propios compañeros y, al mismo tiempo, asistir a una serie de eventos, de jornadas de programación, de becas, te ayudan a crecer, y en el mundo de hoy el ayudar a crecer también pasa por la visualización, el poderte colocar en circuitos, que funcionan con las instituciones culturales donde la organización ha ganado en estos 27 años un reconocimiento a través de un diálogo mutuo y respetuoso.
—Muchos ven a la AHS como un mediador entre las instituciones culturales y lo más arriesgado del arte…
Exactamente. Somos una organización de creadores. El hecho de que estemos asumiendo ahora otras funciones como la presidencia te resta un poco de tu propia creación, pero es el compromiso de facilitar la obra a muchos, que también, como uno, apuestan por esto.
Quizás sea de las organizaciones que hoy caminan de manera más natural. Como te conté es voluntario, aquí se transmite una buena vibra, hay muchos deseos de hacer las cosas y de dialogar con las instituciones con las que toca hacerlo en estos momentos.
Uno de los principales objetivos que tiene la AHS es promover el arte joven, pero también acompañarlo, ayudarlo a producir, no solamente ponerlo a circular, sino también ayudarte a crecer espiritualmente en términos de creación.
Al llegar a los 35 años está estatuido que ya dejas de ser miembro, por eso mismo se renueva constantemente. Estamos en cerca de dos mil y tantos, no llegamos a los tres mil y creo que esa es una fortaleza nuestra. Eso también te compromete a trabajar para que la Asociación no muera, porque parte de la obra que legas, algo inmaterial pero que es parte de la obra personal.
No hemos renunciado a reconocer jamás todo lo que nos han legado, todo lo que hemos aprendido hasta ahora de manera respetuosa. Sabemos hacer sin desconocer el pasado.
—La labor de estos 27 años ha traído satisfacciones…
La AHS ha hecho mucho por la promoción y aceptación de manifestaciones como el hip hop y el rock en su momento. Ahora es muy normal que se presente una agrupación de rock en cualquier espacio, pero eso es parte del resultado de los debates que salieron a raíz de una discusión por defender una manifestación que sí tenía que ver con la cultura a lo cubano, que le fue agregando elementos identitarios.
Así como el hip hop, están los DJs, los DJs productores, que no son unos simples pone-música. Aquí la batalla fue durísima con los musicólogos, que decían: “no, no, eso no es música.”
Creo que esas son las batallas que tiene que ganar la organización: el defender a ese grupo de creadores que quizás no tienen espacio en otras instituciones y ponerlos a dialogar para encontrar su sitio. Así se creó el Maxim Rock, la Agencia Cubana de Rock, la Agencia Cubana de Rap. Ahora los DJs pueden ser productores. Ahora en el Instituto Cubano de la Música los reconocen y es gracias a la Asociación,
Te puedo hablar del Registro del Creador, que puede ser una entrada a través de las instituciones, representa las facilidades de conocer gente de tu edad que te puede hacer crecer.
—A su juicio, ¿qué ha cambiado y qué se ha mantenido en la AHS?
La AHS tiene siete secciones que representan una manifestación concreta: música, plástica, artes escénicas, audiovisual, promoción, crítica, investigación y literatura. Ahí está todo y es el reto que tenemos. Primero es un privilegio tener a esa cantidad de gente con tanto talento y una fortaleza utilizarlos para crecer como personas y como profesionales.
Hemos mantenido un arte genuino, una cultura sincera y plena, en momentos en que una avalancha pseudocultural se nos viene arriba con el tema de las transnacionales, las nuevas tecnologías y todo lo que se utilice para colonizarnos culturalmente.
Yo creo que la Asociación ha servido de un espacio de resistencia para mantener tu arte, mantener lo genuino, lo que diferencia, que les da identidad a los creadores cubanos, porque crear aquí en Cuba tiene que tener una marca. Te marca a ti como creador. Si fuera en otro lugar del mundo sería diferente.
Creo que la Asociación ha sido fiel a su arte y también ha tenido un público fiel. Seríamos unos locos si creáramos para nosotros y no pensáramos en ese público. Las Casa del Joven Creador se llenan constantemente. En muchos territorios estas Casas son el lugar o la opción - quizás más revolucionaria en el amplio sentido de la palabra- para chocar con una buena literatura, una buena puesta en escena, vanguardista o por lo menos sin estereotipos.
La Asociación se renueva constantemente y tiene nuevas formas de hacer. Esta de ahora no se parece en nada a la que se creó hace 27 años, incluso se tenían miradas peyorativas hacia esos pelúos como los llamaban.
Se ha ganado con el diálogo, con el respeto, con el hacer constante, lo que ha contribuido a que en las instituciones ya se nos mira con otra cara, se nos respeta, se nos tiene en cuenta, porque, al final, somos de aquí a unos años quienes liderarán la creación en Cuba.
sadiel david duque
30/11/13 16:40
hola soy un joven escritor y necesito ayuda copn mi obra,deseo pertenecer a la ahs,por favor orientarme como hacerlo.
Liudmila Kibecheva desde FB
18/10/13 11:03
Mis felicidades y una vida larga.
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